Sic Sac: M.A. Elda Clemente Reyes
El 2020 termina como el año de la pandemia. El recuento no es
muy halagador para la mayoría, una parte de los mexicanos están satisfechos, y
otros le conceden el beneficio de la duda al año venidero.
El Coronavirus se convirtió en el principal reto en el mundo.
Puso a prueba el sistema de salud en los 32 estados del país. Algunos lo
enfrentan con eficacia y otros de forma desastrosa, han sido superados por el
número de contagios y por sus carencias hospitalarias.
Más de 126,000 fallecidos en México, representan el moño
negro de la indiferencia, la irresponsabilidad y el valemadrismo de la gente
que nunca creyó en la existencia del virus que en el planeta ya cobró la vida
de más de 1.8 millones de personas. Una cifra escalofriante como salida de una
película de terror, que jamás pensamos presenciar y se dice que el rebrote
podría alcanzar los 2 millones de muertos notificados oficialmente por haber
dado positivo en una prueba PCR aunque según los expertos la cifra real será
superior y llevará años determinarla con exactitud.
En materia política, el balance se lo dejo al presidente
Andrés Manuel López Obrador. Cada programa federal que hoy satisface una necesidad
básica es una promesa cumplida que tarde o temprano el pueblo valorará en su
justa dimensión.
El 6 de junio estarán en disputa más de 20 mil cargos de
elección locales y federales, serán los comicios más reñidos en la historia de
México, en el contexto de la emergencia sanitaria donde se definirán la
correlación de fuerzas y la decisión del electorado confirmará la continuidad
de la 4T o un nuevo esquema que fortalezca a la oposición.
Los campechanos no somos ajenos a la coyuntura que traerá
escenarios críticos para el sistema de partidos a nivel nacional y la clase
política en general. Algunos pagarán facturas más altas que otros y, a pesar de
eso, hacen muy poco por revertir el descrédito en el que han sumido sus
ideologías, sus principios y lo más importante, su credibilidad.
La polarización que existe entre los simpatizantes es el
reflejo de la lucha fratricida que veremos y, conforme se acercan los días, la
disputa mediática y en territorio, es cada vez más cruda desnudando lo más
inverosímil de cada aspirante.
El despertar ciudadano es impostergable. Con su participación
los mexicanos dan muestra de la conciencia social que empieza a florecer. La
gente del pueblo sabe que tiene el poder en sus manos y en las urnas pondrá a
cada quién en su lugar.
Adiós 2020, no vuelvas nunca; dejaste en el camino tristeza,
dolor, depresión y pusiste al mundo de rodillas implorando salud y sanación.
Hiciste voltear los ojos de los incrédulos al cielo para recordarles que nadie
tiene la vida comprada, ni los más ricos, y nos recordaste quién tiene el
control de la humanidad por encima del plan perverso en el cual las élites del
Nuevo Orden Mundial juegan a ser dioses.
Fuiste el peor capítulo de mi vida al llevarte sin avisar a
un ser querido, a un amigo y a mi mascota adoptiva, por quienes lloré hasta el
cansancio y todavía duele al recordarlos.
Hoy, el mundo está en silencio y vive en cámara lenta. Cada
prueba fue un látigo que endureció el carácter, sacó lo mejor de cada uno, nos
hizo más reflexivos y quitó la venda de los ojos despertando la valentía
dormida.
El Año Nuevo es para agradecer la existencia de los que
sobrevivimos al virus que acecha y nos coloca en peligro latente. Bienvenido
2021, deseo de corazón que los malos presagios por la epidemia, no se cumplan.
Gracias a Dios por permitirme iniciar un nuevo periodo en el
que habremos de cerrar ciclos y las puertas que sean necesarias para abrir,
nuevos caminos. Felicidades a mis lectores, salud, fe, esperanza, unión
familiar y, sobre todo, mucha oración. ¡Dios nos bendiga a todos!
