“El hombre moderno tiene la pretensión de pensar despierto.
Pero este despierto pensamiento nos ha llevado por los corredores de una sinuosa pesadilla, en donde los espejos de la razón multiplican las cámaras de tortura.
A salir, acaso, descubriremos que habíamos soñado con los ojos abiertos y que los sueños de la razón son atroces.
Quizá entonces empezaremos a soñar con los ojos cerrados.”
Octavio Paz.
Luis Donaldo Colosio Murrieta, el hombre, el político, el pensador, el comprometido con la transformación democrática en México, nacido un 10 de febrero de 1950, en Magdalena de Kino, Sonora, proviene de un seno familiar nutrido de valores y principios humanistas.
Sus padres Luis y Armida, inculcaron en los seis hermanos un gran arraigo y amor a su tierra.
Su sensibilidad social y autentica determinación de poner a la gente en el centro del actuar político, se explica, en parte en sus orígenes.
En sus estudios de primaria fue el alumno más destacado del estado de Sonora, lo que le valió el derecho de conocer al entonces presidente Adolfo López Mateos en la ciudad de México, hecho que lo marcó determinantemente en su vocación política.
En la preparatoria, fue dirigente estudiantil en 1967, en medio de fuertes problemas que se suscitaban en su entidad, optó por continuar sus estudios de licenciatura en una universidad fuera de su estado.
Entonces es cuando decide estudiar la licenciatura en Economía en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, de 1968 a 1972, en donde trabajó de prefecto y se recibió como el mejor promedio de la carrera.
En enero de 1974, inició sus estudios de posgrado en la Universidad de Pittsburg, debido a que el plan de estudios no le satisfacía decide cambiarse a la universidad de Pennsylvania finalizando su maestría en Desarrollo regional y ser candidato a doctor en 1977.
Es, en el prestigioso Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados, de Austria, donde realizó investigaciones sobre migración, urbanización y desarrollo en México.
Su permanencia en Europa y su visita a los antiguos campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial, revelan su convicción a favor de la libertad y la democracia.
“Todo sistema que haga uso de la fuerza y métodos represivos para subsistir no merece mis respetos. Estoy y estaré siempre en contra de todo sistema donde las ideas por equivocadas que sean no encuentren un medio de difusión”, le escribió a su padre.
Ahí, se descubre, además de un investigador académico de tiempo completo, como un joven de convicciones e ideales definidos, inscrito en la corriente del pensamiento liberal.
Su intensa vocación por el servicio público se complementaba asimismo con un marcado interés por la docencia.
A su retorno a México, fue invitado a incorporarse a un cargo menor en la Secretaría de Programación y Presupuesto, encabezada por Miguel de la Madrid.
Su sólida formación académica, inteligencia y capacidad de trabajo, le permiten distinguirse por sus aportaciones en materia de política regional y urbana, así como de finanzas públicas de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
De manera paralela a su desempeño gubernamental, Luis Donaldo Colosio fue maestro en la UNAM, en el Colegio de México y en la Universidad Anáhuac, institución en donde conoce a Diana Laura Riojas, quien fuera su esposa y madre de sus hijos, Luis Donaldo y Mariana.
En su labor política es descrito como un legislador de diálogo y conciliación, así como un líder de excepción.
En 1985, fue electo diputado federal por Sonora, las circunstancias y méritos personales lo llevaron a ocupar la presidencia de la Comisión de Programación y Presupuesto y Cuenta Pública de la H. Cámara de Diputados.
En esta tarea, se le recuerda firme en el debate, pero abierto en la conciliación, logrando ejercer un liderazgo efectivo entre sus correligionarios y generando vínculos constructivos con las más diversas fuerzas políticas del país.
En 1988, se desempeñó como Oficial Mayor del PRI, Coordinador de la Campaña presidencial y candidato a Senador por Sonora.
Como Presidente del C.E.N del PRI y de la Conferencia Permanente de Partidos de América Latina se distinguió por su liderazgo y resultados.
Paz, afirmaba que “la democracia, en su expresión más simple, es ese espacio donde se despliega la crítica. Pero la crítica de los otros exige la autocrítica. Para hablar con los demás, debemos aprender a hablar con nosotros mismos”, decía
Fiel a esta convicción democrática, bajo su dirección, durante la XIV asamblea, en 1990, Colosio transforma al PRI en un partido plural, abierto, con respeto y derecho a la crítica.
De dirección colegiada, con la creación del Consejo Político, se da paso a un partido preparado para la democracia territorial y políticamente competitivo.
En esa histórica asamblea se convirtió lo que era IEPES en lo que es hoy la Fundación Colosio A.C.
En la elecciones federales de 1991, Colosio logra una notable recuperación electoral, la obtener el 62 por ciento de la votación efectiva.
