Por: Ariel Avilés Marín.
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La llamada Época de Oro del Cine Mexicano, trajo consigo una serie de obras del celuloide, que vinieron a crear una imagen de México en el resto del mundo. Esta serie de históricas cintas, vinieron a sustentar una entraña sensible del ser, del vivir, del sentir del pueblo mexicano de la primera mitad del S. XX, y esta entraña profunda, pervive en la memoria colectiva de mexicano de hoy. Nuestra nuevas generaciones se asoman, con más curiosidad que otra cosa, pero con el disfrute de estas películas antiguas, se vienen a poner en contacto con esa realidad de un México que fue, pero que vive en una memoria sensible que se conserva en imagen, música, paisaje, costumbres, y demás elementos que llenan ese rico universo que los cineastas de esa época nos legaron. Junto con las grandes estrellas, las figuras que fueron protagonistas de estas memorables películas, encontramos persistentemente la presencia de quienes desempeñaron siempre unos papeles que los caracterizaron y los hicieron indispensables en el cine de ese período, estos personajes, a quienes Carlos Monsiváis llamó “los rostros complementarios del cine mexicano”, dejaron profunda huella en la cinematografía mexicana del S. XX, y perviven en cariño del público cinéfilo.
Si Dolores Camarillo, “Fraustita”, fue la nana fiel e infalible de todas las protagonistas femeninas del cine nacional, pero no se puede concebir una cantina o tienda de abarrotes, de un pueblo cualquiera, en una película mexicana, detrás de cuyo mostrador, no estuviera la cara redonda y sonriente del “Gordo” Vera; era una presencia discreta, silenciosa, casi invisible, pero de profunda entraña en todas las escenas de las grandes cintas de la época de oro. Hernán Vera, sin destacar en algún protagónico, dejó una huella múltiple e imborrable, pues en su larga carrera cinematográfica, participó en la friolera de doscientas películas, de las más memorables de este largo y fecundo período del arte del celuloide. Puede decirse que, Hernán Vera estuvo presente en el cine de la época de oro desde su inicio, pues participa en la filmación que abre la puerta a este período de nuestro cine; en “Allá en el Rancho Grande”, de Fernando de Fuentes en 1936, cinta musical que marca el inicio de la época, y ya cuenta con la presencia del insustituible Hernán Vera, y estuvo presente hasta su muerte en 1964.
Su nombre completo era Hernán Rogelio Vera Pavía, y nace en Mérida, Yuc., el 28 de octubre de 1892. Su destino en el cine, está como marcado por la fuerza de un oráculo, pues, como si estuviera predestinado, abre una popular y conocida cantina en la populosa Calle Ancha del Bazar, la cual pervive hasta nuestros días, y que aún es propiedad de sus descendientes, “La Bombilla”. Un grupo de gente de cine, viene a Mérida y van una mañana a La Bombilla a tomar unas cervezas y degustar una costumbre yucateca, la botana. A Fernando de Fuentes le causa tan profunda impresión la figura de Hernán, tras la barra de la cantina, que se lo lleva a la capital, y marca con ello el inicio de una de las carreras más largas y queridas del cine nacional. Después de “Allá en el Rancho Grande”, viene una interminable lista de cintas en las que Hernán participa y le toca alternar con los más grandes del cine mexicano. Lo encontramos al lado de figuras como María Félix, Dolores del Río, Andrea Palma, Columba Domínguez, Sara García, Jorge Negrete, Pedro Infante, Tin Tan, Fernando Soler, Joaquín Pardavé, o Pedro Armendariz. Hernán es el cochero que conduce a María Félix en “La Mujer de Todos”; es el juez que casa a Pedro Armendariz en “Jalisco Nunca Pierde”; es el gendarme que vigila la comandancia en “Me Traes de un Ala”, con Tin Tan. Fue un actor de reparto insustituible en el largo período de su carrera. Puede asegurarse que, no hay estrella destacada del cine mexicano, que no hubiera alternando con el Gordo Vera, en alguna película,
