Una revisión a la crisis migratoria en la región México, Centroamérica- Estados Unidos

Por: Ariadne Morales Acevedo, Julieta Aguilar Velazco y Andrea Gutiérrez Vallenilla.

En los últimos meses ha destacado en las noticias nacionales e internacionales la crisis migratoria que ha
resurgido en la región México, Centroamérica-Estados Unidos. Hemos visto caravanas de migrantes de origen
centroamericano ser dispersadas y perseguidas por agentes de migración en Chiapas; un aumento en el flujo
de migrantes mexicanos hacia Estados Unidos(EUA); grandes campamentos de migrantes y refugiados
provenientes en su mayoría de Haití, que se han instalado en la frontera norte de México; los abusos y
maltratos por parte de la patrulla fronteriza de Estados Unidos contra estos grupos migrantes; la separación
de familias en centros de detención en Texas y Arizona. La lista es casi interminable. 

El resurgimiento de esta crisis se da luego de la relajación de las restricciones sanitarias y de movilidad en la
región, así como por el empeoramiento de las condiciones socioeconómicas que la pandemia por COVID-19
ha acentuado y la percepción de un panorama más amigable hacia los migrantes con la llegada de Joe Biden
a la presidencia. 

Estos son solo algunos factores que se han sumado a la larga lista de causas del flujo migratorio en la región,
por lo que resulta prudente realizar una revisión al fenómeno migratorio, los flujos migratorios más
significativos y sus causas, buscando un mejor entendimiento de los acontecimientos actuales, así como tener
un punto de partida para más adelante poder discutir posibles vías de solución a esta crisis. 

¿QUÉ ES LA MIGRACIÓN? 

La migración es un fenómeno inherente al ser humano y que lo ha acompañado desde que se tiene registro
de su existencia, es el movimiento de personas fuera de su lugar habitual de residencia. Motivada en la
prehistoria por la búsqueda de formas de supervivencia, la migración ha ido evolucionando y cambiando con
la configuración del mundo. Con la consolidación de los Estados-Nación la migración tomó una forma
diferente y se presentó la necesidad de regularla, para así poder establecer parámetros de seguridad para
todas las partes involucradas. 

Estas regulaciones moldean la migración en la actualidad, y son estas mismas las que representan un nuevo
reto en la transformación de los fenómenos migratorios que buscan una alineación más estrecha con los
Derechos Humanos. Con mayor frecuencia vemos flujos migratorios motivados por conflictos armados,
transformaciones regio-culturales, condiciones socio-económicas, políticas y climatológicas adversas que
fuerzan a las poblaciones a desplazarse. Aumentando con ello la vulneración de sus derechos. 

TIPOS DE MIGRANTES 

En 2021, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, (ACNUR, por sus siglas) reconoce
dos flujos migratorios prevalecientes. Por un lado los migrantes quienes buscan mejores condiciones de vida,
y por el otro los refugiados quienes se han visto obligados a desplazarse por temor de ser perseguidos por
motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas. 

Dentro de la categoría de migrantes, la Organización Internacional para las Migraciones, (OIM, por sus siglas)
identifica a los siguientes tipos: 

• Migrante calificado– Trabajador migrante que por sus competencias recibe un tratamiento preferencial
  en cuanto a su admisión en un país distinto al suyo. 
• Migrante documentado – Migrante que ingresa legalmente a un país y permanece en él, de acuerdo al
  criterio de admisión. 
• Migrante económico – Persona que habiendo dejado su lugar de residencia o domicilio habitual busca
  mejorar su nivel de vida, en un país distinto al de origen. Asimismo, se aplica a las personas que se
  establecen fuera de su país de origen por la duración de un trabajo de temporada (cosechas
  agrícolas). 
• Migrante irregular – Persona que habiendo ingresado ilegalmente o tras vencimiento de su visado, deja
  de tener status legal en el país receptor o de tránsito. 

La Convención del Estatuto de los Refugiados de 1951 

En lo que respecta a los refugiados, la Convención del Estatuto de los Refugiados de 1951 es la que a nivel
internacional define quienes recaen en esta categoría. La Convención fue creada después de la Segunda
Guerra Mundial con el fin de ofrecer protección y asistencia a víctimas de los acontecimientos bélicos. 

Uno de los principios con mayor importancia que emanan de esta Convención es el de non-refoulement, o no
devolución, que como lo indica su nombre, determina que un refugiado no debe ser devuelto al país en el que
teme ser perseguido. 

