Dos años

Editorial La Revista Peninsular
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El presidente Andrés Manuel López Obrador compartió este lunes un discurso desde Palacio Nacional por sus dos primeros años de gobierno. Como era de esperarse, hubo poca autocrítica y mucha autocomplacencia. El titular del ejecutivo federal hizo un recuento de las principales acciones que se han llevado a cabo durante el inicio de su sexenio y pintó un escenario favorable para el futuro del país; sin embargo, esta ilustración parece muy alejada a la realidad que se vive en México.

Uno de los primeros datos que llamaron la atención en el discurso de López Obrador fue el monto ahorrado hasta ahora gracias a las políticas de austeridad y recortes presupuestales: un billón 300 mil millones de pesos. Sin duda es una cantidad significativa, pero despierta dudas sobre dónde está ese dinero y qué se hizo con él. Se podría suponer que con tanto dinero era innecesaria la rifa del avión presidencial para obtener insumos médicos, o incluso podría considerarse abusiva la postura del gobierno de rehusarse a dar apoyos a pequeñas y medianas empresas ante la crisis económica.

Por cierto, la rifa del avión presidencial fue mencionada como un logro de la actual gestión a pesar de que el avión no se rifó ni se vendió.

Andrés Manuel también afirmó que no se han aumentado los impuestos, el precio de los combustibles ni la deuda, aunque estas últimas dos afirmaciones son frágiles ante el análisis detenido de los datos disponibles. Aún más, el presidente celebró que hoy la gasolina es más barata que cuando empezó a gobernar, pero esto es gracias a la reforma energética del sexenio anterior.

Respecto al tema de salud dijo que la población ya tenía garantizada atención médica y medicamentos gratuitos, lo cual contrasta con la estampa que se difundió hace unos días en la cual se veía al presidente ser increpado por familiares de pacientes con cáncer, quienes no habían recibido los tratamientos necesarios. Sobre la pandemia, el presidente presumió haber usado estrategias poco convencionales pero eficaces. No obstante, hace unos días su gobierno recibió un jalón de orejas de la Organización Mundial de la Salud por no tomarse en serio la contingencia.

En cuanto a educación, López Obrador sostuvo que se aumentaron las becas a estudiante, a pesar de la extinción de fideicomisos, y se construyeron varias Universidades. De igual manera, informó que no han faltado libros de texto para nivel básico y educación media superior. Vale la pena recordar el atraso de hace un año respecto a la entrega de estos en Yucatán.

Contra todo pronóstico, el término “neo-liberal” fue utilizado en pocas ocasiones; principalmente con el fin de explicar que no se usaron recetas neoliberales para afrontar la crisis económica, sino que los apoyos se dieron de abajo hacia arriba. En el mismo orden de ideas, festejó la creación de 500 mil trabajos del millón 117 mil perdidos por la pandemia, aunque en abril había prometido dos millones para estas fechas.

Al hablar de seguridad, hizo referencia a administraciones pasadas para echarles la culpa de la situación actual. Compartió con alegría la disminución de delitos como robo a transeúnte, robo en transporte público y secuestro, los cuales parecen reducirse por el encierro de la pandemia más que por políticas públicas eficientes.

Con orgullo dijo que no han ocurrido masacres ni remate de heridos durante su gobierno. Probablemente igual con amnesia, pues tenemos presentes el video en el cual la Guardia Nacional asesina a un herido en Tamaulipas tras una persecución o el homicidio perpetrado por la misma institución en contra de una mujer chihuahuense que se manifestaba en la presa “La Boquilla”.

Nuestro presidente admitió que aún le faltan 3 compromisos por cumplir de los 100 hechos en campaña, los cuales son descentralizar el gobierno federal, impulsar el desarrollo de energías renovables y aclarar el caso Ayotzinapa. El primero no ha sido prioridad pues ha parecido ser un esfuerzo caro, ocioso y potencialmente contraproducente. El segundo ha sido evitado pues representaría un cambio radical a la política energética actual, la cual se avoca casi exclusivamente a energías no renovables. Finalmente, cada aniversario de la matanza se realizan actividades en memoria de los normalistas, pero parecen actos de solidaridad mediática y no búsquedas de la verdad.

En el informe también se presentaron logros que no necesariamente lo eran como recibir a Evo Morales, celebrar el aniversario de la Revolución Mexicana o el aumento de remesas enviadas desde Estados Unidos. Por otro lado, también se expusieron logros que evidentemente no correspondían a la realidad como la garantía de la independencia de los poderes legislativo y judicial, el respeto a los derechos de los migrantes y que en el actual sexenio se protege la equidad de género.

Antes de terminar, el presidente aseguró que su gobierno no busca un pensamiento único y que respeta a la oposición. Ojalá sea cierto lo primero pues, cuando exigió lealtad ciega a su proyecto, despertó temor entre algunos sectores de la población. Sobre lo segundo se puede afirmar que es discurso, ya que al día siguiente ya antagonizaba a prensa, críticos, líderes sociales y empresarios desde su tribuna matutina.

Ciertamente ha habido aciertos en estos dos años de gobierno. La gestión de López Obrador ejemplifica la redistribución de recursos que llega tras un cambio de administración pues las políticas públicas se disponen para distribuir poder entre la población, y Andrés Manuel hizo partícipes a sectores olvidados o denostados en años anteriores. Su concepción de austeridad, aunque sumamente criticable, obedece a pensamientos ya establecidos y validados, como el achicamiento del órgano gubernamental. Finalmente, los esfuerzos que se han llevado a cabo para un acceso temprano a la vacuna son invaluables y serán esenciales para la reactivación de nuestra economía.

El mensaje del presidente tras dos años de gobierno fue predecible e idealista. Como ha sucedido en discursos anteriores, pareció más una “mañanera” sin preguntas a una intervención protocolaria. Con datos avasalladores celebró que el país ha estado, está y estará bien, aunque millones de mexicanos no compartan esta visión. Por ahora, solo queda preguntarse cuántos informes más la realidad le permitirá volar a Andrés Manuel

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