Tan lejos de Dios y de Rusia, tan cerca de los Estados Unidos

Aída López Sosa
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Por: Aida Maria Lopez Sosa.

“Quien tiene la
casa de cristal, no arroja piedras”. 
Proverbio árabe

Hay frases que de cuando
en cuando aparecen y adquieren relevancia. Hace unas semanas, en la reunión
virtual que sostuvieron los presidentes de Estados Unidos y México, este último
revivió aquella que se le atribuye a Porfirio Díaz: “Pobre México, tan lejos de
Dios y tan cerca de los Estados Unidos. Cuenta la leyenda que el general la
pronunció ante un círculo íntimo y por este motivo no puede asegurarse su
autoría. “Haiga sido como haiga sido”, lo cierto es que parece que estamos muy
muy lejos de Dios, no solo por los estragos de la COVID 19 con más de 200,000
muertos, sino que a la tragedia  nacional
se suma la acaecida en la cuestionada doceava
Línea Dorada del metro de CDMX, incrementando la estadística de
mexicanos que han perdido la vida.

“Ya saben quién”, como dice el slogan,
hizo de la frase lo que en literatura se denomina “Periquete”: “Bendito México,
tan cerca de Dios y no tan lejos de los Estados Unidos”, o sea, con un juego de
palabras posicionadas de manera distinta, dio un giro hacia una nueva idea, no
sé si para mejor o peor ante su homólogo.

Una vez me dijo un analista geopolítico
brillante que, solo puede entenderse lo local en función de lo global; ahí se
encuentran las respuestas a lo inexplicable en determinado territorio.
Escuchando el discurso anual de Vladimir Putin ante la Asamblea Federal – la
mayoría sin cubrebocas-, me queda claro que estamos igualmente lejos de Dios
como de Rusia. En cerca de 100 minutos, Putin se concentró en hablar de sus
proyectos hasta 2030, en ese lapso alcanzará metas nítidamente definidas en
diversos plazos, todas enfocadas a tener un país fuerte. En ningún momento
habló de lo que ya hizo, no, eso no necesita repetirse, los ciudadanos están
conscientes de los apoyos y el bienestar obtenido. Hablar anualmente de los
proyectos, es un compromiso a corto plazo y eso es mejor que estar recordando
lo que ya se logró.

Los primeros 60 minutos centralizó su
discurso en lo local y la estrategia para concretar su proyecto nacional. En
México parece que nos ceñimos al axioma Dívide
et ímpera
– atribuida al emperador Julio César-, no alcanzando a entender
que el funcionamiento de una maquinaria, depende de cada uno de sus engranajes.
Nadie tiene más relevancia que otro, todos son importantes para lograr una
sociedad fuerte hacia un mismo objetivo.

Para alcanzar sus metas de desarrollo
nacional, estableció como premisa que son un país: “todos los niveles del poder y de los negocios deben trabajar con la
misma lógica”.
Para fomentar el turismo doméstico prolonga el programa de
recompensa del 20% del costo en viajes
por Rusia. A favor del bienestar de los niños, la recompensa será del 50% en
los viajes a los balnearios. Asimismo, los estudiantes podrán contar con
alojamiento y recompensa en sus viajes durante el verano. Por supuesto, los
empresarios cuentan con apoyos gubernamentales también.

Estamos muy lejos de Rusia. Los proyectos
de infraestructura regional en ese país, deben realizarse en comunión con los
intereses de los ciudadanos para crear nuevos
puestos laborales, mejorar el bienestar de las familias rusas, para garantizarles
un mejor futuro a los niños. En una frase, no se autoriza un proyecto si no
cumple el objetivo de mejorar el bienestar de la ciudadanía. Son un país, ya lo
dijo su presidente, lo que afecta a un sector, alcanza  al otro.

Resulta esperanzador que los científicos
rusos tengan encendida la alerta ante la posibilidad de nuevos virus, para lo
cual deben de crear una prueba en cuatro días, una vacuna a la brevedad y la
inoculación masiva a fin de evitar lo que la COVID 19. Esperan para el otoño la
inmunidad de rebaño.

Hasta que no nos concibamos con una unidad
y cada quien continúe preocupándose solo por su beneficio sin importarle lo que
le suceda a los demás, no lograremos “sacar al buey de la barranca”. Algunas
voces dirán, pero si esto no es Rusia, no tenemos el dinero que ellos tienen,
vivimos en el tercer mundo y una cantidad de justificaciones para la
desigualdad y demás cánceres sociales ocasionados, precisamente, por la dicotomía
entre sociedad y gobierno; dos planetas.

La idea de que en política la forma es
fondo, nos lleva a calificar de estrategias electoreras, los apoyos y becas que
el gobierno otorga a los sectores vulnerables como a los niños y jóvenes.
Cuando el gobierno en turno concede ayudas o beneficios a los necesitados, se
le llama de izquierda; si el apoyo es para los empresarios, es de derecha. Este
simplismo en la visión ha desgastado el quehacer político y erosionado la
gobernanza. Estamos muy lejos de apoyar
a las embarazadas, a las familias monoparentales, el número de hijos, y una
diversidad de asistencias que Rusia
tiene para sus ciudadanos, todo con la intención de evitar la pobreza y
debilitar su estructura.

Las acciones se apuntalan con ideologías,
los gobernantes también son ciudadanos y volverán a ser mortales una vez que
concluya su mandato. No podremos avanzar como país, mientras no se cambie la
dinámica en la cubeta de cangrejos.

Aída López Sosa
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