Sobran los motivos, por:
Jordy R. Abraham.
JordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham
En
años recientes se ha hablado mucho de la importancia de la imagen como elemento
clave para alcanzar objetivos trazados. Se ha popularizado la frase “como te
ven, te tratan” y ha habido cambios paradigmáticos que atienden más a
cuestiones de vanidad que de fondo.
Si
bien la imagen física es sumamente relevante para efectos de los procesos
comunicativos, considero que el primer error sería creer que una buena imagen
se limita únicamente a vestirse bien o ser atractivo. Sumado a este falso
concepto, podemos observar como las tendencias de moda, en ocasiones, son
perjudiciales para quienes las siguen sin mayor reflexión.
Cuando
nos preocupamos únicamente por las apariencias superficiales, se corre el
riesgo incluso de construir una percepción en torno a mentiras o engaños. Esta
obsesión por lo estético, en general, no aporta positivamente a la sociedad.
Sobre todo, se generan modelos a seguir que no transmiten mensajes sustanciales
ni fungen como líderes propositivos para el bien común.
La
imagen de cada uno se ubica justamente en la conciencia de las personas con las
que interactuamos o nos conocen. Así, la imagen es subjetiva y debemos
comprender esto, para aprender a manejarla correctamente. Cuando la percepción
se prolonga en el tiempo se convierte en reputación. Por tanto, debemos ser
responsables en consecuencia y no minimizar el poder de la imagen pública.
Desde
mi punto de vista, la esencia es lo primordial. Los principios, los valores y
las cualidades con las que contamos, nos hacen seres auténticos. A partir de
ello, es indispensable trabajar en las áreas de oportunidad para ser cada vez
mejores, al tiempo que maximizamos las fortalezas propias. La clave es ser
congruentes entre nuestra forma de ser, pensar y actuar.
El
resultado es ser percibidos como transparentes ante el imaginario de quienes
nos rodean. La armonía hallada en el discurso y en la conducta de un individuo,
produce credibilidad. Es necesario ser agentes de valor, y también ser
percibidos como tal. Esto se logra cuando el paso de tiempo y el apoyo de la
perseverancia. No es necesario hacer alarde de las obras que se realicen. La
consistencia es fundamental.
Si
parecemos, pero no somos, caemos en la hipocresía y hasta en el engaño. Si
somos, pero no parecemos, no tendremos el impacto requerido para ser líderes
que dejen huella en el tejido social. Estar y hacer, la determinación nos
traerá el éxito en cualquier proyecto que nos atrevamos a emprender.