Era un violín. Estaba allí, en aquel salón, en aquella casa, en aquella mañana. Contaba historias fascinantes a cualquiera que las quisiera escuchar, que no todas las gentes desean escuchar. Hablaba de tardes en el Líbano, de noches en Alemania, de eventos en Salamanca. Era el violín de alguien que nació con arte. Con arte, sí, con arte real, no con ese arte que piensan que tienen los que justamente no tienen arte alguno… Era el violín de un tipo dotado de sensibilidad, sentimiento, alma, sabiduría, intuición, música, poesía, duende, historia, técnica, clase, elegancia, rebeldía, saber…
Era el violín de Ara Malikian…
Estaba en una casa histórica. Cambadesa.. una casa que se hallaba en el pueblo que se llama Cambados. Una casa que era joya y museo, habitada por la octogenaria Elena. Un señora. Ante todo una señora. Una señora con un pensamiento político muy acertado, una señora que enseñaba toda la vivienda con amor, con sabor, con sapiencia, con paciencia y con nobleza.. Y, en la casa, junto a otros tesoros de valor incalculable como una escultura de El Cid, otra del Cristo de Mena, un cuadro sobre Calixto y Melibea y otras muchas cosas, se hallaba el violín.
La joven sabía que estaba soñando.. y que estaba mezclando dos o tres sueños, como si fueran un puzzle… Se despertó cuando empezaba a soñar con la estética de David Silveti, el Eterno Rey David…
Se despertó porque sabía que iba a soñar pronto con la mirada soberbia y despreciativa de un hombre de edad altanero y prepotente… y no quería ensuciar las estampas bellas que había soñado ya…
Fuera seguía la noche…
Dedicado a Ara Malikian: genio
A los músicos
A la memoria de David Silveti y a su magnífica familia
A Elena: señora, usted es un pozo del saber
A las personas con arte real: María y Emi, por ejemplo
A los genios
A las personas que hablan bien
A Luisito
Marta, Pablo, Belén, Manuel..
Al Cid. España necesita al Cid
A las gentes que no tienen miradas altivas y despreciativas.. a las que sí no, para ellos no va dedicada esta historia
A mi linda Salamanca