Todos contra el PRI

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Por René Avilés Fabila

La mejor prueba de la aversión al PRI quedó clara en 2000. Alguien tan pobre intelectualmente como Fox, y no el PAN, le ganó al partido que parecía invencible. Sin embargo, doce años después Enrique Peña Nieto, con ciertas dificultades, lo regresaba al poder. Los dos gobiernos panistas fueron tan malos que la sociedad abandonó el hartazgo en espera de un nuevo rostro del instituto que nos es tan familiar.
Sin embargo, el PRI siguió igual, con su rutinaria tarea de seleccionar a los peores hombres y mujeres para gobernar. La corrupción continuó plácidamente y los nuevos funcionarios eran expertos en multitud de temas y simultáneamente desconocía los problemas nacionales. Por la SEP han pasado dos que poco o nada les interesaba la educación pública. Aurelio Nuño es en especial distante y se nota hasta en las selfies. ¿Algo se logró contratando a Rosario Robles?
Por el otro lado, los partidos que parecían aplastados por el PRI, se recuperaban. El PAN creció, dejó de lado sus fobias hacia la supuesta “izquierda” y ha ido arrebatándole estados al otrora poderoso partido oficial. “La “izquierda” nuevamente se dividió: López Obrador, decidido a tener un organismo electoral para él solito se fue y se llevó a miles de votantes. El PRD se quedó en su gran baluarte, la Ciudad de México, con la mitad. Pero hay algo más, las ilusiones de los “independientes” han crecido. Cada día aparecen nuevos candidatos sin partido a la espera de tenerlo a su gusto, bajo sus condiciones y son ya una legión de apariencia temible y ruidosa. Falta que aumenten cuando sobre todo el PRI mantenga sus prácticas políticas que son por demás obsoletas. Cuando le diga que no a un aspirante a gobernador popular para imponer a un amigo o familiar del presidente, la reacción será natural: renunciará al partido donde se formó y se hizo rico para ponerse a la venta del mejor postor.
Miguel Ángel Mancera es un caso interesante. Sin ingresar en el PRD obtuvo la candidatura al entonces DF, triunfó de manera aplastante y ahora, con huestes deficientes y mermadas, espera ser el candidato de un “frente común” para arrebatarle Los Pinos al priismo al que pocos le ven un futuro exitoso. ¿Cómo sería tal frente, quiénes lo integrarían, cuál sería su proyecto político y económico independientemente de “salvar a la patria”? De entrada López Obrador ha mostrado una y otra vez resistencias a formar alianzas con el PRD y con el PAN, pero como bien sabemos el tabasqueño cambia de opinión con facilidad y según sus intereses del momento. Muchos han considerado esta propuesta del jefe de gobierno capitalino como una ofrenda de paz a López Obrador. El PAN, en su turno, tampoco vería mal un “frente común contra el PRI”, sólo que no ve a otro candidato presidencial que a alguien de los suyos, Moreno Valle, Margaritas Zavala o Ricardo Anaya. Falta saber qué piensan los “independientes que decidan añadirse al grupo y las opiniones de partidos pequeños”.
Por lo que respecta a la unión de las “izquierdas”, un sueño largamente acariciado y siempre de triste despertar, el ex perredista Fernando Zarate Salgado dijo que la propuesta de crear “un frente progresista contra el PRI es algo fuera de la realidad”. Su opinión es importante porque de un lado refleja la realidad histórica de las fuerzas de izquierda y de todos los intentos que han hecho para unificar tareas; del otro, es alguien que conoce a la izquierda que a diario vemos: corrupta, sin propuestas ideológicas y buscando el poder para satisfacer ambiciones propias, no las de los sociedad. Su reacción fue breve e irónica: “Es un sueño guajiro la unión de la izquierda”.
Los “frentistas” piensan también en el PAN. Al parecer no se han dado cuenta que sus “compañeros de ruta” los utilizan, buscan sus votos, no piensan en ellos para dejarles tareas de alto rango. Son “tontos útiles”. Más claro. Acción Nacional ya dijo desde distintas voces que MAM sólo busca una solución personal, pues en rigor sólo cuenta con un partido maltrecho y sin rumbo claro, que no se repone del golpe que le propinó López Obrador.
Mancera insiste en que su proyecto va más allá de los partidos. Pero no es fácil convocarlos para decir que tiene en sus manos una idea que los hace de lado. Su postura de no afiliarse al PRD y sí utilizarlo como plataforma, es hábil, pero, me parece, que hasta aquí llegó. Su independencia es una impostura.
Por ahora la propuesta de Mancera, dicha con mucha frivolidad y pocos elementos de análisis no parece viable. Es evidente que las cosas cambiarán en la medida en que se acerque la sucesión presidencial. De lo que no hay duda es que el PAN, luego de sus éxitos y de los que pueda alcanzar, no parece requerir de alianzas o frentes. Ya utilizó al PRD y quedó en claro que sólo los panistas triunfaron.
Pocos saben qué harán PRI y el gobierno de Peña Nieto. Dudo que se queden aguardando una derrota apabullante con todos los partidos sumados en su contra. Algunos de sus militantes con espíritu crítico, no domados, piensan que van con retraso. Mucho. Dejando oportunidades a granel en el camino por la falta del empuje que le sobra a Morena.

www.reneavilesfabila.com.mx

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