Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes.
Comunicar lo que se hace es una labor que
todos los días complementa las bondades que aluden en principio a los
responsables de diseñarla. Cuando se trata de la comunicación política, y más
precisamente la comunicación gubernamental, se abordan enfoques que pueden ir
desde el análisis del contenido hasta el discurso, desde la psicología de la
persuasión hasta las teorías de la argumentación.
Durante los últimos años la forma de informar
ha sido criticada, por momentos llega a ser tan vulnerable casi imperceptible
al grado de cuestionar el resultado que aporta. Enviar boletines de prensa se
ha convertido en la forma tradicional de enviar información. Esto ha venido a
suprimir habilidades que aplicadas de otra manera tendrían mayores alcances.
En teoría la comunicación social tiene múltiples
definiciones de expertos en la materia, pero todos coinciden en su impacto
sobre la sociedad. Aunque esta área no es el corazón de una organización ni de
una administración, es una pieza clave para lucir, presumir y sacarle el mejor
provecho a los logros alcanzados.
El
desafío actual gira en torno a las dificultades para comprender su alcance ante
la falta de una palabra o posición pública de las autoridades frente a una
situación de crisis; un servicio que no se realiza adecuadamente o el proceder de
un funcionario público que contradice la ética y la ley.
Actualmente la forma de comunicar el trabajo
del gobierno presenta matices diversos, incluyendo al presidente de la
República, a quien la prensa mantiene un marcaje constante de análisis y
columnas críticas de las cuales 66 por ciento, son en contra y 10 por ciento
son positivas, según las cifras que arrojó la revisión de 148 artículos de
opinión publicados en los diarios de mayor circulación nacional. Este escenario
y el papel que juegan las redes sociales, coloca al gobernante ante el dedo
flamígero de sus adversarios.
La comunicación política tiene un
objetivo: generar consenso. Si no actúa bien, no hay consenso y si no hay
consenso, no hay buena gestión. El consenso es la búsqueda de acuerdos que
busca dotar a la autoridad de estabilidad a través de la legitimidad.
Para algunos la comunicación
gubernamental debería estar tan lejos de la publicidad como de la propaganda.
Dónde colocarla respecto de posibles formas de manipulación de la publicidad y
de la propaganda. Cuáles son los límites entre cada una y las comparaciones que
se pueden establecer.
Provocar la empatía entre el emisor
y el receptor no es tan sencillo como parece, requiere despertar el interés del
público al que se dirige el mensaje, y a mi juicio de una estrategia de bajo
perfil en las acciones delicadas que deben manejarse con prudencia y otra de
alto impacto, cuando se trate de asuntos de índole no clasificada que puedan ser
difundidos para el conocimiento de la población.
Generalmente no está muy claro con qué
instrumentos argumentativos cuenta un gobernante para estimular estratégicamente
lo que comunica, en especial, lo que haga posible el acompañar y mejorar la eficacia
de la tarea del Estado.
Sin embargo, no hay que perder de vista que
la información institucional, administrativa y política, siempre se hacen
presentes en su propio discurso que, intencionalmente o no, construirán un
vínculo entre gobernantes y gobernados.
En el umbral del fin de una era y el
inicio de un nuevo gobierno en el Estado, el reto es comunicar de manera
efectiva a la audiencia que recurre a los medios y a la opinión pública para
formar su criterio y seguir los dictados de las mayorías.
