Soñó que iría a ver torear a José Tomás. Y se despertó y recordó que en efecto ya había ido. La memoria, su memoria, a veces era muy cruel y le borraba recuerdos. Aquella vez no, recordaba el viaje por las bellas carreteras de España, Granada, el arte..
El arte. El arte es aquello que es sensorial y frágil, lo que no se finge y sí se siente.. y Granada… Granada es la tierra soñada y una de las ciudades más hermosas de España. Y al evocar la Alhambra evocó el señor a Pepe Luis Vàzquez..
Se trataba de un hombre taurino.. De ole!
Sus nietas, Casilda y Lourdes, hablaron una tarde de un buzón. En el colegio. No se acordaba bien… Era un buzón en el que los alumnos, creía recordar, podían escribir de modo anónimo cartas. Cartas con deseos. Cosas del curso escolar…
Querían que se castigara el mentir: habían detectado a una chica asegurando que tenía notas que no eran reales.. Qué espanto!
Querían que se trabajara el respeto propio: con las redes sociales habían descubierto a niñas publicando fotos de niñas que no eran ellas!
Querían una salida a caballo!
Cosas así! El anciano decidió que escribiría una carta y la llevaría a ese buzón mágico. Deseaba con las escasas fuerzas de su larga vida de noventa años una pronta mejoría del torero. Cuánta torería en esa muñeca, en esa muleta, en ese corazón…
Cuando acabó de hablar con tinta sobre el papel de las virtudes de Pepe Luis Vázquez, de su clasicismo, de su toreo hondo… el hombre ya no se acordaba del buzón…
Pero seguro que Dios leyó la carta.. y se emocionó..
Dedicado a Pepe Luis Vázquez
A Lama de Góngora
A Granada
A mi amigo Pepe
A los toreros, sobre todo a los que hoy torean en Huelva
A José Tomás. Y a José Tomás en Granada: tarde histórica
A Casilda
A Lourdes
A las personas que no mienten
A Luis
A los abuelos
A mi abuela
A la gente de ley
A los libros de la infancia. De niña leí una novela sobre un buzón que usaban los niños para resolver sus problemas..
