Sic Sac, por: M.A. Elda Clemente Reyes
Si alguien pensaba que las damas del gabinete federal,
minimizaban la polémica que desató la nominación del abanderado de Morena por
la gubernatura de Guerrero, Félix Salgado Macedonio, acusado de acoso y abuso
sexual, la Secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, puso el dedo en la
llaga durante la presentación del Programa Nacional para la Igualdad entre
Hombres y Mujeres 2021-2024, donde dijo “las fuerzas políticas son las
encargadas de demostrar que “los abanderados” están a la altura de las
circunstancias y proceder de acuerdo con las leyes y las mejores prácticas para
la prevención de la violencia de género”.
La titular de la Segob marcó distancia con el #Yachole que se
volvió tendencia en las redes sociales y provocó una discusión colectiva de
reclamos al presidente Andrés Manuel López Obrador, por no mostrarse sensible a
los cuestionamientos de mujeres incluso de su mismo partido. Error que fue
aprovechado por los medios que acostumbran explotar cualquier afirmación
adversa.
Jurídicamente de las cinco denuncias sobre Félix solo una
investigación sigue vigente. El espaldarazo del presidente por considerar que
les corresponde a las instancias judiciales resolverlo, no es suficiente cuando
se mezcla el argot político. Ese ingrediente capaz de estropear cualquier
relación o encumbrarla.
Todo indica que AMLO está dispuesto a correr los riesgos. Su
interés por defenderlo, me hace suponer que está decidido a pagar el costo
político, el linchamiento de grupos feministas y de la opinión pública, que no
termina de entender su postura.
Haciendo un análisis frío, lo veo como un hombre que sabe
proteger las lealtades al grado de poner en riesgo su popularidad, su
credibilidad, su imagen ante mujeres de prestigio, hasta arriesgar un buen
número de votos en el resto del país.
Si Félix sale victorioso de la contienda y llega a ser
gobernador, su primera tarea será limpiarle la cara al presidente por
sostenerlo en la candidatura a capa y espada. Sí, por el contrario, los
resultados le son adversos, tendrá que vivir bajo la sombra de los
cuestionamientos.
De acuerdo al INEGI los principales delitos cometidos en
contra de las mujeres son los relacionados con el abuso sexual (42.6%) y la
violación (37.8 por ciento). Cualquier tipo de violencia contra las féminas que
lesione sus derechos humanos, es judicial, política y mediáticamente condenable.
Nadie en pleno uso de sus facultades debe atentar contra su tranquilidad y su
dignidad, independientemente del partido donde milite y el cargo que tenga.
No se equivoquen, la defensa del presidente no es porque sea
su espejo. AMLO no es el violador que sus malquerientes le quieren endilgar,
tampoco un criminal antifeminista. El asunto del senador con licencia, no ha
sido tratado con los cuidados pertinentes y la seriedad necesaria. Pasará desapercibido
ante las autoridades electorales al ser una instancia ministerial la que debe
determinar su culpabilidad o inocencia.
El caso para Morena es delicado por ser un aspirante con
amplias posibilidades de ganar. El dilema entre retirarlo de la contienda y
poner a otro, dejaría entrever su pecado, que no ha sido emitido por un
ministerio público, y los colocaría en desventaja frente a la oposición.
Por su naturaleza, el tema de las mujeres levanta ínfulas ocasionadas
a veces por injusticias y cuando se trata de abusos, el dedo flamígero en las
plataformas digitales, puede destruir desde una carrera política hasta una incipiente
trayectoria profesional.
El foco de discusión seguirá prendido en las redes sociales,
donde continuarán los posicionamientos encontrados y, sin duda, la trama estará
en la mesa del debate nacional después de las elecciones.
¿Pagará Morena el costo político de su decisión? Lo sabremos después del 6 de junio.