Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
Catarsis. Así defino el comportamiento de las y los
yucatecos, lo que hoy se observa y aprecia en las calles y colonias de Mérida y
estoy casi seguro que también sucede lo mismo entre los habitantes de los 105
municipios del interior del estado.
La catarsis, es una palabra descrita en la definición
de tragedia en la poética de Aristóteles: purificación emocional, corporal,
mental y espiritual.
Esto es, exactamente, lo que está pasando en nuestra
sociedad y me atrevo a hacerlo extensivo al ámbito nacional.
En estas fechas no importa el día y la hora, calles,
centros comerciales y todo tipo de comercios relacionados con la actividad
económica y productividad viven una dinámica muy especial debido a que en esta
época del año pareciera que vemos el final de un largo y oscuro túnel en cuyo
trayecto causó mucho daño y dolor.
Miles de personas de todas las edades se fueron
prematuramente y una cantidad mucho mayor aún no logra superar el temor, la
ansiedad y la depresión originados por el encierro.
Solo recordar, porque así tiene que ser, que 2020 pasó
a la historia como uno de los peores años de la época moderna y este 2021 que
está a punto de terminar también generó múltiples afectaciones, en menor o
mayor grado, los ritmos y estilos de vida, la economía y las finanzas se vieron
seriamente afectadas.
Podríamos decir que de la crisis emergieron otros
negocios como los relacionados con la industria farmacéutica, que se pelean el
control del mercado con estrategias mediáticas buscando colocar sus productos
como los más efectivos. El tema va desde las vacunas, medicamentos y hasta los
sanitizantes y cubrebocas, entre muchos más.
El virus SARS-CoV-2 ha mutado una y otra vez hasta
llegar al grado de pensar en la posibilidad de potenciales fusiones de las
variantes. El caso es que al parecer la ciudadanía ya entendió el valor que
tienen las medidas de seguridad e higiene dentro y fuera del hogar.
No sé, pero lo que sí aplaudo es la aplicación de una
tercera dosis de vacunas calificadas como “refuerzo”, recurriendo a
la misma estrategia usada para las primeras dosis. En Europa, en el llamado
viejo mundo o viejo continente aún son miles las personas que se resisten a
recibir los biológicos, causando rebrotes y amenazando con vivir lo que hoy no
se aprecia en nuestro estado y país, afortunadamente.
En Yucatán, las vacunas continúan llegando y se
aplican por ahora a las personas mayores y adolescentes. Según el gobierno
todavía hay unas 200 mil personas que no han sido vacunadas y esperamos que
pronto lo hagan.
Las autoridades están haciendo su parte como también
lo hace la sociedad que ya entendió -reitero- la importancia de cumplir con
todos los protocolos sanitarios. Es de llamar la atención que desde el 11 de
diciembre el número de personas que han fallecido por Covid ha sido de uno al
día, no es nada agradable, desde luego, pero representa un signo alentador.
En ese mismo lapso el número de contagios al día es menor
de 20 y se dice que varios de ellos son porque las personas que se han
contagiado aún no se vacunan.
A nivel nacional e internacional el Covid-19 ha dejado
cifras para olvidar. En México, hasta el momento de escribir este texto son 3,9
millones de personas las que se han contagiado y de estas más de 297 mil
perdieron la batalla. En el mundo han sido víctimas de esta infección 273
millones de seres humanos de los cuales poco más de 5,3 millones han perdido la
vida.
Estoy cierto que debido al programa de vacunación y
las medidas de higiene y seguridad, han permitido que hoy la ciudadanía salga a
las calles y asistan a los locales conscientes de utilizar cubrebocas y guardar
la sana distancia en la medida de lo posible, ayudando en esta labor los
controles adoptados en prácticamente todos los sitios públicos.
Es así como del encierro en 2020 y parte del 2021 hoy
la gente por fin se libera y da un enorme gran respiro, dejando de lado el
dolor la ansiedad y el estrés para tratar de disfrutar de este periodo vacacional
decembrino. El ser humano, dicta la naturaleza, tiene el pleno derecho de ser
feliz aún con lo sucedido; la vida, con nosotros o sin nosotros, continúa.
¡Hasta
la próxima!