La convención también abarca los derechos humanos fundamentales de los refugiados, incluyendo
conceptos como la libertad de religión y de movimiento, el derecho a la educación y a disponer de
documentos de viaje, así como la posibilidad de trabajar. Reconoce el alcance internacional del problema de
los refugiados, y la necesidad de la cooperación internacional para su solución, destacando la importancia de
compartir la responsabilidad entre los Estados. 

FLUJOS MIGRATORIOS EN LA REGIÓN 

A nivel global existen diferentes panoramas migratorios, en nuestra región el tipo de migración característica
es la que busca mejores condiciones de vida, se da en su mayoría, de México y Centroamérica hacia los
Estados Unidos. Este flujo migratorio, que es uno de los más estables en el mundo, actualmente representa
una crisis para los países involucrados. 

Push and Pull 

El análisis teórico de “Push and Pull” nos permite entender este fenómeno migratorio planteando factores de
expulsión, “push”, y de atracción, “pull”, en los lugares de origen y de destino, obstáculos intervinientes y
características de los migrantes. 

Los factores “push” o de expulsión son aquellos que impulsan a las personas a salir de su lugar de residencia.
En el contexto regional estos factores hacen énfasis en la falta de oportunidades económicas, las presiones
demográficas, el aumento en la inseguridad, las condiciones ecológicas, políticas y culturales. 

Por otro lado, los factores “pull” o de atracción son aquellos que representan a un destino como poseedor de
condiciones óptimas para el desarrollo integral de las poblaciones. Dentro de los factores de atracción que se
presentan en los flujos migratorios en la región destacan la demanda de empleo en el sector industrial y de
servicios, salarios más altos, mejores oportunidades de educación, servicios de salud y recreación, familiares
viviendo en el extranjero, etc. 

El flujo migratorio México-EUA 

No podemos hablar de los movimientos migratorios en la región sin hablar del más significativo y constante de
todos, el flujo migratorio entre México y Estados Unido; un flujo que representa actualmente un aproximado
de 11 millones de migrantes de primera generación, más los migrantes de segundas y terceras generaciones
que dan un total de 36 millones de personas de origen mexicano que radican en Estados Unidos. 

Este flujo migratorio tuvo sus inicios en 1890, cuando la Unión Americana con su nuevo poder económico,
cambio de campos algodoneros a tener industrias de minería y agricultura presentando la oportunidad de
puestos de trabajo en el sector manufacturero y agrícola. 

En la Ley de Inmigración de 1924, que buscaba regular la llegada de migrantes a través de la imposición de
cuotas, los mexicanos fueron eximidos de estos pagos debido a la necesidad de su mano de obra en la
agricultura y a la creencia social de que estos eran más fuertes y aguantaban mejor las jornadas largas de
trabajo, a diferencia de los migrantes de origen asiático y europeo. La Gran Depresión que golpeó a Estados
Unidos entre 1929 y 1941 causó un flujo de retorno migratorio, una parte voluntaria al no encontrar las mismas
oportunidades laborales y otra parte fue deportada de manera no oficial para otorgar un falso sentido de
seguridad laboral a la población estadounidense. 

Con la Segunda Guerra Mundial y la participación de EUA en ésta, los americanos dejaron puestos para los
que, de nuevo, los mexicanos necesitados, surgiendo así el Programa Bracero. El cual, estuvo activo entre
1942 y 1964, y consistía en una serie de regulaciones para que los mexicanos pudieran ocupar trabajos
temporales en este país satisfaciendo las necesidades de la industria agrícola. El fin del Programa Bracero se
debió a un exceso de indocumentados y a la introducción de maquinaria en el sector, lo que le quitó su
funcionalidad. 

Hasta la década de 1960 los funcionarios mexicanos desalentaban la emigración, pero para la década de
1970, esos mismos funcionarios alentaron la salida de los hombres de la clase trabajadora como una solución
al alto desempleo y al crecimiento de la población en el país. Esto tuvo como consecuencia un aumento sin
precedentes de la migración circular indocumentada propiciando a su vez cambios en cómo EUA abordaba la
situación, llevándolos a fortalecer la frontera sur y realizar redadas en comunidades latinas. 

En los años 80 es cuando EUA realmente comienza a destacar como principal receptor de migrantes
mexicanos, pero es hasta 1990 que se duplica el número de migrantes mexicanos regulares e irregulares
registrando un aproximado de 4.5 millones. Una de las razones que resalta es la crisis de 1994 que causó la
devaluación del peso y con ella más razones para buscar un lugar de estabilidad fuera de México. 

