Un latin lover mexicano en Hollywood

Aída López Sosa
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Cultura, por: Aida María López Sosa
Correo: aidamarialopez64@gmail.com

“Ocúpate de vivir u ocúpate de morir”.
Andy Dufresne,
“Cadena perpetua” (1994).

Desde su nacimiento hasta su muerte sus días transcurrieron entre fechas significativas para el mundo. Juan Ramón Gil Samaniego nació en Durango en el seno de una familia acomodada y católica el último año del siglo XIX durante el porfiriato. Primo de Dolores del Río, Andrea Palma y Julio Bracho fue uno de los 13 hijos de un dentista que la Revolución Mexicana orilló a emigrar a los Estados Unidos en medio de la Primera Guerra Mundial cuando Juan Ramón tenía 17 años. Por su atractivo físico se desempeñó como modelo de desnudo artístico y luego ingresó a una compañía de baile donde liberó su preferencia sexual.

Por sugerencia de su manejador cambió su apellido a Novarro, ya que el de pila era difícil de pronunciar y recordar. Así se dio a conocer en el cine mudo cuando el prototipo de galán era anglosajón, sin embargo, al no tener color ni sonido, facilitó para que en breve se convirtiera en rival del italiano Rodolfo Valentino con quien compartía un secreto: ambos eran homosexuales. Si públicamente eran adversarios, detrás de cámaras eran pareja incluso, Valentino le regaló un consolador de grafito con su nombre grabado.

La rivalidad publicitaria fue breve, estaba despegando la carrera de Ramón como el otro Latin Lover de la pantalla grande cuando Valentino murió a los 31 años el 23 de agosto de 1926 dejándole la estafeta. Pronto halló resignación en los brazos de su publicista quien lo catapultó exaltando su carrera y ocultando su homosexualidad; motivo de recesión de contrato en la Metro Goldwyn Mayer (MGM).

Antes de la Segunda Guerra Mundial la homosexualidad era inexistente. La moralina en México a principio de siglo por El baile de los 41 que involucró al yerno del general Porfirio Díaz, se ensañó con quienes se mostraban afeminados llamándolos maricas. Esto quedó plasmado en el grabado de Guadalupe Posada en alusión al mencionado baile de la élite masculina mexicana donde se vistieron de mujer para departir con hombres de una clase económica inferior.

La situación no era diferente en Hollywood, para ocultar la preferencia de los galanes y las divas se celebraban el matrimonio lavanda, color asociado a la homosexualidad. Tras el éxito de “Mata Hari” (George Fitzmaurice, 1931) protagonizada por Greta Garbo -la mujer que no se ríe- y Ramón Novarro, el estudio pretendió que se efectuara el matrimonio lavanda entre ambos homosexuales, ya que se corría el rumor del “Apasionado romance” que el filme había desencadenado. Novarro se negó a ello y su meteórica carrera comenzó a declinar en 1928 al finalizar el amasiato con su publicista, un año antes del crac del 29 cuando cayó la bolsa de los Estados Unidos afectando a la industria que se inaugba con la sonoridad. En los años anteriores Novarro llegó a filmar hasta tres y cuatro películas al año. El drama épico “Ben-Hur” (Niblo, Cohn, Brabin, 1925), cuyo costo fue de seis millones de dólares por el elenco descomunal y locaciones en Italia y Egipto, fue un reto moral para el actor por tratarse de un tema religioso. Novarro devengaba 10 mil dólares semanales por el filme y el mismo año rodó otras dos: “Juramento de Amante” y “Guardia Marina”.

La carrera del sex symbol no volvió a repuntar, continuó pero sin el protagonismo de antaño con papeles menores y regresando a la casa familiar con su nueva conquista. Sus ganancias las invirtió en bienes raíces. En 1935 a la conclusión de su contrato con la MGM incursionó como productor, argumentista y codirector, tanto en cine como en series televisivas en español e inglés.

Los últimos años la pasaba alcoholizado, frecuentemente sufría percances automovilísticos. En octubre de 1968 cuando México estaba de duelo por la matanza de Tlatelolco y se celebraban los Juegos Olímpicos, en Estados Unidos la muerte rondaba a Ramón Novarro en vísperas del Halloween. A los 69 años continuaba sus prácticas homosexuales contratando sexoservidores. Recibió una llamada de un joven para ofrecerle un ménage à trois, pensando que era de la agencia donde siempre solicitaba los servicios aceptó, sin embargo, eran dos hermanos delincuentes de 17 y 22 años the intenciones fue robarle cinco mil dólares que él había hecho público que invertiría en la remodelación de su casa en Laurel Canyon, Hollywood. Los malhechores al no encontrar más que unos dólares lo torturaron hasta asfixiarlo con su propia sangre.

El asesinato de quien un día se pensó que debería tener un futuro luminoso, desplegó un sinfín de especulaciones y así nació la leyenda. Corrió la versión de que murió asfixiado con el consolador de grafito que le regaló Valentino y que en el espejo de su baño estaba escrito: “Las chicas son mejor que los maricas”.

Ramón Novarro vivió entre extravagancias y escándalos logrando pasar a la segunda mitad del siglo XX cuando la homosexualidad ya tenía visibilidad. Su carrera fugaz como latin lover le valió su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood evitando que se desvanezca su memoria en el tiempo.

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