Reconciliación

Luis Carlos Ugalde
Luis Carlos Ugalde
Sígueme en redes sociales:

Democracia eficaz, por:Luis Carlor Ugalde

La reconciliación es el único camino
para que la intensa competencia entre partidos, las campañas de ataque que
emprendieron y la polarización política queden atrás después del 1º de julio.
Nuestra incipiente cultura política propicia que los pleitos naturales de una
contienda electoral lleven a problemas familiares, sociales y luego a heridas
que tardan tiempo en sanar. Todavía en esta elección se arrastran agravios,
acusaciones y anécdotas del 2006.

Con el segundo debate presidencial del
pasado domingo ha concluido la fase de propuestas y de críticas centrales entre
candidatos. Esto no significa que no habrá nuevas propuestas o nuevos ataques.
Por supuesto que habrá más ofertas de gobierno. Por ejemplo, José Antonio Meade
presentará su libro de propuestas, igual que Ricardo Anaya. Pero no veo que
haya algo realmente novedoso o impactante que pueda mover el ánimo colectivo.

También habrá más campañas de ataque en
redes sociales y en medios electrónicos. Pero después de todas las acusaciones
que ya se han hecho en contra de los tres candidatos de partido, no veo nada
significativo que pudiera cambiar la imagen que de ellos tiene buena parte de
la población.

Por eso creo que a partir de ayer inicia
una fase de reflexión una vez que las cartas están sobre la mesa. Por supuesto
que en los próximos 39 días la reflexión puede mover intenciones del voto y canalizar
a los indecisos de un lado o de otro y con ello consolidar la ventaja del
puntero o acortar su distancia del segundo lugar. Pero será como resultado de
las ofertas hechas en los pasados meses, no como resultado de nueva
información.

Además de la reflexión del voto, es
importante que el país empiece a pensar la fase de reconciliación. Pensar en la
mañana del 2 de julio y los meses subsecuentes. Muchos países terminan
elecciones polarizantes e inician la revancha de los ganadores y perdedores.
Esos países destruyen su futuro y tardan en sanar generaciones. Otros terminan
el pleito electoral y ven hacia el futuro, tienden puentes y reconstruyen los
agravios. Esos países aprovechan el pleito en oportunidad de progreso.

La fase de reconciliación implica la
suma de las voluntades y buenos oficios de todos. Primero, del presidente electo
—sea quien sea—, quien deberá invitar a sus adversarios a transitar hacia un
camino de inclusión. Deberá hacerlo con gracia y respeto, con empatía plena de
que pasada la elección a él es a quien más conviene un tono de respeto y evitar
que el ánimo revanchista predomine. El ganador debe dar garantías de que el
tono excluyente de las campañas se convierta en un tono que tienda puentes y
olvide los agravios pasados.

Dos, el entendimiento con actores
económicos como el sector empresarial es fundamental. Con frecuencia la
iniciativa privada ha jugado de forma acomodaticia; tras bambalinas, esperando
que haya un nuevo gobierno para sentarse a negociar. Los empresarios tienen la
oportunidad de renovarse en sus formas y estilos. Dejar de ser un organismo cupular
y convertirse en uno transversal, con mayor liderazgo político. Con mayor
apertura a la sociedad. Menos una sociedad secreta y más un gremio que promueve
el bienestar general porque ahí va su propio interés como empresarios.

Tercero, pensar una nueva reforma
electoral como mecanismo para sentar las bases de nuestro futuro democrático.
Gane quien gane, es necesario repensar las reglas electorales. Las normas que
regulan el financiamiento y la operación de las campañas políticas están rotas.
Asimismo, es necesario defender el sistema de organización electoral por su
solidez y transparencia, mientras ponemos atención en cómo modificar el sistema
que regula la contienda entre candidatos.

El nuevo presidente de la República
podría dar una señal de cambio canalizando su energía para promover el diálogo
con el objetivo de repensar las reglas de la democracia electoral. Primero,
apostando abiertamente por el juego electoral como la única vía para alcanzar
el poder político. Segundo, apostando por los principios de la democracia
representativa: los pesos y contrapesos, los controles temporales y el papel
central de los votantes como el último resguardo de la soberanía del país.

Pensar ya en la mañana del 2 de julio es
una buena forma de evitar una mala noche del 1 de julio. Gane quien gane
debería haber júbilo democrático de haber conducido la elección en los márgenes
de una democracia electoral, a pesar de sus excesos y deficiencias. Por eso no
se vale que haya ganadores y perdedores más allá de ese domingo por la noche.
El lunes por la mañana México debe amanecer como un país ganador. Ojalá así
sea. Ojalá así fuera.

Luis Carlos Ugalde
Luis Carlos Ugalde
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último