La revocación de mandato, no va ¿Sacaremos a ese Buey de la Barranca?

Jorge Valladares Sánchez
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Por: Jorge Valladares Sánchez * 

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¿Te ha pasado que te veas involucrado en
una situación polarizada, te sientas identificado/a con una postura, incluso
quieras o logres defenderla (¡le entres al pleito, pues!) y al final de cuentas
resulte que el presunto problema no era tal, no existía o simplemente sólo fue
una confusión que se hizo grande por el rumor?

Ciertamente puede ser una experiencia
emocionante. A veces deja alianzas, anécdotas o rencores que perduran toda la
vida. Y, por supuesto, es parte de la vida, y muy válido ser parte de ello si
queremos, o así se da y no nos causa mayor conflicto.

Un tanto distinto es cuando esto viene
generado desde aquellas personas a las que les pagamos (y mucho) por hacerse
cargo de nuestros recursos, instituciones y deseos de salir adelante. He
comentado ya en varias ocasiones la tendencia a desviar la atención pública
sobre temas que no son parte de sus obligaciones; sumemos ahora cuando con toda intención o por falta de
competencia inicien batallas de comunicación pública hacia asuntos que no van a
nada, pero sí despiertan el interés de la gente; circo a falta de pan. Ocupan
el tiempo por el que les pagamos a ellos/as, nuestros recursos y, peor aún, nos
llegan a involucrar en situaciones que al cabo de unos meses descubrimos que no
iban a nada, y aunque dejen anécdotas, no hacen sino retrasar la dedicación a
los asuntos que verdaderamente urge resolver para bien de la gente en nuestro país.

La parodia de este caso está en la muy
conocida canción que Rogelio Calzada reclama haber compuesto en los ochenta,
aunque no haya recibido beneficios de tanta fama: Sacaremos a Ese Buey de la
Barranca. En el hablar popular se usa para indicar la suma de esfuerzos que
debe llevar a un resultado bueno, solidario, de colaboración, en el que se
adivina un esfuerzo necesario, pero factible de tener buen final. La letra de
la canción habla del buen Federico, que tras plena guarapeta no ve al mayor de
sus bueyes y con sólo decirlo obtiene la buena voluntad de su compadre,
primero, y de todo el pueblo después, para recuperarlo, asumiendo que se había
ido a la barranca cercana.

Bueno, con decirles que hasta los del
gobierno del estado se aprestaron a ayudar, con cadenas, garruchas y malacates,
con tal de sacar a ese buey de la barranca, al ritmo de contagioso estribillo e
impulsados por el deseo de ser parte de algo conjunto. Ya al punto del
esfuerzo, todos juntos, oyen a Federico, crudo y tranquilo, que les informa que
el buey está en su establo. Cantando igual de motivados, pero ahora por la
movilización en falso, deciden que sí hay un buey que debe estar en la
barranca, y van por él al ritmo de “meteremos a ese buey a la barranca”.

La Revocación de Mandato, era el tema del
que iba a escribir, ya recordé. Pero como saben, la música a veces me hace
desviar la atención. Descubro que no es al azar, pues, ya pensándole… sí hay
una conexión entre la anécdota de Federico y lo que nos está pasando con el
tema.

Lo que quería decir originalmente es que
la Revocación de Mandato NO VA. Por la forma en que se ha estado manejando
desde algunos/as gobernantes y personas en la política pareciera que, tras la
amarga experiencia con la primera Consulta Popular, es algo que debe y va a
ocurrir, mientras que la contra dice que no se debe hacer, y los primeros/as
llaman a los segundos enemigos de la democracia y estos les responden que le
están haciendo el juego al Presidente para fines electorales. Así que aprovecho
el espacio que amablemente nos brinda La Revista Peninsular para aclarar dos
puntos del tema.

El primero, que sí considero muy
importante para la ciudadanía, es que en efecto la Revocación de Mandato es uno
de los Mecanismos de Participación Ciudadana (MPC) previstos en las leyes de
nuestro País, que estaba regulado por los estados de Aguascalientes, Chihuahua,
Ciudad de México, Jalisco Nuevo León, Oaxaca y Zacatecas, y hace algunos meses
se incorporó a la Constitución. Desde la experiencia de trabajar el tema por
años, considero que es uno de los MPC menos útiles para el fortalecimiento de
la ciudadanía. Suena bien la idea de quitar a quien no responde a la confianza,
pero permíteme compartir dos razones en contra, a reserva de comentar con más
detalle en otra ocasión. Uno, cuando contratamos a alguien para un puesto de
elección sabemos cuántos años le estamos dando para ejercer el puesto. Dos,
tenemos que asegurarnos de elegir bien, vigilar que cumpla y sancionar si no lo
hace, quitarle el puesto es bastante poco para el daño que puede hacer un
funcionario/a público.

El segundo es hacer el primer
planteamiento que puedo hacer sobre el tema desde lo técnico que implica. Y es
que la Revocación de Mandato, por su legislación, NO VA, en dado caso tendría
que haber gente interesada en que suceda y dispuesta a hacer lo necesario. No
es un mecanismo que ocurra de manera predeterminada, sino que requiere la
solicitud de la ciudadanía, con las complicaciones normales de lograr esa convocatoria,
por deseo de quitar a un/a gobernante (u otras razones) y en medio del clima
político y social en el que nos encontramos.

