Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
En el amanecer del 1 de enero de 2022 la gente que horas antes celebraba la vida y la felicidad de ver el inicio de un nuevo ciclo de vida, abrió los ojos y se reencontró con otra nueva realidad, esta que tuvo como cuna a un país del continente africano y que, literalmente, barrió los continentes, todo en cuestión de días, de horas, tal vez.
Según expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) cada vez hay más pruebas de que la variante del covid-19 denominada ómicron tiende a la afectación del tracto respiratorio superior provocando síntomas “más leves” que las variantes antecesoras, lo que resulta en un “desacoplamiento” en algunos lugares entre el aumento de casos y las bajas tasas de mortalidad.
Recordar, nada más, que comenzaban las fiestas de fin de año, la Nochebuena y el Año Nuevo y la humanidad entera se disponía a celebrarlas con el plus de saberse, en muchos casos, vacunados, incluso con el refuerzo. He escuchado opiniones en el sentido de que “nos descuidamos, nos confiamos, por eso el rebrote, la cuarta ola”.
Yo creo que hayamos salido o no, nada tiene que ver con esta variante que, repito, tapizó la faz de la tierra más rápido que el impacto de aquel meteorito que acabó con las grandes especies hace más de 60 millones de años. Además, la mutación del coronavirus emergió de un continente al que el mundo ha olvidado: África.
América, Europa, Asia y Oceanía, como quiera que sea, se han hecho de millones de vacunas para sus poblaciones. ¿Pero? África, qué tanto apoyo recibe no tan solo de los organismos internacionales sino de los propios países favorecidos por los biológicos. África, damas y caballeros, es la cuna de la civilización pero a la vez la sombra de la humanidad.
Aquí, en México, cuando la gente escuchó o leyó acerca de la variante ómicron se dio cuenta que ésta ya estaba a su alrededor: amigos, familiares y personas conocidas ya eran víctimas de lo que parecía “una fuerte gripa” pero no, era otra variante, otra faceta del Covid-19.
Al confirmarse esta situación en el mundo entero, incluyendo a nuestro México y a nuestro amado Yucatán, la gente se volcó a las pruebas para saber si tenía o no ómicron. El sistema sanitario se sacudió. El despertar en este 2022 nos reubicó y nos recordó que la naturaleza todavía no está satisfecha con quienes la usamos de manera indiscriminada.
Aquella alegría de saberse vacunado y de tener la oportunidad de reunirse con familiares y amigos, aún guardando las medidas de seguridad e higiene y que, en muchísimos casos no fue así, se esfumó, se diluyó como agua entre las manos. La realidad, la Nueva Normalidad nos recordó que esto aún no termina.
En estos primeros días del 2022 hay sin duda un leve respiro al saber de que la misma OMS incluyendo al gobierno que tenemos nos han dicho que ómicron está infectando la parte superior del cuerpo, no los pulmones como el virus original que tantas muertes ya causó. Esto, podría ser una buena noticia pero no olvidemos que se trata de un virus que cambia, se adapta, y así como puede ser severo, también puede ser leve, y en ese sentido podríamos pensar que sus cambios, sus transformaciones para permanecer entre nosotros bien podrían continuar durante un tiempo más…cuánto, no sé, de esto sólo la naturaleza sabe.
Posdata: Este mismo sábado la prensa nacional destaca que cada 24 horas se contagian con la nueva variante más de 2 millones de personas, cifra que corresponde del del 1 al 7 de enero. Lo anterior quiere decir que el umbral del millón de casos diarios se superó en la semana del 23 al 29 de diciembre de 2021. El número de nuevos casos diarios aumentó 270 por ciento desde el descubrimiento de la variante ómicron en Botsuana y Sudáfrica, a finales de noviembre de 2021. La cifra oficial de casos de covid-19, sin duda subestimada, superó ayer viernes la barrera de los 300 millones en momentos en que todos los países luchan contra la propagación de ómicron e incrementan las campañas de vacunación