“Quién es?, preguntó la voz. Y contestaron a una vez la niña y el niño. Nosotros, dijeron, y sonaban agotados. Hemos caminado mucho y estamos cansados. Venimos buscando algo para regalar fuerza a nuestro primo. Y por qué?, quisieron saber. Está muy enfermo y queremos tener con él un detalle bonito.. Y hemos escuchado que aquí, en la Tierra de los Deseos, todo es lindo y hay sobres de luz y muchas más cosas. La puerta se abrió. El anciano escuchó a los pequeños. Y, con cuentos y versos, les hizo entender que ellos, al preocuparse y mostrar su afecto, ya estaban regalando al muchacho cosas hermosas. Vuestro cariño, vuestra oración y vuestro cuidado son el beso de Dios, dijo…”
En la sala escucharon el cuento varios seres. Y cada uno comprendió lo que deseó comprender. El padre que también tenía un hijo en lucha contra un contratiempo supo que lo que hacían, que era precioso, lo hacían bien. El hombre que lidiaba para que los lances del toreo no cayeran en el olvido entendió que seguir en el paseíllo diario era algo de Puerta Grande. El guardián de los valores y las esencias jamás había sentido el miedo, y se cercioró de que tenía que seguir en su senda: la de la verdad y la lealtad. Y el novillero que comenzaba andadura supo que esfuerzo y rezo eran su trayecto, y fijarse en Juli, Morante o Talavante…
Ahí estaba el beso de Dios…
Dedicado a la gente que intenta cosas
A los tres protagonistas de la historia: admiro a cada uno de ellos
A Juli
A Morante
A mi mago
A mi querido Luis
A Juan, un ruso de 6 años que enamora mi playa
A cada novillero en lidia
A los cuentos
A la gente que lee
Y a las personas que creen en Dios. También a las que no, para que pronto lo hagan