Un guerrero ejemplar

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Editorial La Revista Peninsular, por: Rodrigo Menendez Camara.

Gerardo Abraham Goff fue un yucateco ejemplar que movió el corazón de cientos de personas con su pasión y fe. La vida le puso una complicada batalla, ya que luchó dieciocho años contra el cáncer, pero en estas condiciones encontró la fuerza suficiente, no solo para salir adelante, sino para inspirar a quienes se encontraban en su camino.

San Juan Pablo II dijo alguna vez que amar es entregarse a los demás, y pocos se han entregado tanto como lo hizo Gerry. Dedicó la vida a difundir su mensaje en conferencias, redes sociales, y oraciones. Siempre un ser bondadoso, tenía claro que independientemente de nuestras condiciones de vida, las personas debían tener el objetivo de dar al prójimo tanto como sea posible.

Él nos enseñó que “todos podemos pasar tragedias, vivir enfermedades, y pedir ayuda, pero más importante es ayudar”.

Platicar con Gerardo era como purificarse, irradiaba una fortaleza que se impregnaba en el alma de quien lo escuchaba. Uno de los principales pilares de esta fortaleza era su familia.

Sus padres, Carlos Abraham Mafud y Araminta Goff Ailloud, crecieron exitosamente a un humano íntegro con una sólida formación espiritual y por ende valores inquebrantables, los cuales serían sus principales armas contra el cáncer. Dios le puso en su camino a una mujer ejemplar María del Carmen Molina Briceño, ella y sus tres hijos fueron su pilar para pelear la dura batalla que libró.

Gerardo fortaleció lo que sí podía controlar, su alma.

Gerry se arropó en el poder de la oración con tal fervor que contagiaba a quien lo rodeaba, convirtiéndose en un líder espiritual. Y un líder espiritual de verdad; sin charlatanerías, egocentrismos, o estafas, Gerardo Abraham Goff inspiró por su generosidad y su fe.

Le escuche decir que las oraciones por salud son un bálsamo para el alma de las personas que pasan por alguna enfermedad, coincido plenamente.

Creo que estas palabras definen lo que Gerardo nos dio. Nos invitó a ejercer nuestra fe, y procurar el espíritu de quienes lo necesitan. A veces podremos sentir frustración al ver a algún amigo o familiar convaleciente porque pensamos que no podemos hacer nada para ayudarlo, pero Gerry es testimonio del poder de la oración, por lo que debemos recordar que el humano no solo es cuerpo también es alma, y ambos deben ser procurados.
Gerardo Abraham Goff murió a los treinta y ocho años de edad el pasado lunes cuatro de noviembre, su cuerpo fue velado en la iglesia de Nuestra Señora del Líbano.

Gerry siempre dijo que cuando muriera quería que la iglesia estuviese llena, lo que significaría que hizo bien en vida; también dijo que sus hijos no estarían llorando, sino felices de saber que su padre se encuentra en el Cielo.

Y así fue. Hoy nosotros -sus ángeles en la tierra- le damos una ovación de pie por cómo ejerció su vida en su paso por la tierra.

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