Polarización en México

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez.*

En Facebook y en Youtube: Dr. Jorge Valladares. 

Polarización en México
Ni América, Ni Guadalajara: El TRI

Recuerdo esos domingos en que mi hermano
gritaba, insultaba, festejaba, y disfrutaba conviviendo con sus amigos. Con la
eterna esperanza de que hubiera mejores jugadas y más goles de su equipo, el
América. Sé que al escribir ese nombre ya una reacción emocional se añade al
posible interés que tengas en leer. Algunos, pocos, je, abrirán la expectativa
de que hable bien de él, dado lo atinado de sus preferencias futbolísticas y
otros muchos empezarán a dar por hecho sus preferencias sexuales.

Así de grave. Me enteré muy pronto, cuando
alguna vez no vinieron a casa sus amigos, sino que me colé a ir con él a casa
de más personas y ver que, tan vehementemente como él creía ver grandeza en su
equipo, otras personas lo ofendían y le exhibían error tras error, dando por
hecho que tan poco valor tenía ese equipo, como él mismo por irle. Y la
urgencia de todos. Mi hermano apurándome a irle a alguno para decidir donde
incluirme o no, y sus amigos con la esperanza de que yo lo imitara o me
deslindara para tratarme como a él e incluirme en los festejos o las burlas.

Al cabo de unos meses, sin mucha claridad,
confieso, me decidí por el Guadalajara. Por favor, PARA lo que estés pensando.
De inmediato mi hermano me hizo saber qué tan tonta era mi decisión, que seguro
la tomé por molestarle o mal influenciado por una revista llamada “Chivas,
Chivas, Ra, Ra, Ra”. Traté de explicarle que allí y en las noticias decía que
ese era el único equipo de puros mexicanos y a eso sí le encontraba sentido,
aunque al fútbol no. Fue inútil, rápidamente perdí acceso a esos momentos de
domingo con él.

Creí entender. Águilas (cremas, canarios,
pues) y chivas eran incompatibles. Antes de acabar el siglo, Ramón Ramírez me
hizo ver mi error. Me acordé entonces que no, yo ni chiva, ni futbolero, era;
mexicano sí, pero ya Mascareño andaba por allí poniendo en duda el valor de la
virtud que me motivó. Luego vinieron las marcas a mancillar el honor de los
uniformes y a incrementar su costo de una manera ridículamente exagerada. Hoy
puedo entender y disfrutar un partido, juegue quien juegue; aunque sé que pocos
son los que alcanzan para eso. Se duplicaron los “campeonatos”, cualquier
empresario puede comprar un equipo, hacerse de los jugadores de otro y ser
campeón… Ya sólo sigo al TRI, y en mundiales.

Se dice que de fútbol, de religión y
política no es sano conversar, por el riesgo de que hasta relaciones largas y
sólidas puedan caer en crisis. Quitando el fútbol, por las razones ya
expuestas, creo que es precisamente de lo espiritual y de lo social de lo que
mejor deberíamos poder conversar en nuestras comunidades, con nuestros vecinos,
y especialmente con nuestros amigos/as o al menos en la familia.

Pero es endemoniadamente difícil y eso por
varias razones, adicionales a la temática que sea. La primera es que, en
general, no somos educados o capacitados para conversar. En artículo previo he
analizado ese verbo, baste retomar que se refiere a que dos o más personas o colectivos que tienen posturas
propias se reúnen, más de una vez, a intercambiar hasta el grado de hacer que
versen, es decir, que giren, que se acomoden los planteamientos, y aquello que
se comparte finalmente arribe a algo más; que, por supuesto, considera a los
planteamientos y los integra, o crea incluso, uno nuevo. No es hablar, platicar,
opinar; monólogo, diálogo ni debate.

Otra razón es nuestra tendencia a
considerar que ya tenemos la razón. Estatus difícil de alcanzar tantas veces
como lo asumimos, pero en cuyo caso consideramos que lo que procede es ilustrar
al ignorante, corregir al confundido, evidenciar al mentiroso o callar (o
ignorar) al necio. No, no tenemos la razón en todo, ni siquiera en mucho, je;
pero si alguna vez la tenemos, seguramente pasaría la prueba de una buena
conversación.

Como tercera quiero referirme a la baja
disposición que tenemos a fundamentar lo que sabemos. Aceptamos posturas que
nos simpatizan, confirmamos en palabras convenientes lo que ya creíamos y damos
por válida alguna muestra circunstancial que confirme lo que dábamos por hecho.
El razonamiento científico es poco favorecido en comparación con el sentido
común y con el pensamiento mágico.

Para complicarlo todo, estas reflexiones
ocurren en franco periodo de posmodernidad, con su maldita tendencia (también
ya antes desarrollada en este amable espacio) a el abandono de las utopías, la afirmación del presente,
la continuidad del hedonismo y su acento mayúsculo en la tolerancia, el
espíritu de comicidad, el sentido de
“todo se vale”, el paso de la jerarquía a la anarquía, de la semántica a la retórica,
del paradigma al sintagma, de la selección a la combinación, de la paranoia a
la esquizofrenia, del origen y la metafísica a la diferencia y la ironía, y,
claro, del significado y la trascendencia al significante y la inmanencia.
Cualquiera hoy puede decir lo que quiera ante lo que sea, sin mayor
consecuencia (logro importante) con lo cual lo viral le gana a lo urgente, que
ya había vencido a lo importante.

