El agua se acaba

Elda Clemente Reyes
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Sic Sac, por: M.A Elda Clemente Reyes.

A medida que nos adentramos a los ciclos hidrológicos de nuestros
ecosistemas para satisfacer –en la mayoría de las ocasiones– nuestras necesidades
de carácter inmediato, nos acercamos peligrosamente a sus efectos secundarios
ocasionados por periodos prolongados de sequía, la globalización neoliberal y
la crisis sociodemográfica, que revela escenarios de futuro con potenciales
conflictos políticos y de guerras por el agua.

En México 12 millones de personas carecen de acceso al agua
potable, 102 acuíferos se encuentran sobreexplotados, 46 por ciento, se pierde
por fugas, 80 por ciento de los cuerpos de agua presenta algún tipo de
contaminación por descargas industriales, 1 de cada 100 litros de agua de
lluvia es captado para su utilización y somos el país número uno en consumo de
agua embotellada del mundo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la
Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, ha reivindicado el objetivo de
“garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento
para todos”. Un compromiso que han adquirido las autoridades para fortalecer
acciones en materia de cambio climático y el cuidado del vital líquido.

En Campeche el desabasto no es ajeno. Las fallas en líneas de
distribución como la de Sabancuy y del acueducto Chicbul-Carmen, provocan
afectaciones entre los carmelitas que comúnmente requieren 400 litros por
segundo frente a los 150 que logra alcanzar, asociado a los desperfectos en equipos
eléctricos de bombeo en Seybaplaya, Dzibalchen, Atasta y Campeche, por
mencionar algunos.

Colonias populares de Campeche y Carmen, se ubican en los
primeros lugares con cortes continuos en perjuicio de más de 200,000 habitantes,
según estadísticas federales, estatales y municipales. En épocas anteriores
como éstas la gente los ha padecido hasta por 10 días.

Por un lado, los sistemas municipales de agua potable y
alcantarillado, tienen el compromiso de garantizar el abasto sin interrupciones
o desperfectos en las tuberías, y por el otro, persiste el uso irracional, el
robo de medidores, el crecimiento exponencial de la población y la morosidad en
el pago del servicio que se estima superior al 50 por ciento.

Frente a estas circunstancias, no hay suministro que resista.
El problema del agua es universal, su “ciclo de vida” depende de todos. Es un
recurso natural que hoy, está en peligro de “extinción”, y la mayoría piensa que
famoso estrés hídrico, nunca nos va llegar.

Ninguna ciudad o continente escapa a esta crisis. El líquido
poco a poco se ha convertido en una mercancía económica, resultado de la actual
sociedad capitalista que mide los metros cúbicos en ganancias y utilidades.
Hace 20 años bastaba tener un grifo en la casa, el trabajo o en la parcela,
para saciar nuestra sed, ahora tenemos que comprarla en botellas de plástico, vulnerando
el derecho al agua de las nuevas generaciones.

Se estima que la parte norte y centro del territorio nacional,
serán los primeros en sufrir la escases. El agua está convirtiéndose en fuente
potencial de riesgos y nosotros somos los principales protagonistas.

En este sentido, el diseño de un conjunto de políticas
hídricas que garanticen el acceso del vital líquido,  incluyendo cruzadas de concientización o
captación de agua de lluvia para su tratamiento, puede ser el primer paso para
enfrentar este desafío y fortalecer la agenda ambiental.

En estas elecciones no he visto alguna candidata o candidato
hablar del tema, proponer acciones, iniciativas y reformas a la Ley de Agua
para garantizar el acceso al abastecimiento y saneamiento en zonas rurales y
urbanas.

Se los dejo de tarea.

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