Con el inicio del Siglo se volvió a ver un gran crecimiento en el número de mexicanos en EUA,
aproximadamente 4.9 millones más. Los críticos creían que el número de mexicanos iba a disminuir, debido
a los ataques terroristas del 9/11 y las nuevas políticas estrictas de seguridad nacional, sin embargo, el
número de mexicanos migrantes continuó creciendo casi por una década. 

La recesión estadounidense en 2008-2009, así como factores demográficos y una política migratoria más
restrictiva por parte de Estados Unidos propiciaron una caída abrupta en el flujo migrante y a la par un
aumento en el número de deportaciones. 

En la última década se ha visto una disminución de alrededor del 60% en la migración de mexicanos a
Estados Unidos, por otro lado las deportaciones desde el inicio de la administración de Barack Obama vieron
un aumento significativo, lo que causó una tasa cero en la balanza migratoria, es decir que era
estadísticamente el mismo número de migrantes mexicanos que ingresaban a Estados Unidos que los que
eran deportados. 

Con la llegada de la pandemia de COVID-19, los flujos migratorios no cesaron, pero sí tuvieron un nuevo
descenso considerable. De acuerdo a datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM),
cerca de 60% de los mexicanos y centroamericanos que pensaban emigrar pospusieron o cancelaron sus
planes por la pandemia, y más de 20% de los migrantes en Estados Unidos de esos países de origen están
considerando regresar a su país. 

La curva de la migración mexicana en la Unión Americana ha tenido un comportamiento como de montaña
rusa. En 1970, menos de un millón de inmigrantes mexicanos vivían en EUA, para el año 2000 esta cifra
había aumentado a un aproximado de 9,4 millones, y en 2007 alcanzó su máximo con 12,8 millones, para
disminuir en casi 2 millones para el año 2017, según la última estimación del Pew Research Center sobre la
población no autorizada en Estados Unidos. 

Sin embargo la tendencia a la baja en la migración no indica de ninguna forma que estemos cercanos a un
cese en el flujo migratorio entre los países vecinos, solo responde a los factores pull y push que se presentan
en la actualidad. 

CONCLUSIÓN. 

La relajación de las medidas sanitarias y de movilidad ha propiciado un repunte en el flujo migratorio de
México y Centroamérica hacia Estados Unidos en la segunda mitad del 2021. Con este aumento de
movimientos migratorios hemos visto que crecen las acciones que vulneran los derechos humanos de las
poblaciones migrantes por parte de autoridades mexicanas y estadounidenses. 

Esto representa un cambio en el panorama que, a pesar de siempre ser un tema que genera fricción en la
relación bilateral, por mucho tiempo permaneció en un plano secundario debido a la tasa cero que se
mantenía. 

La pandemia, el aumento de malas condiciones y la llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de
Estados Unidos, son algunos de los factores que están impulsando esta nueva ola migratoria. Sin embargo
no debemos confundir la llegada de un demócrata a la Casa Blanca con mejeros políticas migratorias o menos
restrictas, recordemos que el presidente que más migrantes ha deportado ha sido Barack Obama, que si bien
no confrontaba a los migrantes de manera frontal y sin tapujos como lo hizo Donald Trump también separó a
miles de familias en la frontera. 

La administración Biden ya también ha comenzado a marcar su línea en cuanto a la llegada de migrantes, en
meses recientes la Vicepresidenta Kamala Harris fue muy clara al decir que las puertas de Estados Unidos no
están abiertas, que es un viaje peligroso que no vale la pena realizar, buscando desalentar a los grupos
migrantes. 

Por su parte el gobierno de AMLO carece de una posición clara respecto a la migración, si bien, a petición del
gobierno norteamericano ha lanzado esfuerzos para frenar el movimiento de las personas migrantes
provenientes de Centroamérica, poco ha hecho para disuadir a sus connacionales de emprender el viaje hacia
Estados Unidos. Sin olvidar que en sus esfuerzos por lo primero, las faltas a los Derechos Humanos son una
constante. 

Es de esperarse que el tema migratorio retome peso en las conversaciones entre el gobierno norteamericano
y mexicano, siendo como siempre un tema pendiente que se garanticen y protejan los derechos humanos de
estas poblaciones, la creación de condiciones de desarrollo óptimas en los lugares de origen para evitar su
salida, y la búsqueda de protección y un camino a la ciudadanía para los millones de mexicanos que ya se
encuentran en Estados Unidos. 

Fuentes: