Lo que sigue en el PAN

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

En su
columna Sin Rodeos, que publica los lunes el periódico Milenio, titulada El PAN de ayer y el de hoy, Diego Fernández de
Cevallos dice que “Todo el que de
verdad conozca lo que inicialmente fue ACCIÓN NACIONAL y entienda lo que debe
ser en el México de hoy coincidirá en que el gran desafío de los panistas no es
regresar lo más pronto posible a la Presidencia de la República”.

Agrega: “Quien piense que ese debe ser nuestro más
caro anhelo, que nos justifique como partido político, estará reconociendo —a
escondidas— que ve la política como botín y que no está dispuesto a vivir fuera
del presupuesto”.

Dice: “No, los panistas tenemos un deber ético
superior: asumir que fuimos llamados a dar, no a recibir, y el momento actual
nos exige entender que México
empieza una etapa de involución histórica de consecuencias impredecibles, en
cuanto tiempo y devastación”.

Es hora de tomar en serio, como algo
vital para nuestro país, lo que escribió días antes de las elecciones del 1 de
julio el talentoso y certero León Krauze:
“El desenlace de una elección importa
por quien gana, pero también por quien pierde. En una democracia, en teoría, el
carácter de la oposición pesa tanto como la disposición y mandato de quien
accede al poder… el futuro de las fuerzas de oposición se vuelve tan o más
importante que el proyecto del nuevo gobierno… Hablando en plata, mientras el
nuevo presidente y los suyos crecen, los opositores potenciales se diluyen…
Incluso un gobierno con las mejores intenciones requiere del equilibrio de una
minoría vigorosa y lúcida… El poder absoluto nubla por principio”.

Continúa su dicertación: “Más claro y contundente, imposible. De ahí que los
liderazgos de ACCIÓN NACIONAL a lo largo y ancho de la República deban reunirse
sin dilación, y en “camaradería castrense” (como decían los fundadores hace 80
años) demostrar a la militancia y a toda la Nación esas cualidades
indispensables para reconstruir al partido, fortalecerlo y contribuir a la
sanación de la vida pública: HONOR y GENEROSIDAD”.

“No bastan el talento, el conocimiento, la ambición y
el coraje; sin conciencia de nuestra dignidad y el auténtico desprendimiento
personal todo termina en mazacote de intereses y pasiones”, puntualiza y
agrega:

“Para que el PAN recobre unidad y fuerza, y para que
vuelva a merecer la confianza de la mayoría de los electores, mucho ayudarán
los líderes dispuestos a rechazar cargos internos y de gobierno, para darse a
la tarea —como en los primeros tiempos— de mover las almas de hombres y mujeres de buena voluntad para
incorporarlos en este proyecto humanista y democrático, defensor de las
personas y de las instituciones, de la propiedad privada y de la social, de las
libertades individuales y del Estado de Derecho, del valor del trabajo y de la
solidaridad, y de la defensa de los bienes de la naturaleza, para lograr el
ideal troquelado en el himno del PAN: “Una patria ordenada y generosa, y una vida mejor y más digna para
todos”.

En esa reflexión por ser la
misma condición debería también estar el PRI, en el PRD. Sin embargo, los ideologos
de esos partidos parecieran que no han asimilado con la claridad de Diego el
futuro de sus partidos.

En una charla un gobernador
priista aún en funciones me decía que no tienen idea de qué sucederá con su
partido, que no ha habido una reflexión seria y que sólo se ven oportunistas
como Ivonne Ortega o Ulises Ruiz que pretenden depredar lo que queda del
partido y rechazar la responsabilidad de la derrota.

En el PRI la reflexión
debería ser mucho mayor. Ellos gobernaban el país y si bien es verdad que
Claudia Ruiz Massieu, la presidenta del tricolor, ponderó el apoyo del partido
al aún presidente en funciones, la primera decisión tomada luego de la derrota
no pareciera ser de quienes entendieron lo que pasó el primero de julio.

El nombramiento o la
“elección” de Miguel Angel Osorio Chong manda un pésimo mensaje a los electores
porque pareciera que empodera a quien es formalmente responsable, junto con el
presidente que lo eligió para el cargo, del desaseo generalizado no sólo en los
temas de seguridad sino también en el desastre nacional que fue el combate al
narcotráfico.

Osorio emuló a Peña y
también tenía su constructor favorito y éste le regaló una casa en las Lomas de
Chapultepec. No rechazó el predio y si se encargo de hacer correr la versión de
que era prestada o que pagaba una renta simbólica por ella.

Osorio, igual que Luis
Videgaray, son responsables directos del fracaso de la actual administración
porque no pudieron o no quisieron entender que la fortaleza que lograron con el
Pacto por México no era para siempre y pensaron que les daria para que la
sociedad asimilira esa corrupción que se generalizó en los gobiernos priistas
de provincia.

Osorio protegió no sólo al
veracruzano Javier Duarte sino al cúmulo de gobernadores que ya se la jugaban
con él para la candidatura presidencial. Osorio abandonó el gobierno para ser
candidato luego de la elección intermedia.

La pugna entre Osorio y
Videgaray debilitó más a un gobierno que no se consolidó cuando tenía todo para
hacerlo sino que ambos aportaron granos de arena al desprestigio generalizado
del gobierno peñista con la complacencia de un presidente que perdió el control
de sus secretarios y de la honestidad de su gestión.

Los priistas, reducidos como
nunca a su mínima expresión, lograron en la elección no sólo unir a todos los
mexicanos en su contra sino que muchos de ellos operaron contra el propio
partido, como habría sido el caso del mismo Osorio Chong, autor intelectual y
financieron del Partido Encuestro Social, nacido en Hidalgo, y compañero de
Coalición de Morena y el PT, éste también rescatado por el PRI luego de su
derrumbe en la elección intermedia y las acusaciones por el desfalco en
Aguascalientes y Nuevo León de fondos públicos asignados y desviados por la
esposa del dirigente nacional, Guadalupe Rodríguez.

Osorio será coordinador del
PRI en el Senado a pesar de todo y pese a que el único senador de mayoría que
ganó la elección fue el yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín. La decisión
pareciera dejar claro que los priista siguen sin entender el mandato de la
sociedad y más que su representante será corresponsable del fracaso electoral
de su partido.

El escenario nacional ya
cambió y los reacomodos serán la tónica que veremos todos los días.

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