Amores veganos, amores carnales

Aída López Sosa
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Cultura, por: Aida María López Sosa
E-mail: aidamarialopez64@gmail.com

Con el sugestivo título, Amores Veganos (2021), el escritor Adrián Curiel Rivera (CDMX, 1969), nos ofrece un menú variado de nueve relatos sui géneris bajo el sello de Lectorum en la Colección Marea Alta. Título que nos lleva a pensar en amores sin carne, espirituales, siendo todo lo contrario, ya que la debilidad de la carne es lo que lleva a los protagonistas al pecado capital no de la gula, sino de la lujuria: “Sus labios encontraban sin dificultad los de Fabiola, que se abrían y cerraban suavemente. Se separaron y volvieron a besarse… luego no eran solo las bocas, sino también las lenguas… Una mano se posó unos instantes sobre su entrepierna, después subió con destreza encima del cinturón y desabotonó varios ojales ”.

“Una criatura del aire”, “Goggles”, “Hijos huevo”, “Iguanas”, “Día de patineta”, “De la justicia nada poética de los linchamientos (el caso de Zacarías Justo)”, “Pirate and Cabin Boy” , “Loft” y por supuesto el cuento que da título al corpus, “Amores veganos, son relatos que nos hablan de la vida, de los acontecimientos a los que estamos expuestos, de la familia, las relaciones de pareja, de hermanos, de la sexualidad, peripecias, aventuras, de personas que se enfrentan a retos y toma de decisiones.

 Adrián es un escritor que domina el lenguaje, su escritura es irónica, original, inteligente, amena; laberíntica en ocasiones, fluida cuando apremia. El manejo de los anticlímax y las digresiones van hilvanando con destreza su prosa. A 20 años de su primer libro de cuentos: “Unos niños inundaron la casa”, reeditada en 2020 por la editorial Ficticia, ahora sorprende con Amores Veganos, según refiere más adelante, historia ficcionada de largo aliento, inspirada en una vivencia personal.

La historia oscila entre el drama y la comedia, entre CDMX y Mérida, donde viven Fabiola Campos (la vegana, hipocondriaca, manipuladora, obsesiva…) y Rodrigo Villa (el villano, cuarentón en crisis, carnívoro, adultero…), respectivamente. Personajes disímbolos, dos rectas perpendiculares en un plano coordenado que el destino cruza pero que no mantiene por mucho tiempo, a pesar de los esfuerzos del protagonista para sostener la relación después de perder su matrimonio con Mireya por la infidelidad.

Nunca se termina de conocer a la pareja hasta que se convive con ella, el sexo no es suficiente cuando los estilos de vida se encuentran en un impedimento para compartir la mesa y también la cama. Amores veganos lo expone a través de una pareja cuyos perfiles físicos y psicológicos están magistralmente creados por el escritor, tanto que nos deja reflexionando al final, hasta qué punto un hábito alimenticio puede determinar y terminar una relación, aunque estén tan enamorados y el sexo sea espectacular. “La extrema seducción, colinda con el horror”, escribió el pensador francés Georges Bataille, para referirse a la afectación de los prejuicios sobre la intimidad.

    Adrián Curiel Rivera concede una entrevista para La Revista Peninsular, donde nos revela la génesis de su libro, las razones de sus ambientes narrativos y su propuesta literaria.

AL —Paraíso en casa es tu más reciente novela. ¿Por qué optas ahora por un libro de relatos?

AC Creo que la pandemia fue la que impuso mi ritmo de escritura el año pasado. En el encierro sobra tiempo. Paradójicamente, es difícil concentrarse. Necesitaba centrarme no en un proyecto de largo aliento sino en contar historias sobre la familia y sus complejas relaciones, sobre la hipocresía de nuestra sociedad y lo extraordinario que se oculta en la vida cotidiana.

AL —Los relatos de Amores veganos, dentro de un registro realista, presentan situaciones llamativas. ¿Por qué decidiste ambientar todas las historias en la Península de Yucatán?

AC Una crítica ha señalado que yo soy el fundador de un nuevo género de la literatura mexicana: la narrativa del “huach”. Según ella, a diferencia, por ejemplo, de Juan Villoro, yo escribo desde la perspectiva del fuereño que ha dejado de ser turista. Lo cierto es que radico en Mérida desde 2003 y todas mis vivencias, goces y padecimientos están anclados a esta geografía. Amores veganos no es un libro sobre Yucatán sino desde Yucatán, que trasciende lo regional para profundizar en problemas humanos universales.

AL —Y, hablando del relato que da título al volumen, Amores veganos, una historia cargada de sexualidad sobre un hombre carnívoro que pierde su matrimonio al acostarse con una vegana, la pregunta es inevitable: ¿Te pasó a ti? ¿Se trata de una confesión?

AC Bueno, dicen que los escritores siempre acaban haciendo, si no autobiografías, textos autorreferenciales. Me sucedió algo parecido. En una época sostuve una relación con una defensora de la naturaleza y de la comida saludable que actuaba como una flor carnívora y asesina. Imagínate, yo tenía que picar muy fino una salchicha y cubrir los pedacitos con salsa de tomate en un sartén para que ella, que me vigilaba desde la cámara de su teléfono, creyera que eran pedacitos de zanahoria y me diera permiso de comer. Por supuesto, no se trata de un calco de la realidad, pero algo he tomado prestado de ella.

AL —También hay una tripulación de piratas homosexuales, una historia muy original y divertida. Y un experto en masculinidades tóxicas que cae en la trampa de su propia retórica y es linchado en redes sociales.

AC Mi libro propone un cuestionamiento a la tiranía de la corrección política. Sin desconocer la rampante violencia social que impera contra la mujer y otros sectores vulnerables, advierte sobre los riesgos de una nueva policía del pensamiento que en su reduccionismo y repetición de clichés pretende regular incluso cómo debemos hablar y expresarnos.

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