Estudiar un posgrado: una decisión acertada

Jordy R. Abraham Martínez
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Por: Jordy R. Abraham Martinez

jordyabraham@gmail.com / @jordyabraham

El ámbito profesional es, cada vez, más
competitivo. En México se ha observado una tendencia positiva a apostar por la
educación para obtener el anhelado crecimiento económico sostenible. Se han
hecho esfuerzos por parte de entidades gubernamentales y también ha habido una
favorable contribución del sector empresarial.

La educación no solo sirve para
mejorar la calidad de vida financiera de las personas, sino que trae otros
beneficios consigo. La paz social es más probable en una sociedad con mayor
nivel educativo. Las escuelas son las encargadas de instruir a los niños y
jóvenes para que aprendan conocimientos básicos y útiles que les ayudarán en la
vida diaria, así como en el plano profesional.

En este sentido, las universidades son
las figuras estelares, pues ahí se forman las cualidades y aptitudes, para que
los talentos prometedores se conviertan en realidades. De ahí surgen los
médicos, abogados y contadores, entre otros.
Así, cada semana surgen nuevos planteles de educación privada, que tienen
la responsabilidad moral de fungir como promotores efectivos de los estándares
educativos que requiere la población. Si bien la competencia es buena para que
la gente tenga distintas opciones escolares de acuerdo a sus necesidades, se
debe prestar atención a esta situación.

No es malo que haya mucha oferta de
universidades, sino que sería peligroso que se perdiera el verdadero sentido y
finalidad de la educación, que es la generación de profesionales con un valor
humano marcado. Claro está que hay muchas universidades e instituciones
escolares con un nivel cualitativo importante, además de tener un compromiso
social sólido, lo cual también debe reconocerse.

Los campos profesionales requieren,
hoy en día, de un grado mayor de especialización. Esto es principalmente
notorio en el mundo de la ciencia y la tecnología.

Las grandes empresas buscan reclutar a
personal bien capacitado y que sea experto en determinadas áreas de desempeño.
De este modo, el estudio de posgrado resulta una herramienta útil para mejorar
en cuanto a conocimientos y habilidades. En México, solo el 4% de la población
obtendrá un título de posgrado a lo largo de su vida, según datos de estimación
del reporte Panorama de la Educación 2015 llevado a cabo por la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). De acuerdo a este mismo
estudio, menos del 1% de los mexicanos obtendrá un doctorado.

Entonces, nos percatamos de la
aparente apatía por parte de los estudiantes por continuar con su preparación
académica. La falta de tiempo o de recursos económicos suelen ser las
justificaciones más señaladas.

Cabe resaltar que los países
desarrollados tienen una cuantiosa cantidad de maestros y doctores en
diferentes disciplinas. Lo peor es que, una buena suma de los mexicanos que
obtienen un posgrado, emigran al extranjero para no volver. En consecuencia, su
experticia profesional no es aprovechada en suelo nacional, por lo que hay un
nulo impacto.

La falta de profesionalización
repercute en el desarrollo económico de México, lo cual es grave. Con una mayor
producción de tecnología e investigación en ciencias, nuestro país podría tener
un mejor posicionamiento que le permita ser competitivo en el mercado
internacional. Tal ha sido la apuesta de Japón y Finlandia, con resultados
positivos.

Obtener el grado de doctor implica una
inversión importante en cuanto a lo económico, pero sobretodo implica tiempo y
sacrificio. No obstante, el resultado es inigualable, pues el doctorado acredita
un esfuerzo formativo de prestigio profesional. Ahora bien, es innegable que el
posgrado contribuye a la formación del alumno, pues refuerza su conocimiento
teórico y se toman experiencias de terceros en los foros de discusión con los
compañeros de aula. Las ventajas de la educación continua son muchas. Lo
esencial es que nunca se pierda el deseo por aprender. La sabiduría no consiste
en saberlo todo, sino en tener la permanente convicción por saber más.

Las escuelas privadas y públicas deben
actualizarse constantemente para ofrecer una educación de calidad a sus
alumnos. Así mismo, los profesionistas deben comprometerse a absorber todo lo
enseñado en los salones de clase para después transformar ese conocimiento en
valor social. No se estudia ni se trabaja para generar riqueza financiera, ese
es un pensamiento obsoleto. Quien no aporta a la comunidad soluciones y
beneficios, aún no ha encontrado el auténtico sentido de su profesión ni de su
vida.

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