Y un cuarto elemento, presente desde hace
décadas, hoy acentuado: no sabemos (pa’ ser sincero, ni queremos, diría el neo
soltero más popular) escuchar. Las pocas habilidades que trataron de enseñarnos
para ese fin se diluyen entre nuestro deseo de decir lo que traemos, reaccionar
con lo que sentimos, aparentar tener un punto o despreciar a quien está
enfrente por pensar diferente o hacer algo que nos incomoda.

Es este contexto tan humano, tan social,
tan frecuente, la enzima que cataliza cualquier semilla de polarización, esa
que hoy se hace tan evidente entre mexicanos/as, pero que no acaba de nacer, ni
es tan exclusiva de nuestro País. Analistas nos señalan cómo nuestra transición
de la colonia a la independencia inició ese camino y otros ubican en los
cambios de gobierno a inicios del milenio la versión más reciente y repetida.
Y, claro, que ésta es una tendencia mundial, aunque es frecuente que en ello,
como en mucho, asumamos que como México no hay dos.

Se me ocurre una encuesta; perdón, me dejé
llevar por la moderna promiscuidad lingüística; quiero decir, un sondeo:

Como mexicano/a,
Usted (elija una sola opción)

1. Se considera
más como:

a. Chairo     b.
Fifí         c. Amlover           d. Aspiracionista          

e. sólo un mexicano/a     f. Otro: ___________________

2. Desea que a
México:

a. le vaya bien     b. le vaya mal       c. lo
gobierne un civil    

d. lo gobierne un militar                 e. lo gobierne MORENA        

f. NO lo gobierne MORENA

3. Piensa que el gobierno debe darle prioridad
a resolver:

a. quién miente en las noticias           b. la economía y la seguridad

c. el actuar de los periodistas             d. el actuar de la familia
presidencial

Leemos a diario, si a diario leemos, una
variedad de posturas antagónicas generadas desde los planteamientos que hacen
los políticos perennes y no hemos encontrado el camino para hacer que la
información, pero más importante las soluciones que se nos ofrezcan,
correspondan con lo que sirve a la vida de nuestras familias y comunidades. Y
contribuimos a mantener eso como prioridad de los funcionarios/as a quienes
pagamos, y mucho, entre todos/as, dedicando nuestra atención a sus
distracciones y prioridades.

Afortunadamente, mucho más que frente al
fútbol, existe un gran sector que observa de lejos, sin mayor participación, la
forma en que crece el encono y se desgastan las relaciones entre las personas
que aceptan ser parte del juego de la polarización. Aunque no por ello han
encontrado el camino para una exigencia efectiva del desempeño que deben darnos
en especial los gobernantes y en general quienes deben ejercer como servidores
públicos.

¿Qué potencial tenemos quienes en el
sondeo hayamos respondido con las opciones E, A, B? ¿Podríamos entre nuestras
prioridades y ritmos de vida hallar una ruta para contar con un gobierno
aplicado a lo que es su función?

He aquí el primer reto: ¿podemos
participar en una conversación real, sobre un tema que nos importe, sin
calificar a las personas que participen con las otras opciones de la primera
pregunta? Las redes, espacio al que millones tenemos acceso y cientos de miles
usamos, nos dejan ver la enorme dificultad de lograrlo.

Vemos desfilar las opiniones que inician
con: “qué vergüenza…”, “de pena ajena que…”, “tengan para que aprendan”,
“bajeza y venganza…”; o que incluyen apodos como “pejezombies”, “prianistas”,
“chayoteros”, “bodoque”… Que obviamente NO dejan margen alguno para una
conversación. Corren “hilos” y páginas de afirmaciones aisladas, que alimentar
el encono, y más a los políticos perennes (de cualquier color), a los anunciantes,
y, peor aún, a la polarización.

Y a pesar de ello, podemos apreciar de
cuando en cuando algún dato que parece provenir de un buen saber, alguna idea
que si la revisamos podría dar cauce a una andar conjunto, alguna invitación
irónica que en otras condiciones podríamos celebrar…

Hay quienes visualizan un punto de retorno
a una “narrativa” de integración o al menos consenso al terminar el periodo de
un líder único y con tanto arraigo entre el pueblo o ante el surgimiento de
nuevas propuestas (políticas) que aprovechen el hartazgo social por el
enfrentamiento y muevan su discurso al centro.

Ciertamente hay potencial; pues el punto
principal de enfrentamiento es en torno a una persona (sus decires y haceres) y
no por objetivos, ideologías y ni siquiera por confianzas. Me explico. Probablemente
entre nuestra gente hay una mayoría calificada que está por el desarrollo,
lograr seguridad, acabar con la corrupción, dotar a todos de empleo, salud y
educación; así como por la convivencia respetuosa de formas diversas de pensar;
y ciertamente sabemos que nuestros/as políticos perennes, que brincan de cargo
en cargo y de partido en partido, son, con contadas excepciones, el lastre
mayor a remover para un cambio positivo.

A contrario sensu: quien reconozca haber
pecado en el camino de la comunicación y la convivencia armónica entre
mexicanos, que se abstenga de tirar la siguiente piedra… Juntando unas cuantas,
podemos empezar a construir un caminito hacia adelante.

———————————————-        
*Jorge Valladares Sánchez
Papá, Ciudadano,
Consultor.
Representante en
Yucatán de Nosotrxs por la Democracia, A.C.
Doctor en Ciencias
Sociales.
Doctor en Derechos
Humanos.
Licenciado en
Psicología y Licenciado en Derecho

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