Al dejar su cargo como dirigente nacional para asumir la titularidad de lo que es hoy la SEDESOL, Luis Donaldo dejó un partido más abierto y deliberativo hacia adentro y más fuerte y competitivo hacia fuera, con un ánimo y discurso renovados.
Al frente de la SEDESOL, Colosio encabezó la política social con acento en el ordenamiento territorial y el desarrollo urbano, el impulso a la vivienda social, la corresponsabilidad de las comunidades en la solución de las necesidades y el reconocimiento de los nuevos movimientos sociales.
“Recordemos que el mundo no nos ha sido heredados por nuestros padres, sino que ha sido prestado por nuestros hijos”, detalla su firme compromiso con el desarrollo económico compatible con el medio ambiente.
El histórico discurso pronunciado el 6 de marzo de 1994, es un tratado completo, pieza de estudio académico en donde se muestra, de modo diáfano, su pensamiento y estatura de estadista.
En él, se denota un conocimiento profundo del desarrollo histórico del país, una conciencia plena de las circunstancias que lo rodeaban, el convencimiento honesto de la necesidad de reformar el poder simultánea al impulso de un nuevo modelo desarrollo, así como su sincero ofrecimiento de conducir el cambio con rumbo que requería la Nación.
A Colosio, el historiador Enrique Krauze lo describe como “un hombre extremadamente suave, cortés, discreto. Le gustaba la música de Bach, tenia cara de charro mexicano, sonreía con frecuencia pero sus ojos delataban una tristeza infantil”, señalaba.
Krauze, lo veía como un hombre de temple liberal, directo, abierto, conocedor que el PRI había dado a México largas décadas de estabilidad y crecimiento, arrancando al país del vértigo de la dictadura y la anarquía típica de la historia latinoamericana de ese siglo.
Como amplios sectores sociales, sostiene, Colosio veía en la democracia la única vía de legitimidad política para el país.
“Juro por mis hijos que no aceptaré un solo voto al margen de la ley”. Prefiero no llegar a llegar por medio del fraude”, comentó en varias ocasiones.
Quería jugar limpio y esperaba los mismo de sus adversarios y de los electores. Por eso prescindió de los habituales cuerpos de seguridad en la campaña presidencial.
Montado en su Blazer azul- montado es la palabra exacta: era hijo de ranchero y ganadero de Sonora- recorría los pueblos para estar cerca de la gente; “ustedes me cuidan” dicen que decía cuando, confiado, la propia gente le reclamaba andar tan inerme.
La consumación del artero e incomprensible magnicidio ocurrido en Lomas Taurinas hace 23 años, le impidió a Colosio ver los frutos de sus sueños y de sus hechos, pero no evitó que nosotros podamos seguir su magnífico ejemplo de congruencia y convicción.
En México ya vivimos circunstancias muy distintas al México con hambre y sed de justicia que vio Colosio en el aciago 1994.
Hoy la democracia anhelada por Luis Donaldo, se refleja en instituciones que garantizan el derecho a elegir a nuestras autoridades, en organismos que velan por el respeto de los derechos humanos, la trasparencia y la rendición de cuentas y evalúan y miden el alcance de las políticas públicas.
Hoy vivimos en un país donde la pluralidad de partidos políticos, la competencia y alternancia política son una realidad cotidiana.
Habitamos en un país en donde la división de poderes es una realidad permanente y no existe un poder hegemónico sobre el Pacto Federal.
Una nación en la cual el ejercicio democrático del poder se manifiesta con la libertad de expresión y critica abierta al gobernante.
Hoy nos corresponde hacer una realidad la consolidación de nuestra democracia, pasar del proceso de elección democrática, al ejercicio democrático del poder, eliminando para ello los obstáculos que lo han evitado en los últimos años.
Ese es el ánimo de la visión reformadora que impulsa el gobierno de Enrique Peña Nieto, objeto de ataque superficial simplista y de la demagogia de partidos conservadores y populistas.
Es nuestro compromiso defender nuestra democracia, nuestros ideales y la enseñanzas de Luis Donaldo Colosio.
En Yucatán, rendimos homenaje a Colosio con hechos diarios que permiten orgullosamente tener unos de los mejores gobiernos emanados del PRI, conducido por una generación heredera de la enseñanzas Colositas y encabezado por el liderazgo de Rolando Zapata Bello.
Al rendirle tributo a su memoria y recordar sus valores podemos afirmar, sin ningún asomo de duda, que Luis Donaldo Colosio vive, vive en los corazones e ideales de quienes compartimos sus sueños y valoramos su ejemplo.
Que viva Colosio
Que viva el PRI
Que viva Yucatán
Que viva México.