La suerte sobra cuando el trabajo se impone

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham Martínez.

Cuando
vemos el ejemplo de una persona exitosa es común que se mencione lo afortunado
o afortunada que esta es. Como si aquello obtenido no hubiera sido producto de
trabajo, esfuerzo y sacrificio. Resulta más fácil remitirnos a un aspecto
intangible como la suerte. Sugiere el mito, quienes tienen buena suerte, serán
exitosos por consecuencia; quienes tengan mala fortuna, están destinados a
fracasar irremediablemente.

No
obstante, el fenómeno de la causa y el efecto funge como un orden universal que
es comprobable en cada aspecto de la vida. Coloquialmente se asegura que cada
quien cosecha lo que siembra, y esta afirmación se traduce en una gran verdad.
Hablamos de una regla general, con muy pocas excepciones.

El
cineasta Woody Allen alguna vez dijo: “Incluso quienes creen firmemente en el
destino, voltean a ver antes de cruzar la calle”. Aquello a lo que se denomina
suerte, no es más que un cúmulo de circunstancias que nos rodean. En ocasiones,
estos factores pueden convertirse en oportunidades u obstáculos a vencer. El
panorama puede cambiar de un momento a otro y generalmente así ocurre. Esto es
inevitable y la adaptación es elemental.

Ahora
bien, la inteligencia no es más que la capacidad para hacer frente a los
problemas de la vida. De este modo, la clave radica en estar preparado para
vencer las afrentas cuando las circunstancias son adversas. Más importante
todavía es el desarrollo de las habilidades requeridas para saber abordar las
oportunidades cuando estas aparecen en el camino.

Hay
puertas que solo se nos abren una sola vez, pero no siempre es sencillo
decidirse a emprender algo nuevo. La incertidumbre puede producir frustración y
evitar la acción. El filósofo danés, Soren Kierkegaard, llamaba a esto “temor y
temblor”, el cual se experimenta ante la oportunidad de dar un salto hacia lo
desconocido. Muchas veces, así se nos presentan los proyectos trascendentales.

Es
necesario tener el valor para luchar por nuestras metas y ser constantes hasta
alcanzarlas. No le dejemos a la suerte lo que podemos construir por medio del
trabajo y la dedicación a título personal. El cúmulo de factores externos se
asemeja metafóricamente a la corriente del mar y las olas. Por supuesto se
trata de una fuerza poderosa, pero cada individuo cuenta con un remo que debe
emplear para ir hacia el puerto final, por el camino trazado.

La
voluntad es el primer paso y es sumamente importante, pero la preparación será
la diferencia entre el éxito y el fracaso. Debemos empeñarnos en forjar el
carácter y esmerarnos en adquirir nuevos conocimientos, así como mayor
experiencia, día con día.

El
ilustre patriota estadunidense, Thomas Jefferson, aseguró: “Creo en la suerte y
he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo”. Creemos un
futuro prometedor de la mano de la formación, el talento y las aptitudes.

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