.. en el sueño había alguien que se llamaba Ritmo, y también había alguien que se hacía llamar Compás. Ritmo y Compás. Como día y noche, beso y boca, verdad y honor, Sevilla y arte. Ritmo y Compás llegaban de un terreno lejano y de un tiempo romántico y contaban leyendas de temple y toreo, de pureza y bohemia aflamencada..
Hablaban, naturalmente, de JoseMari Manzanares…
De la infancia alicantina. De Pepe. Del sol en el puerto. Del niño que toreaba. Del joven que toreaba como un ángel: cadencia y belleza. De un matador de alma y ley. De un ser dibujado en zalamería y bohemia y cultura y seda y arena. De Manzanares: él, la esencia, el duende. De Madrid, de Lima, de la muleta flamenca de un flamenco…
Despertó. El niño despertó. Se llamaba Luis porque a su madre le gustaba mucho un Luis cuando era niña. Él hubiera preferido llamarse JoséMari.. admiraba mucho a aquel torero de pellizco y ole. Su abuelo le había hablado mucho de él, le narraba sobre sus tardes en Ronda.. Era 28 de octubre…
Le escribiría unos versos que se llamaran Eterno Manzanares.. eterno..
Dedicado a la memoria de JoseMari Manzanares. Eterno!!
A la familia Manzanares
A mi hermana
A manzanaristas de verdad
A mi niño Luis
A Sevilla y mis sevillanos
A Ronda
Al ritmo y al compás que siempre hay que tener
A la gente de ley!
