El mundo ya es diferente

Editorial La Revista Peninsular
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Mientras realizaba unas diligencias hace un par de días, tuve un problema con un neumático de mi automóvil, por lo que llamé a un conocido establecimiento de la ciudad que se dedica a cambiar y reparar neumáticos “a domicilio”. En menos de una hora ya estaba conmigo la persona que habría de realizar el trabajo; cuando llegó nos saludamos a distancia, debiéndonos el apretón de manos para la próxima, y procedió a revisar mi vehículo.

En la plática, coincidimos en que la contingencia ocasionada por el Covid-19 ha afectado considerablemente la economía de todos, especialmente a las pequeñas y medianas empresas. En el caso de la persona que me auxilió, por ejemplo, deja de ganar porque al disminuir el tráfico vehicular, disminuye la cantidad de trabajo que podría tener.

Me llamó mucho la atención uno de los comentarios que hizo este señor mientras hablábamos de que hay que “buscarle” por todos lados para seguir generando ingresos a pesar la situación económica, no solo del Estado y del país, sino del mundo.

Esta persona me compartió que últimamente había conseguido trabajos de herrero para hacer muebles, que si bien no es su oficio acostumbrado, tampoco es ajeno éste, pues anteriormente había hecho alguno que otro trabajo de este tipo. Según me comentó, las herramientas que usa para su trabajo regular le sirven también para hacer piezas de herrería, por lo que desde hace años lo había tomado como pasatiempo, y ahora que vino la crisis le llegó una oportunidad para generar ingresos con esta habilidad, y no la dejó pasar.

El comentario del señor aterrizó en la realidad la observación que hemos plasmado en estas páginas en las últimas semanas, sobre la necesidad de desarrollar la creatividad e ingenio para buscar actividades que generen ingresos durante la suspensión de labores ocasionados por la crisis de salud.

Muchos mexicanos, como la persona que les comento, ven mermado el ingreso que recibían normalmente al disminuir la demanda de su trabajo por haber menor flujo económico en la sociedad. Otros mexicanos se encuentran temporalmente sin ingresos, pues al suspender las actividades los patrones no tienen de dónde sacar para pagar nóminas. Finalmente, hay mexicanos que tampoco reciben ingresos, pero a diferencia de los anteriores, estos no saben cuándo volverán a tener ingresos fijos, pues fueron despedidos de sus trabajos.

De acuerdo a información del Seguro Social, para el seis de abril se habían perdido casi trescientos cincuenta mil trabajos en México, y según un pronóstico de la Confederación de Cámaras Industriales, si persiste la suspensión de labores para el mes de mayo, sin estrategia por parte del poder ejecutivo para reactivar la economía, se espera que se pierdan un millón de empleos.

Esta es nuestra realidad actual; un país con gente con poco trabajo, gente que no puede trabajar, y gente que no tiene trabajo.

El futuro requerirá que nos reinventemos para poder salir adelante, tomando en cuenta que la “normalidad” a la que estábamos acostumbrados ya no podrá ser viable, y procurando la construcción de lo que queremos que sea esta nueva realidad.

La manera en que trabajamos y nos relacionamos ya no es la misma por el aislamiento al que estamos sujetos, por lo que debemos ser capaces de identificar qué queremos mantener en nuestra dinámica social cuando termine la contingencia; la implementación del home office, la modernización de los aparatos gubernamentales, y la difusión del aprendizaje autodidacta, son ejemplos de cosas positivas que estamos haciendo en el presente, y que nos podría interesar mantener para el futuro.

Aprovechemos estos espacios de asilamiento para reflexionar sobre nuestras necesidades personales y colectivas con el fin de tener una visión completa de nuestra situación, para entonces poder identificar opciones y áreas de oportunidad, y así trabajar sobre ellas.

Ante la adversidad, confiemos en nuestro ingenio para encontrar nuevas formas para salir adelante; hay que atrevernos a pensar diferente, porque el mundo ya es diferente.

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