Definitivamente, su papel más repetido en el cine, fue el de su vida real, el de cantinero que atiende personalmente la barra de su negocio. Su cara redonda, sus abundantes y largas patillas, su amplia y franca sonrisa, su risa sonora, hicieron de su personaje una creación singular e irrepetible en el cine nacional. Hernán Vera, irradiaba alegría, y por eso su presencia en las más variadas historias de toda índole, era requerida por los directores del cine de la era de oro. Su tipo físico, le daban una identidad de español llegado a la aventura allende los mares, que había sentado sus reales y su popularidad en la comunidad de los pueblos que servían de marco a las historias del cine, en especial a las ambientadas en la era de la Revolución Mexicana, y que lo hacían un personaje querido y buscado en las historias que los cineastas llevaban a las pantallas de las salas de proyección de todo el país, y aún más allá de nuestras fronteras. A la par con el cantinero, en la trayectoria del Gordo Vera, hay otro personaje también de gran popularidad en todos los pueblos, el tendero o abarrotero, generalmente baturro o gallego, y a quien todo el pueblo debía algo fiado en la vida diaria. En este otro personaje, tan querido en la pantalla, Hernán añadió dos elementos inseparables a la personalidad, una boina vasca negra de fieltro, y un habano a medio quemar, que desprendía grises fumarolas a todo lo largo de las escenas, sin llegar a consumirse nunca.
Hernán Vera, entra al cine mexicano con la era de oro, pues su participación en “Allá en el Rancho Grande”, es el banderazo de salida de esta era. Su fértil trayectoria lo llevó a filmar más de doscientas películas, en veintiocho años de incansable trabajo actoral. Lo encontramos en cintas de la importancia de: Jalisco Nunca Pierde, Amapola del Camino, Ojos Tapatíos, La Zandunga, Huapango, En un Burro Tres Baturros, Con los Dorados de Villa, El Capitán Centella, ¡Ay que Tiempos señor don Simón!, Historia de un gran Amor, El Peñón de las Ánimas, Flor Silvestre, Cómo México no hay Dos, Buganbilia, Pepita Jiménez, Campeón sin Corona, La Mujer de Todos, Los Tres García, Vuelven los García, Soy Charro de Rancho Grande, Los Viejos somos Así, Los Tres Huastecos, Ustedes los Ricos, Salón México, La Familia Pérez, Una Gallega en México, Doña Diabla, Amor de la Calle, Primero soy Mexicano, La Reina del Mambo, Arrabalera, ¡Ay amor cómo me has puesto!, Los Hijos de María Morales, Un Rincón cerca del Cielo, El Rebozo de Soledad, Gitana tenías que Ser, El Médico de las Locas, Los Tres Mosqueteros y Medio, El Joven del Carrito, Vivir del Cuento, La Tijera de Oro, Por ti aprendí a querer, Juventud sin Dios, La Bandida, por mencionar las más destacadas. Su última película fue Torero por un día, en 1963. Fallece el 29 de enero de 1964, a los setenta y un años de edad.
La versatilidad de Hernán Vera, lo llevó a asumir los personajes más variados en la historia del cine nacional; si bien su caracterización de cantinero lo hace inmortal en la historia de nuestro cine, también son entrañables el abarrotero, el policía de crucero, el cocinero, el vendedor de helados, el músico, el tortero, uno de los inolvidables aldeanos de Caperucita Roja, junto a María Pía; en todos y cada uno de sus personajes, puso vida y corazón. Todos ellos tuvieron una luz que los hizo destacar en cada una de sus películas, la amplia y contagiosa sonrisa del Gordo Vera, que iluminó la trayectoria de la Era de Oro del Cine Mexicano. Para orgullo nuestro, Hernán Vera es una presencia yucateca, querida y permanente en el cine nacional.