Por Vladimir De la Torre
El Socialismo cubano fue para mi generación un sistema de contrastes, era más fácil morir por la Revolución que entender la Revolución.
-Cuando eramos niños todos teníamos garantizada la escuela pero el gobierno solo nos dejaba tener 3 juguetes al año: uno básico, uno no básico y uno dirigido. Ningún niño dormía en la calle pero solo podíamos comprar un solo par de zapatos.
-En la secundaria el gobierno nos regalaba los libros y la merienda pero teníamos que construir refugios subterráneos antiaéreos por si Estados Unidos nos bombardeaba.
-En la preparatoria no nos obligaban militar en la Unión de la Juventud Comunista pero teníamos prohibido escuchar música en inglés. Por obligación estábamos internados y durante tres años teníamos que estudiar en la mañana y trabajar en el campo en la tarde.
-Estudié en la mejor Universidad de Cuba, no costaba, pero solo teníamos electricidad 8 horas de las 24 que tiene el día. Solo el mejor de la clase cada mes le daban derecho a ir a comer en un restaurante con un acompañante. No vendían los libros pero teníamos prohibido entrar a una tienda y no podíamos ver de cerca ni siquiera el lobby de un hotel.
-No había impuestos, pero el salario era equivalente a 198 pesos mexicanos al mes. A mí madre no la dejaron tener teléfono en casa porque sus 3 hijos nos habíamos ido de Cuba y a mi papá le quitaron la televisión a color que le habían dado como estímulo por trabajar 12 horas diarias por el mismo motivo.
-No se podía ir a la iglesia, estaba prohibido bautizarse pero si nos obligaron a ir a una guerra en África. No había secuestros pero para salir del país tus vecinos tenían que darte una carta para autorizarte y si tardabas 30 días te quitaban tu casa. Amigos de 19 y 20 años perdieron su vida en una guerra ajena, en entrenamientos del servicio militar obligatorio o en una balsa en el mar.
Cuba es difícil de entender, no me alegra la muerte de Fidel, pero mi parte cubana entiende a quienes celebran. Compartí con Fidel 3 veces (1991) (1994) (1996). Fue la última vez que lo vi en persona. Tenía el honor de ser el abanderado de Cuba del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
Dos años antes le comenté a Fidel en un congreso estudiantil de la Federación Universitaria:
-“Comandante se han cometido algunos errores”
Me respondió:
-“Los errores del proceso revolucionario son parte de la Revolución que no son la Revolución”.
Esa vez empecé a entender que todo lo que yo había logrado fue gracias a la Revolución pero también a pesar de la Revolución. Cada cubano tendría algo que agradecerle a Fidel y algo que reprocharle.
En nombre de Fidel se lograron grandes conquistas pero también en su nombre de cometieron muchos atropellos. Con su muerte ocurre un hecho inevitable, este es el principio del fin.
Cada vez que regreso a Cuba tengo un solo ritual. Voy a una parada de autobuses donde dormía a veces porque no había transporte y si me iba hasta mi casa no llegaría temprano a presentar un examen en la Universidad. Allí me siento y pienso, pienso y me veo a mi mismo llegando hace 20 años. Desconozco cuantas imágenes pasaron por la mente de Fidel en sus últimos momentos.
Puedo asegurar que en mi último minuto, entre mis imágenes, pasará por mi mente esa banca.