Entonces se marchó el angelito. Sin avisar.. tal como había prometido al llegar. Siempre uno ha de cumplir lo que promete: de no hacerlo estaría falseando la palabra.. Pero el ángel había llegado con la luz dorada de diciembre, y en aquella fecha nadie pensaba en el color frío de los eneros que se acercan al quince.
Se marchó al amanecer. En silencio…
Cuánto habían disfrutado con el ángel! En la calle con las tardes heladas comiendo castañas asadas; en casa pintando escenas de chimenea y familia; escuchando música; viendo vídeos de Morante y de Talavante; jugando al escondite en las habitaciones de arriba; leyendo cuentos; inventando historias; paseando…
La marcha del ángel dejó un áspero vacío. Pero los niños seguían los consejos del tío Pepe, gran sabio! Cuando visitaban al niño del cuarto C, un pequeño con síndrome de Down, era como si estuvieran con otro angelito. También cuando cuidaban a Pablo, el bebé; o cuando Lourdes iba a tocar el piano a los ancianos con Alzheimer de la residencia…
Pronto comprendieron que en la vida uno puede encontrarse con ángeles. Los padres lo son también…
Dedicado a cada ángel
Y a cada persona que se relacione con ángeles. Lo triste sería haber pensado que uno lo era y que no lo fuera, pero es otra historia que será narrada en otro momento
A mi maravillosa familia: os amo
A María y Emiliano
Pablo y sus papás
Lourdes
Mi niño Luis
Mi querida Ana y su familia
Morante y su bohemia
Talavante y su magia (vuelve!!)
Genios
A cada tío Pepe
Y a la gente con alma