Por Enrique Aranda
Esclarecedor y directo, sin duda, el mensaje de Manlio Fabio Beltrones que, el pasado lunes, precedió a la presentación de su renuncia a la presidencia del Revolucionario Institucional, su partido, diez meses apenas después de asumir la dirección del mismo. Revelador también, porque no sólo asume de manera plena la responsabilidad de la derrota en los pasados comicios sino porque, aunque en lenguaje “políticamente correcto”, revela cuáles, desde su perspectiva, fueron las causas que propiciaron la debacle y que, hoy por hoy, mantienen en riesgo la permanencia del priismo en la Presidencia, tras el 2018…
Una, la más fácil de decodificar, la realización de malos gobiernos y la corrupción e impunidad que, en los últimos días, alentó la generalizada visión de un hartazgo social que, mencionó el sonorense, llevó a que “en muchos casos, los electores dieron un mensaje (de repudio) a políticas públicas equivocadas o a políticos que incurrieron en excesos, que no tuvieron conductas transparentes y que no actuaron de manera responsable… recibieron la sanción de una ciudadanía vigilante que premia o castiga con su voto”.
Y por si hubiera dudas, el parafraseo al sacrificado Luis Donaldo Colosio cuando afirmó que “lo que los gobiernos hacen sus partidos lo resienten”. “Nos queda claro —agregó— que nuestro partido tiene que cambiar. Es necesaria una transformación a fondo para servir mejor a la gente y conectarnos más con la ciudadanía, tanto en sus causas y aspiraciones como en el rechazo hacia políticas públicas con las que no coinciden”.
¿Más claro o con eso…? Dura, directa crítica a mandatarios que como los Duarte, los Borge y/o los Moreira en el ámbito estatal, o a personajes destacados de anteriores y de la actual administración federal, del Legislativo que, en mayor o menor medida, personifican la (cruda) descripción…
Dos, aunque de manera menos clara, la necesaria unidad del priismo, y de éste con su(s) gobierno(s), como premisa básica si de ganar elecciones y de avanzar en lo que el ahora exdirigente identificó como “proyecto de nación del siglo XXI… el México que queremos” se trata y que, dijo, exige “que haya correspondencia y retroalimentación en las agendas de gobierno y partido, respetando el ámbito de competencia de cada parte. Es imprescindible, diría que es urgente y prioritario, que reforcemos la rendición de cuentas de los servidores públicos, legisladores y gobernantes que emanan de las filas del PRI, que oigamos y atendamos las demandas de castigo a la corrupción y a la impunidad”.
Más: “requerimos hacer efectivo el papel político del partido como vigilante de la gestión de los gobiernos priistas, con facultades estatutarias para actuar con determinación y a tiempo para reconocer y premiar aciertos, corregir errores y sancionar conductas irresponsables”.
(¿Cuántos hoy en la esfera pública, igual en el ámbito federal y a nivel estatal y/o municipal, militantes todos de los oficialismos tricolor, debieran preguntarse hasta dónde fueron uno, con sus correligionarios, en la pasada elección? ¿Cuántos, a la vista la imposibilidad de ser nominados —los Yunes, Rosas, Joaquín, por ejemplo— asumieron otros rumbos?).
Éstas y más preguntas, deben haber estado en la cabeza de Beltrones al hacer su reflexión de inicio de semana, ¿o no?