Dijeron que nunca, jamás, haría nada. Nada de nada. Su emocionada madre sonreía tan feliz… su hijo era un bebé hermoso, de ojos grises, carácter sereno… Ella no necesitaba que hiciera nada, ella era su mamá, con la sonrisa y la mirada pura ya lo hacía todo el niño, ella quería que respirara, que viviera.
Resulta que hizo muchas cosas. Aprendió a colorear, a correr, a nadar, a restar. A los siete años iba más lento que la mayor parte de los pequeños, pero aprendía a diario. A los quince recibió un premio en el colegio, muchos de su edad no estudiaban por dejadez. A los veinticinco acabó Medicina.
Hoy el doctor acaba de salvar la vida de un joven novillero. El médico se siente muy cerca de la esencia de ese héroe romántico de romanticismos antiguos y añejos. Su madre vive, es inmensamente alegre! El doctor ama el saber, y siempre se esforzó por hacer cosas. Dijeron… pero no era así..
Es una historia en la que he mezclado varias cosas: el tesón de Santi; la defensa a ultranza de la vida; el honor que es ser médico.
Dedicado a los médicos
A los luchadores
A los jóvenes novilleros
A mi mago
A Demelza
A los toreros que continúan sus recuperaciones
A mi querido Luis
Y a la gente que nunca se rinde