Pongamos todo en perspectiva
Por: Carlos Villalobos
Lamentablemente, una de las principales paradojas de la era
digital radica en la limitación de acceso a contenido cultural valioso, como he
experimentado recientemente al intentar ver “Perfect Blue”, la
icónica película de Satoshi Kon, una obra maestra del thriller psicológico que
es aclamada como una de las películas animadas más importantes de todos los
tiempos, me encontré con una realidad desalentadora.
Normalmente, uno pensaría que una joya como “Perfect
Blue” podría encontrarse en cineclubs o espacios dedicados a la proyección
de films fuera de las grandes salas comerciales. Sin embargo, al menos en mi
radar ¡Sorpresa! no hay espacios especializados al respecto, provocando la
primera barrera artificial.
Mi búsqueda por verla en plataformas de streaming legales me
llevó a la desafortunada revelación de que no está disponible de manera legal
en México, y en gran parte de latinoamérica, debido a conflictos con los
derechos en la región. Este hallazgo me hizo reflexionar más allá de esta
frustración puntual.
El discurso de la industria del streaming inicialmente
prometió reducir la piratería, y en cierto modo lo logró cuando plataformas
como Netflix concentraban la mayoría de los catálogos. Fue cierto, en un
principio, que la comodidad de acceder a una amplia gama de contenidos legales
disminuyó la piratería.
Sin embargo, en la actualidad, con la proliferación de
servicios de streaming, nos enfrentamos a un incremento considerable en los
precios, condiciones de uso y, lo que es más frustrante, limitaciones
geográficas en los contenidos.
La gestión de derechos ha llegado al punto en que ni
siquiera los sitios que solía utilizar para acceder a contenidos de otras
regiones tienen acceso a películas como “Perfect Blue”.
Fue revelador encontrarme con la película sin cortes ni
ediciones en Facebook. Es irónico, considerando que esta misma red social,
parte del conglomerado de Meta Inc., que es conocida por bloquear y sancionar
videos que contienen música o eventos con derechos de autor en transmisiones en
vivo, incluso en perfiles personales sin propósitos comerciales. A pesar de su
política estricta, la película en cuestión estaba disponible en su totalidad,
desafiando, en teoría, la norma que
usualmente se aplica, sin embargo al no ser clara la gestión de derechos ésta
se encuentra integra en dicha red social sin restricciones.
Esta experiencia me lleva a cuestionar la protección de la
obra artística frente al acceso y la cultura. ¿Estamos realmente protegiendo la
obra? ¿O estamos favoreciendo el acceso a la cultura?
Si bien la piratería es un delito hoy en día, gran parte del
contenido y obras del pasado que han podido ser rescatadas lo han sido gracias
a los fanáticos. Ejemplos de empresas como HBO – Discovery, lamentablemente,
han optado por destruir sus acervos, prefiriendo esto en lugar de hacerlos
públicos para ahorrar en costos de almacenamiento y servicios.
Que se lea bien, esto de ninguna manera es una apología,
simplemente es un ejercicio de reflexión sobre una situación que esta vez me ha
afectado personalmente. Es esencial continuar debatiendo sobre este tema y
buscar soluciones que equilibren la protección de las obras con un acceso
razonable a la cultura.
La cuestión va más allá de un simple problema técnico o de
regulación. La limitación del acceso a obras culturales relevantes tiene
ramificaciones profundas en la preservación y difusión del arte y la cultura.
Al encontrarme con la frustración de no poder acceder a una película que se considera
un hito en la historia del cine animado, me planteo interrogantes sobre el
equilibrio entre proteger las obras y garantizar su acceso.
Este es un dilema complejo, ya que, si bien se debe respetar
el derecho de los creadores a ser compensados por su trabajo, la restricción
excesiva y la falta de accesibilidad en la era digital plantea serias
preguntas. El cierre de los acervos, la restricción geográfica y las
complicaciones de licencias ponen en riesgo el disfrute y el conocimiento de
obras que merecen ser apreciadas por su relevancia cultural.
Además, el uso de la piratería y otros métodos cuestionables
para acceder a obras culturalmente significativas es, en parte, una respuesta a
la falta de accesibilidad en canales legítimos. ¿Es realmente esto lo que
queremos para el futuro del acceso a la cultura?
Es esencial que las empresas, plataformas y los encargados
de regular la distribución de contenido encuentren un equilibrio que respete
tanto la propiedad intelectual como el derecho de la sociedad a acceder a obras
significativas.
La democratización de la cultura y la protección de las
creaciones artísticas no deberían estar reñidas.
En última instancia, el acceso a estas obras no es solo un
privilegio, es una forma de preservar la herencia cultural para las
generaciones futuras. En la era digital, es crucial encontrar un punto medio
que garantice la protección de los derechos de autor sin poner trabas excesivas
al disfrute y conocimiento de obras significativas.
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