LA REVISTA PENINSULAR
El Colegio Electoral de Estados Unidos oficializó el triunfo de Joe Biden este lunes 14 de diciembre. En el conteo final, el demócrata obtuvo 306 votos colegiados mientras que Donald Trump 232. El presidente electo habrá de comenzar su gestión el 20 de enero del próximo año, lo cual representará un cambio radical en el rumbo de la política interior y exterior de este país.
De hecho, el Estado Mexicano reaccionó a esta ratificación con un gesto el cual demuestra intención de renovación, ya que el pasado lunes 14 también anunció su renuncia la embajadora de México ante Estados Unidos, Martha Bárcena. Según dio a conocer la diplomática en un foro académico, en marzo cumpliría la edad mínima de retiro de acuerdo a la Ley de Servicio Exterior por lo cual decidió jubilarse antes de terminar su encomienda actual. Se espera que dimita en las primeras semanas del próximo año.
Si bien, la jubilación de Bárcenas es congruente con la legislación, no está claro el por qué dio a conocer su partida el mismo día en el cual se ratificó la victoria de Biden. Como ya se mencionó, la salida no será inmediata, entonces pudo haber sido dada a conocer en un día distinto.
Ciertamente el “timing” busca enviar un mensaje, la pregunta es cuál. La respuesta más factible parece indicar que este acto propone un “borrón y cuenta nueva”, probablemente para mitigar los roces generados en el proceso electoral y postelectoral entre el gobierno mexicano y Biden. No sería certero proponer que haya sido una decisión motivada por capacidades, pues la aún embajadora es una experta en diplomacia con 43 años que la respaldan, además de haber sido representante permanente de México ante la ONU y la primera mujer en ocupar su cargo actual.
Pecaría de ingenuo quien piense que la coincidencia de días fue solo eso, una coincidencia, pues éstas no existen en la política y menos en la internacional, donde las formas adquieren mayor importancia. Aún más, Martha Bárcenas no fue la única en aplicar esta táctica, el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, igual anunció su renuncia el mismo día.
Tal y como en el caso de Bárcenas, la renuncia de Barr se dio en un contexto temporal atípico pues le quedaba aproximadamente un mes en el cargo. Los expertos en política estadounidense tratan de buscarle razón a esta salida, la cual trajo confusión y preocupación sobre qué ocurrirá en los últimos días de la presidencia de Trump. Al parecer, el fiscal general saldrá en buenos términos ya que Trump compartió un mensaje enalteciéndolo y agradeciéndole su trabajo, a diferencia de cómo ha denostado a otros excolaboradores quienes optaron por dimitir de su gobierno.
En el evento en el cual dio a conocer su futura renuncia, Martha Bárcenas también compartió que le recomendó al presidente Andrés Manuel felicitar a Joe Biden por su victoria ya oficial. Nuestro presidente se había rehusado a reconocer la victoria del demócrata pues consideraba que hacerlo sería una violación a la doctrina Estrada, la cual establece que México no debe inmiscuirse en los asuntos internos de otros países.
De esta manera, López Obrador sostenía que felicitar a Biden sería reconocer un triunfo aún impugnado en juzgados y bajo consideración de las autoridades electorales. Sin embargo, la realidad es que las apelaciones a las elecciones carecían de sustento probatorio y únicamente tenían relevancia por quienes procuraban la narrativa de un presunto fraude, como Andrés Manuel lo hacía indirectamente con su postura.
Al día siguiente de la ratificación del triunfo de Joe Biden, López Obrador por fin expresó sus felicitaciones al futuro mandatario norteamericano. Lo hizo mediante una breve carta en la cual el mensaje principal fue la petición de la procuración de los principios de no intervención y libre determinación, lo que proyectó un sentimiento de preocupación del Estado Mexicano respecto a la nueva administración de Estados Unidos.
Vale la pena remembrar que la administración de Donald Trump no fue respetuosa de la soberanía mexicana, específicamente en temas migratorios. La amenaza de aranceles con el objetivo de que se movilizase a la Guardia Nacional a la frontera sur para reprimir a migrantes o la imposición de la figura de tercer país seguro son muestra reciente de la influencia extranjera en la política interna de nuestro país.
No obstante, se podía observar una disociación en las relaciones de naciones y de ambos mandatarios, pues mientras la primera se deterioraba, la segunda se fortalecía. Puesto de otra manera, mientras México resentía ofensas de Estados Unidos y desplantes como la captura del general Salvador Cienfuegos, Andrés Manuel reforzaba su amistad con Trump yendo a Estados Unidos a hacer campaña en su favor.
Andrés Manuel López Obrador se dio cuenta que Trump solo presionaba en temas que le representaban beneficios electorales, pero fuera de eso le prestaba poca atención al funcionamiento interno de México; incluso, en una ocasión apoyó al gobierno mexicano con la donación de barriles de petróleo para cubrir los recortes de producción impuestos por la OPEP. Así pues, nuestro presidente aprendió a bailar al ritmo del presidente norteamericano y consiguió evitar mayor injerencia en su gestión.
La administración de Joe Biden no será lo mismo pues el próximo presidente ya declaró que pretende retomar el rol que Estados Unidos tenía dentro del Concierto de las Naciones, y empezaría por volver a adherir a su país al Acuerdo de París (principal tratado ambiental en los últimos años). Se espera que el nuevo presidente ejerza presión sobre el gobierno mexicano precisamente en temas energético, así como laborales mediante mecanismos legales propios del derecho internacional.
En los dos primeros años del gobierno de López Obrador podría decirse que hubo un balance positivo respecto a su relación con Estados Unidos. Definitivamente hubo roses y abusos, pero se mantuvo una cordialidad capaz de neutralizar cualquier conflicto que pudiese haber surgido. Con Biden las cosas prometen ser diferentes pues, a diferencia de su predecesor, se espera que tenga una postura más vigilante hacia la administración mexicana, no necesariamente con el objetivo de violar nuestra soberanía sino de corroborar que se cumplan parámetros y compromisos internacionales.
Nuestro presidente no se demoró en anunciar al sucesor de Martha Bárcenas, pues un par de días después presentó al actual secretario de Educación Pública como próximo embajador. El secretario de Gobernación durante el sexenio de Zedillo y ex director ejecutivo de Grupo Azteca no tendrá una tarea fácil pues se anticipa una relación alejada a lo cálida entre Obrador y Biden, la cual da mayor relevancia a su desempeño ya que será imprescindible para la construcción de puentes entre nuestra nación y nuestros vecinos del norte.