Sobran los motivos, por: Jordy R. Abraham.
jordyAbraham@gmail.com / @JordyAbraham
El
reconocido autor Dale Carnegie solía mencionar en sus publicaciones: “la única
manera de salir ganando en una discusión, es evitándola”. Cuando se genera un
punto de conflicto entre dos o más individuos, las pasiones argumentativas
pueden exacerbarse hasta el límite del respeto y la tolerancia. Cada persona
posee una opinión personal sobre un determinado tema, la cual se basa en su
experiencia y conocimientos propios. Al abordarse un tema polémico, con frecuencia
se originan disputas en las que las diversas ideas chocan entre sí, dejándose a
un lado el raciocinio y dando lugar a la efervescencia de los postulados
emocionales.
El
diálogo es una de las herramientas más útiles para aportar posibles soluciones
a problemas comunes. La suma de distintas voces suele ser muy enriquecedora
cuando la conversación se lleva de manera adecuada. A este ejercicio se le
conoce como diálogo y es el pilar de la sana convivencia entre pares. Este
concepto trascendental no podría entenderse sin las figuras de la cordialidad,
la empatía y la prudencia. La función crucial del diálogo es fomentar acuerdos
mediante el uso de la inteligencia, minimizando las diferencias y hallando
puntos de concordancia.
La
diplomacia es la disciplina que se encarga de efectuar el diálogo para la
resolución de conflictos complejos entre diversos liderazgos. Aquí se hace
presente la negociación, que es necesaria, pero siempre con arreglo a la
honorabilidad y la integridad de los valores. El engaño debe ser erradicado de
cualquier oportunidad que tenga por objeto dar pie a acuerdos diplomáticos. La
astucia no se mide por la cualidad de engañar, sino por la creatividad para
plantear soluciones idóneas que beneficien a todas las partes involucradas.
Las
palabras son poderosas y es responsabilidad de cada ser humano, el emplearlas
de manera correcta. Un dicho afirma que somos dueños de nuestro silencio y
esclavos de aquello que pronunciamos. Un elogio sincero puede prevalecer en la
memoria para toda la vida, mientras que una injuria dirigida puede ocasionar el
más intenso de los resentimientos, también de modo permanente.
La
asertividad es una característica de los líderes. La diplomacia consiste en
saber qué decir, cuándo decirlo y cómo decirlo. Si desarrollamos la habilidad
requerida para escoger sabiamente las palabras que usamos, será más sencillo
establecer relaciones interpersonales positivas. Construyamos diálogos que
permitan abonar razonamientos para trabajar por causas justas. Evitemos
ocasionar animadversión con terceros por aferrarnos a posturas personales. No
seamos víctimas de la necedad por sucumbir ante la vanidad. El pensamiento
crítico y el intercambio de ideas son capaces de transformar sociedades, pero
hace falta de mujeres y hombres que se decidan a emprender esta tarea.