La revista peninsular
El conflicto entre Israel y Palestina llegó a un
punto crítico en los últimos días. Las fuerzas armadas israelíes y las milicias
palestinas se han lazado miles de misiles que han tomado más de 200 vidas. La
comunidad internacional externó su preocupación por lo ocurrido y pidió cesar
el fuego. Aunque parecía que el conflicto se extendería, el jueves 20 de mayo
se confirmó una tregua entre ambas partes la cual dio fin a esta disputa, al
menos por ahora.
Antes de comenzar a hablar de lo que sucede en la
actualidad, es prudente señalar algunos datos históricos para comprender el
contexto en el cual se desarrollan los hechos.
Tras la caída del Imperio Otomano hace casi un
siglo, Reino Unido tomó control de la región en la que hoy se asienta Israel y
Palestina. Esta zona estaba habitada principalmente por árabes (en su mayoría
musulmanes) y una minoría de judíos. Debido a movimientos migratorios de judíos
perseguidos en Europa, así como acciones para promover la migración judía por
parte de Reino Unido, los judíos dejaron de ser minoría en la región.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido y
la comunidad judía dispusieron crear el Estado de Israel, lo que disgustó a la
población árabe e inició un conflicto armado al cual se sumaron naciones
vecinas. Cuando cesó el fuego, Israel ya ocupaba la mayor parte del territorio
mientras que Palestina únicamente tenía en su poder algunas zonas separadas por
la gran masa de territorio israelí. Miles de palestinos tuvieron que huir de
sus hogares o fueron desalojados con severa represión; sin embargo, se
mantuvieron algunos barrios palestinos en las nuevas zonas israelíes. También
hubo barrios judíos en las zonas palestinas, aunque fueron menos.
En años más recientes, las tensiones han ido en
aumento porque Israel ha ordenado la creación de asentamientos en territorio
palestino, lo cual ha sido reprochado por diversas naciones pues atenta en contra
de la legislación internacional. En el 2014 el conflicto alcanzó un nivel
crítico ya que, tras el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelitas,
ambas naciones intercambiaron fuego hasta que intervino Egipto y logró un
acuerdo de tregua. De acuerdo a información de la ONU, por esta disputa
murieron más de 2,200 palestinos y poco más de 70 israelíes.
La zona del conflicto es de suma importancia para
judíos y musulmanes, así como para católicos, pues alberga sitios sagrados de
estas religiones, específicamente en la ciudad de Jerusalén. En esta antigua
ciudad se encuentra el Muro de los Lamentos, lugar más sagrado del judaísmo.
Asimismo, está erigida la mezquita Al-Aqsa, tercer sitio sagrado de mayor
importancia para el islam. Finalmente, aunque no estén activos en el conflicto,
para los cristianos este es un lugar significativo ya que en Jerusalén se
pueden encontrar sitios tan emblemáticos como el Monte de los Olivos o el Santo
Sepulcro.
La religión es el punto clave para explicar la
complejidad de esta situación pues los judíos se consideran dueños de la zona
por derecho divino de acuerdo a sus escrituras, mientras que los árabes también
se dicen legítimos dueños de la tierra por sus concepciones religiosas. Esto
significa que el conflicto adquiere antecedentes milenarios.
Ahora bien, para entender lo que sucede actualmente
es necesario identificar dos situaciones. La primera es que el gobierno de
Israel anunció el plan de desalojar a las familias del barrio palestino Sheij
Yarrah ubicado en Jerusalén. La segunda refiere a las medidas impuestas por el
gobierno israelí debido a la pandemia, las cuales implicaron presencia militar
en la mezquita Al-Aqsa así como restricciones de ingreso. Ambas situaciones se
complicaron en extremo pues abril fue el mes del Ramadán, celebración sagrada
del islam.
Por las pretensiones de desalojo y restricción al
sitio de oración, comenzaron a surgir manifestaciones en distintas partes de
Israel, las cuales se tornaron violentas rápidamente. El 10 de mayo el
conflicto escaló a un nivel no visto desde el 2014 pues, después de un choque
entre manifestantes árabes y policías de Israel que dejó un saldo de 300
heridos, la milicia palestina disparó misiles en contra del territorio israelí.
De esta manera se reavivó el conflicto armado entre
Israel y Palestina, y se han lanzado miles de misiles que han cobrado la vida
de más de 200 personas, decenas de ellas infantes. Si bien, el poder militar de
Israel le ha permitido generar más daños físicos que las milicias palestinas,
la disputa ha provocado inestabilidad interna en Israel por manifestaciones y
su imagen se ha visto dañada ante la comunidad internacional.
Ante las presiones de la comunidad internacional y
gracias a la labor diplomática de Egipto, el 20 de mayo Israel y la milicia
palestina “Hamas”, la cual inició los bombardeos tras las manifestaciones del
10 de mayo, accedieron a cesar el fuego. Esto ha sido considerado por muchos
como una victoria para Hamas y una derrota para el primer ministro israelí
Benjamín Netanyahu.
Existen escépticos los cuales sostienen que,
mientras Hamas tenga capacidades armamentísticas el conflicto seguirá. El
tiempo será quien confirme esta hipótesis, por lo pronto podemos celebrar que
el diálogo se haya impuesto a la guerra.
En alguna ocasión escuché a un catedrático decir que
quien estudia el conflicto entre Israel y Palestina por unos días concluye que
Palestina tiene la razón, quien lo estudia por un par de años concluye que
Israel está en lo correcto y quien lo estudia toda la vida piensa que es un
problema sin solución. En este espacio no pretendemos tomar partido por alguna
de las partes pues sería irresponsable emitir una opinión sobre un tema tan
complejo con un trasfondo histórico milenario. No obstante, sí podemos afirmar
que este conflicto cobró más vidas palestinas que israelíes por la superioridad
armamentística de Israel, así como que en el mundo han aumentaron las
demostraciones antisemitas, las cuales atentan injustamente en contra de la
integridad de judíos.
Dada la violencia extrema que ha generó esta
disputa, celebramos la intervención de Egipto y las presiones de la comunidad
internacional que lograron la paz. Siempre respetaremos la soberanía de las
naciones, pero este es un caso excepcional pues su trasfondo religioso, social
y político lo dota de una complejidad sin precedente. Con convicción decimos
que, si existe solución a este conflicto, no será por medio de las armas,
necesariamente será mediante el diálogo.