Del discurso a la acción

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por:  Jordy Abraham Martínez.

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Cada vez hay una mayor conciencia sobre la importancia de expresarse correctamente por medio de la palabra. La comunicación verbal nos permite interactuar con las personas y relacionarnos en nuestro entorno. Esta revalorización de la oratoria es positiva ya que permite a la gente darse la oportunidad de trabajar en el desarrollo de las habilidades de expresión al hablar.

Si bien, tradicionalmente los oradores realizan el arte de dirigir discursos hacia audiencias numerosas o masas, lo cierto es que la elocuencia es sumamente útil para ejercer la comunicación uno a uno, así como entre grupos reducidos. Ya se ha superado aquel mito que limita la funcionalidad de la oratoria para quienes se desempeñan en el campo de la política o la abogacía.

Son muchos los casos de empresarios que se ven en la necesidad de hablar en público para presentar algún proyecto o simplemente para brindar un mensaje a sus colaboradores. Del mismo modo, han incrementado los foros diseñados para que diversos líderes de opinión transmitan sus puntos de vista de una manera abierta. Más aun, nadie está exento de verse en la obligación moral de pronunciar un discurso en determinado evento social, ya sea en una boda o una celebración particular. Las probabilidades de requerir de habilidades oratorias son altas por lo que debemos estar preparados con independencia de nuestro perfil profesional.

Ahora bien, considero que hay un punto de mayor trascendencia para aprender a ser elocuentes, además de incrementar las posibilidades de evitar el ridículo ante una situación fortuita. El proceso por medio del cual se desarrollan las habilidades comunicativas es enormemente enriquecedor.

En primera instancia, un orador destacado, forzosamente deberá contar con un bagaje cultural suficiente. En consecuencia, el primer paso para hablar correctamente en público radica en leer para adquirir conocimientos básicos con el propósito de estar bien informados sobre aquello que acontece en el contexto económico, político y social a nivel local pero también internacional. Así, estar al tanto de las noticias, leer artículos de opinión de expertos y revisar los periódicos se vuelve un hábito. Esto es especialmente relevante al momento de improvisar, porque la información ya está en la mente y solo hay que transmitirla a través de la palabra. La improvisación no es tarea sencilla debido a que no es sinónimo de inventar, sino que se deben ordenar las ideas y emplear los conocimientos que se tienen para generar contenido discursivo adecuado según la ocasión. Por lo general, el recurso de improvisar se torna indispensable cuando surgen eventos inesperados que precisan de respuesta inmediata. Por supuesto que la agilidad mental juega un papel clave para tal menester y esta cualidad se refuerza con práctica.

La técnica es otro aspecto fundamental de la expresión oral. El buen empleo de los ademanes, la voz, la expresión facial y la postura son herramientas eficaces para comunicar el mensaje. La forma es tan significativa como el fondo, por lo que no deben descuidarse estos elementos. Claro está que el contenido del discurso necesita de solidez, ya que debe aportar algo positivo a quienes escuchan. La oratoria tiene por objetivo el invitar a reflexionar y motivar a actuar. Sin persuasión contundente, no hay oratoria. No obstante, si el discurso no va acompañado de gestos, entonación y ademanes que le otorguen fuerza, será complicado convencer a la audiencia del mensaje.

Para llegar a ser un óptimo orador hace falta recorrido y es inevitable cometer errores en el proceso. Sin embargo, el camino hacia el dominio de la oratoria ayuda a forjar el carácter y se traduce en la generación de habilidades positivas como la constancia, el empeño y el compromiso. Los resultados son favorables para el crecimiento personal de quienes practican este arte.

Todos pueden ser líderes oradores si se deciden a serlo. Es un esfuerzo que vale la pena realizar para ser mejores profesionistas, pero también mejores personas. La sociedad necesita nuevos liderazgos que llamen a otros a tomar acciones para construir una agenda en pro del bien común. Usemos el poder de la palabra para hacer el bien y ser agentes de impacto positivo en nuestro entorno.

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