Lo único inevitable es el cambio.
Por: Jordy R. Abraham.
Correo: jordyabraham@gmail.com / Twitter: @JordyAbraham
El siglo XXI ha significado una
revolución tecnológica sin precedentes. La inteligencia artificial ha abierto
nuevos paradigmas relativos al progreso. Los teléfonos móviles hoy son
herramientas fundamentales, no solo para comunicarse con familiares y amigos,
sino también para estar conectados con una red de información que ofrece
múltiples posibilidades.
La manera de entender la economía, la
política y la sociedad ha evolucionado en un corto lapso. La era digital se
introdujo en la vida cotidiana de un modo abrumador. Esto ha dado pie a una
nueva forma de hacer negocios.
A la fecha, hay decenas de casos
sumamente relevantes. Uber es una de las empresas de transporte con mayores
utilidades en el mundo, sin ser propietaria prácticamente de ningún vehículo. Airbnb,
es un éxito global, al brindar a miles de viajeros un lugar donde hospedarse.
No obstante, este corporativo, no cuenta con bienes inmuebles adquiridos para
tal propósito. Las plataformas de software que ofrecen servicios se han
convertido en un boom. Las ganancias son multimillonarias.
Recientemente, la revista Forbes, ha
ubicado a Jeffrey Bezos como el primer lugar en su lista de las personas más
ricas a nivel mundial. Este visionario estadunidense es dueño de Amazon, una
empresa de comercio electrónico con un notable ascenso.
A su vez, cientos de malls (plazas comerciales), se han
visto forzadas a cerrar debido a las bajas ventas en Estados Unidos. Las
tiendas ancla como JC Penney, Sears o Macy’s, no consiguen obtener ingresos
significativos, por lo que deciden dejar de operar. Al retirarse las tiendas
principales del centro comercial, la afluencia de los consumidores se reduce
significativamente y el funcionamiento se vuelve inviable. Miles de empleos
relacionados a este giro, se han perdido. Se prevé que sean muchos más los malls que cierren al público en los
próximos años.
El comercio en línea se torna la
primera opción para los clientes. Comprar desde la comodidad del hogar es
sencillo y atractivo para la gente. Las nuevas generaciones tienen distintos
hábitos de consumo con respecto a sus antecesoras y eso impacta puntualmente en
el mercado internacional.
Así, la tendencia del cambio se
percibe contundente y sin marcha atrás. Las empresas que ofrecen servicios
deben de anticiparse a esta realidad. La globalización debe ser un trampolín de
impulso para el mercado local y nacional, por lo que no debe ser interpretada
como un obstáculo o una amenaza.
El derecho debe evolucionar para
contemplar las cambiantes necesidades que afronta la sociedad. Los avances tecnológicos,
con frecuencia, crean lagunas legales que se pueden volver un riesgo. La
bioética, así mismo, ha surgido ante la asignatura pendiente sobre la discusión
de algunos temas que antes eran inimaginables. Prueba de ello son la maternidad
subrogada y la fertilización in vitro, solo por citar dos casos.
Yucatán, históricamente ha sido un
modelo en cuanto a vanguardia en materia de legislación. Un palpable ejemplo de
la gran labor por parte de las autoridades gubernamentales por hacer frente a
estos retos, es el hecho de que esta entidad federativa se ha declarado libre
de cultivos transgénicos. Por lo tanto, a pesar del peso que representa la
empresa Monsanto, en Yucatán este tipo de práctica está prohibida, pues se ha reconocido
al interés comunitario por encima de aspectos comerciales. La salud y el medio
ambiente son prioritarios a todas luces.
La iniciativa privada yucateca, de
igual forma, debe de ser responsable y comprender que debe de abrir sus
horizontes. La inversión en tecnología es primordial para ser competitivos. Es
plausible el crecimiento industrial y económico que puede apreciarse en el
estado. Ahora bien, este desarrollo debe ser sustentable, así como organizado y
sostenido en el tiempo.
La revolución digital es una gran coyuntura
crítica que debe ser aprovechada al máximo por todos para mejorar la calidad de
vida de la población en general. Dar el salto hacia este nuevo paradigma
tecnológico requiere de valentía. La capacidad de adaptación será determinante
para tal objetivo.
