Alianza PRI-PAN-PRD ¿Arma de doble filo?

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La semana pasada se anunció una alianza entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) para el proceso electoral del 2021. Si bien, esta coalición tiene el potencial de traer beneficios al sistema político mexicano, también presenta el riesgo de acrecentar la polarización que lo aqueja.

Los dirigentes nacionales del PAN, PRI y PRD dieron a conocer su alianza para los comicios del próximo año en 140 candidaturas del Congreso Federal y probablemente en algunas gubernaturas como Baja California, Baja California Sur, Colima y San Luis Potosí. El criterio que utilizan estos partidos es el de asumir la alianza en zonas o entidades donde no sean suficientemente competitivos por sí solos.

Para entender un poco mejor la naturaleza de esta coalición vale la pena mencionar las palabras del dirigente nacional del PAN, Marko Cortés. El líder panista explicó que sumaba esfuerzos con los demás partidos, pero no se mezclaba con éstos pues en la boleta electoral aparecería su emblema blanquiazul para que los ciudadanos pudieran votar por su proyecto. Aún más, Cortés reconoció no olvidar sus agravios con el PRI, pero la prioridad actual era detener, lo que a su juicio es, la destrucción del país.

No causó mucha sorpresa el anuncio de esta coalición, ya que se preveía desde hace algunas semanas. De hecho, en las páginas de esta revista se narró que cuando el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, vino a Yucatán hace un par de semanas para tomar protesta a los nuevos dirigentes municipales, comentó que efectivamente se realizarían coaliciones con el PAN en las entidades del país donde fuese necesario.

Las vísperas de tiempos electorales también trajeron otro movimiento entre los actores políticos nacionales, siempre con el partido blanquiazul pero ahora respecto a una presunta alianza con México Libre, organización de Margarita Zavala y Felipe Calderón.

Por medio de twitter, la organización publicó una carta en la cual planteaba al PAN la incorporación de sus miembros a cambio de unas demandas específicas: reconocer las condiciones de ruptura de los líderes de México libre con Acción Nacional en el 2018, asegurar que el partido sea instrumento ciudadano, la afiliación inmediata al partido a los miembros de la organización que lo deseen, establecer campañas de comunicación que contemplen a militantes de ambos partidos e incorporar la propuesta pragmática de México Libre al PAN.

De lo anterior, llama la atención que México Libre desee unirse a Acción Nacional, pero al mismo tiempo pretenda establecer medidas las cuales le permitan mantener visible su músculo político dentro del partido.

Esta última coalición, o mejor dicho asimilación, no ha sido confirmada; sin embargo, no existen motivos para creer que no vaya a concretarse pues el PAN abrió públicamente sus puertas a Felipe Calderón y Margarita Zavala tras la negación de México Libre como partido político. Si tarda algún tiempo más esta confirmación debe ser porque se están negociando las condiciones, y parece haber énfasis en la creación de mensajes acordes a la filosofía de México Libre.

Debido a los movimientos que hicieron los partidos políticos en días anteriores, particularmente el PAN, parece poca coincidencia el anuncio de la solicitud de extradición del ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, a principios de semana. Aunque el proceso tomaría mucho tiempo en concretarse, el efecto mediático sobre las gestiones pasadas se resiente inmediatamente.

La alianza PRI-PAN-PRD puede traer beneficios a la sociedad al promover un ejercicio político más maduro y beneficios internos a los partidos al nutrir sus procesos con información de sus nuevos aliados. Estos tres partidos deberán tener cuidado en las candidaturas donde no vaya aplicar la coalición pues su discurso tendrá que evitar denostaciones y ofensas mutuas; a fin de cuentas, son compañeros en otros frentes. Atentar entre sí, aunque sea en curules que se peleen autónomamente, sería ponerse la soga al cuello porque impactaría en la legitimidad de la coalición. Por el contrario, emitir mensajes respetuosos y propositivos elevaría el ejercicio político-electoral del país e invariablemente repercutiría en la sociedad.

Por otro lado, los mismos partidos se verían enriquecidos directamente por esta unión. El ejemplo más claro se puede apreciar en el PAN y PRI, ya que el primero puede aprender del segundo sobre cómo operar estructuras electorales complejas, mientras que el segundo adquiere vías de acceso a grupos y organizaciones del sector privado. En este intercambio de información todos podrán aprender, y por lo tanto ganar.

Ahora bien, así como pudiese ocurrir lo recién descrito, también podría suceder lo contrario. En este escenario oscuro se podría observar una alianza desarticulada e incongruente, con mensajes vacíos y anticuados. Lo anterior conllevaría a una coalición inoperante y generadora de roses internos, con mensajes los cuales revivan el sentimiento social de rechazo que llevó a López Obrador al triunfo en el 2018. Entonces, esta unión dispuesta en un principio para traer un balance de poder al sistema mexicano terminaría por debilitarlo mediante la polarización.

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