Sé que ahorita a quien le interese el
tema ya sabrá que la polémica anda entre si se debe hacer o no, por una parte,
y para los/as más versados, la discusión es sobre cuál sería la pregunta. Pero
me permito poner a la vista lo que la Constitución dice al respecto y un par de
comentarios sobre lo que no se ha hecho aún. Todo ello para hacer ver que si
queremos que ese torito, o buey, o asunto camine, tendría que haber un conjunto
de personas suficientemente animosas, como las que querían ayudar a Federico,
para sacar adelante el tema, es decir, que se llegue a realizar el ejercicio de
la Revocación de Mandato (RM).

En su artículo 35 la Constitución ya
tiene, desde diciembre de 2019, a la RM como un derecho que la ciudadanía en
México puede ejercer, mientras que el 36 indica como obligación votar en ella
(solamente). Aunque una constitución no debería contener reglas, sino preceptos,
la nuestra lo hace en este y muuuuuuchos temas; en este caso hay algunas que
sirven para entender la ruta, si alguien quiere ejercer este mecanismo:

1.    
Puede
aplicarse para Presidente de la República, como también para gobiernos locales.

2.    
En
el primer caso, debe solicitarlo la CIUDADANÍA en cantidad de 3% de inscritos
en la lista nominal de electores para el caso nacional o 10% para casos
estatales.

3.    
Por
las fechas y periodos que se indican, se vendría realizando, si es que se
realiza, por allá de marzo de 2022, sólo se puede hacer una vez por sexenio. El
montón de firmas tendrían que obtenerse entre noviembre y el 15 de diciembre de
2021.

4.    
Para
tener validez su resultado, tendría que votar al menos el 40% de la lista
nominal.

5.    
Las
reglas sobre su realización federal son similares a las de una elección y,
claro, se encuentra a cargo del Instituto Nacional Electoral, el cuál ya dijo
cuánto costaría. Ya le han respondido públicamente desde el gobierno federal “que
lo paguen del sueldo de sus empleados” y otras ideas fuera de ley; mientras que
la Constitución dice que “se cubrirá con base en la disponibilidad
presupuestaria”.

6.    
En
caso de que se realice en los estados, estaría a cargo de los institutos
electorales correspondientes, con requisitos y condiciones similares, a menos
que hagan acuerdo con el INE y ese instituto nacional acepte llevarlos a cabo.

7.    
La
Constitución ordenó al Congreso Federal elaborar la ley reglamentaria y a la
fecha lleva ya meses de incumplimiento. Asimismo los estados que ya tenían este
mecanismo en su ley debían armonizarlo con la Constitución y no lo han hecho.
La Constitución ordena a los estados incluir en sus constituciones la RM, y la
mayoría tampoco lo ha hecho.

8.    
La
Constitución define a la RM (federal y local) como el instrumento de
participación solicitado por la CIUDADANÍA para determinar la conclusión
anticipada en el desempeño del cargo a partir de la PÉRDIDA DE LA CONFIANZA. Lo
cuál aclara quién puede solicitarlo y cuál tiene que ser la pregunta.

 

Imagino la dificultad que implica en la
mente de cualquier buena persona la idea de sacar a un buey que se fue a la
barranca. Así como también entiendo que cuando nos unimos y tenemos un objetivo
común, sea propio o solidario, somos capaces de grandes proezas. La cuestión
aquí es que si el buey se llama RM, tendrían que activarse a tiempo y por las
rutas mencionadas cerca de 3,000,000 de conciudadanos/as para el caso federal,
y para estados como Yucatán, más de 150,000. Tendría que ser un coro muy bueno
y fuerte si quieren que la Revocación de Mandato vaya.

De repente me imagino a las/os
integrantes de uno u otro congreso entonando en coro la canción y poniéndose de
acuerdo para hacer las reformas que ya hace rato debieron haber sacado; en su
caso no porque quieran o no la RM, sino porque es el trabajo por el que les
pagamos, y mucho. Sé que son capaces, les he visto hacerlo, sin cantar, en
últimos días de periodos legislativos, sacando hasta una decena de leyes en un
día; pero también les he visto dejar pasar años sin hacer lo que deben hacer.

Y es más sencillo que uno o diez
personajes públicos hagan arengas y usen el tiempo de medios para asegurar o
negar que sucederá este ejercicio, pero NO LES PAGAMOS POR ESO. Así que lo que
digan, cuenta poco.

Deseo que si es la voluntad de uno o una
miríada de personas hacer que la RM vaya, lo logre, porque esa es la esencia de
la Participación Ciudadana: que haya los mecanismos para que pueda suceder lo
que es derecho de la ciudadanía, y si va, que en efecto se llegue al 40% en el
Estado o en el País, para saber la voluntad de quienes voten y se tenga que
cumplir.

En lo personal, ya lo dejé ver, creo que
si elegimos a una persona para 6 años, nos guste o no, debe estar en el puesto
6 años, a menos que cometa un delito. Y si falla, debemos asegurarnos que lo
componga y, en su caso, pague los errores cometidos. Como el buen Federico, que
por pasarse de copas, motivó, desmotivó y remotivó a su comunidad, por ello, al
final, el estribillo ya no habla de sacar al macho vacuno de la barranca, sino
de meterlo a él, diciendo: “meteremos a ese buey a la barranca, a la barranca
meteremos a ese buey”…

Jorge Valladares Sánchez
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