Estaban apagadas y tristes.. Discurría un día de noviembre soleado y acogedor, marrón y caluroso. Y ellas, las letras de aquel pueblo que parecía un lugar de cuento, lucían como si la jornada fuera gris. Estaban sin ánimo, sin fuerza, melancólicas, con ganas de llorar.
El hombre más culto de la localidad, un tipo que tocaba el piano, amaba el toreo, leía un montón de libros y apreciaba mucho el flamenco, era también un gran sabio. Sabía qué les sucedía a las casi siempre alegres y dulces letras..
Los niños cada vez pasaban más tiempo con tablets y consolas y descuidaban juegos y cuentos clásicos. A muchas personas no les interesaba la lectura, ni les preocupaba lo más mínimo la ortografía y la expresión. Las haches y las uves lloraban horrorizadas!
Es tan espantoso escribir mal! El hombre de las mil ideas aquella noche se metería en la cama buscando una buena para solucionar ese problema.. Hablaría con Lourdes y con Marta, dos de las niñas más lectoras e inteligentes de la zona
Dedicado a las letras
A mi mago, con todo cariño
A mi Luis
A Carlos
A las personas que se preocupan por las letras
A Boni, gran tipo que inculca a sus preciosas Carlota y Candela el respeto por juegos y cuentos tradicionales
A Lourdes
A Marta
Y a la gente que ama leer