Las estrellas de Navidad…

Cristina Padin
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Por: Cristina Padín.

Sonaban villancicos que prometían noches heladas de felicidad y emoción. Casi era Navidad… Era 5 de diciembre. Sabían que el día siguiente, el 6, era un día importante para España y los españoles, un día hermoso. Caía la tarde, atardecía en naranjas y morados, atardecía temprano. Desde la primera infancia les encantaba ese puente. En ese momento ya era casi Navidad!

Aunque la tradición de la casa, seguían todas las costumbres porque les fascinaba la vida así, era poner el belén el día 8, día de la Inmaculada Concepción, a los niños les habían dado permiso para adornar el abeto aquel jueves tras el colegio. Los mayores regresaban a casa, estudiaban en Salamanca en la universidad, para disfrutar esos días en familia, y el ambiente era estupendo.

El abeto, bastante grande, iba en la entrada de la casa, y decorado en plata y blanco.

Lucía bolas, espirales, ángeles pequeñitos, campanas, cajitas de regalos… Y algo muy original: unas inmensas estrellas plateadas. En ellas se escribían año tras año frases o deseos, y se colgaban en el árbol. A todos les encantaba pedir con fuerza salud para todo el núcleo, buenos resultados académicos (aunque papá insistiera en que eso se consigue estudiando, y en efecto todos estudiaban mucho), y apuntar cualquier idea interesante o divertida.

Aquella tarde decembrina unas estrellas muy especiales pasaron también a formar parte del pino. Eran de color azul, azul purísima, las había comprado la madre. Una de ellas loaba la grandeza de España y pedía su inquebrantable unidad. Otra alababa la pureza del toreo, y deseaba que la Fiesta viviera muchos más siglos de gloria. Una tercera animaba a la lectura, tan importante leer! Una cuarta deseaba una feliz Navidad, no Merry Christmas, eso en Londres…

Una estrella, en este caso de agradecimiento, homenajeaba a los genios del toreo, sabios, infatigables trabajadores, comprometidos con el arte de Manolete, aficionados de ley. Otra agradecía a los caballeros de lealtad y honor, esos que son como un moderno Cid Campeador luchando contra injusticia y regalando sensatez. Había una que hacía mención a hombres de valentía, firmeza y orden. Otra obsequiaba palabras hermosas a Alejandro Talavante!

Quedó un abeto precioso! Y, el domingo, pondrían el belén…

(Es mi versión navideña de mi cuento de los troncos. Dedicada a todos aquellos que lo apreciaron, a los luchadores, y a todos los soñadores que sueñan sueños hermosos. Gracias!)

Dedicado a Luis
A Carlos Corradini
A mi amiga Pau
A los protagonistas de las estrellas

Y a Alejandro Talavante

Cristina Padin
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