Entretenimiento, por: David Moreno
Yo cursaba mi segundo año en la universidad. Estudiante de una institución tan politizada como lo es Universidad Autónoma Metropolitana, viví muy de cerca todos los sucesos que ocurrieron en aquel 1994. La firma del TLC, el levantamiento zapatista, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, el error de diciembre. Todos fueron temas de discusión y análisis en las aulas de la carrera de Comunicación de la UAM Xochimilco. De alguna forma, aunque en ese entonces yo lo no comprendía del todo, los sucesos del 94 contribuyeron enormemente a mi formación profesional y sembraron las primeras semillas de conciencia crítica en mi persona y, seguramente, en la de muchos otros universitarios de aquellos días.
Ver el documental 1994 de Diego Osorno, producido por VICE y que se encuentra en Netflix, es un viaje a aquellos días. Es recordar portadas de periódicos, noticieros de televisión y a un México que despertó de la promesa salinista de llevarnos al Primer Mundo para encontrarse con la pesadilla, con una crisis política que desató una de las crisis económicas más violentas de la historia de nuestro país. Mirarlo es traer de los rincones de la memoria en donde y con quien estábamos cuando el zapatismo hizo irrupción en San Cristóbal de las Casas o cuando las balas acabaron con la vida del Candidato del PRI a la Presidencia, pero también es entender mejor la importancia de aquellos sucesos en la formación del México de estos días. Mucho de lo acontecido en el 94 sigue teniendo gran repercusión en todas las esferas en las que se desenvuelva la cotidianidad mexicana, por lo que la narración y la contextualización del México de esos días resulta muy importante tanto para quienes los vivimos como para aquellos que no lo hicieron y que hoy tratan de entender mejor en donde estamos parados en este país.
Visualmente el documental es muy meritorio. Con gran habilidad narrativa Osorno va ligando imágenes y voces de los protagonistas de aquel año. Tiene la gran virtud de combinar videos originales de esos días con entrevistas actuales de los personajes que en su momento los protagonizaron. Por la pantalla desfilan Carlos Salinas, Agustín Bassave, Marcelo Ebrard, Alfonso Durazo, Ernesto Ruffo entre otros actores políticos, pero también le da lugar a la aparición de otras personas que sin ser políticos de oficio sí tuvieron un papel fundamental en los hechos del 94 como lo son el Subcomandante Galeano (antes Marcos), Rodolfo Mayoral, acusado en su momento de participar en el asesinato de Colosio, hasta la lideresa del seccional del PRI de la tristemente célebre colonia tijuanense de Lomas Taurinas donde fue victimado el político sonorense. Es interesante como Osorno va juntando las piezas del rompecabezas que cuenta la historia de aquel año para obtener un documento ágil y visualmente atractivo. Hay un manejo interesante y bien planeado del lenguaje audiovisual lo que es muy notorio en como se presenta a los entrevistados. La cámara es el narrador omnisciente que se va a situar siempre en el mismo plano cuando toma a uno de los personajes que están contando la historia. Siempre lo hará de la misma forma: el personaje en el centro del encuadre atrayendo todo el peso de la visual del plano hacía él o ella. Osorno hace que miren directamente a la cámara como si estuvieran interactuando directamente con el espectador y solo insertará un encuadre que permita observar al entrevistado de forma lateral cambiando de un plano medio a un primer plano para acentuar ciertas frases o gestos del o de la entrevistada. Lo que varía son los contextos. Por ejemplo: Salinas aparece en lo que parece ser una biblioteca personal mientras que Galeano lo hace en el medio de la selva, pero la posición de la cámara siempre será la misma para uno u otro. Eso no es casual pues lo que busca el director es igualarlos en términos visuales, provocando que todos tengan la misma importancia narrativa pero diferenciando sus posiciones dentro de la historia mostrando a sus espaldas todo lo que les rodea en la actualidad.
Por supuesto que las entrevistas son las que juegan el papel más importante en términos narrativos pero al intercalarlas, a través del montaje, con material tomado en el 94, éstas adquieren un sentido de rememoración, de recuerdo, incluso de cierta nostalgia, que le brindan de mayor contundencia a lo que se está contando. Lo mejor es que el documental no privilegia una posición u otra, ni fija una posición política en contra o a favor de algún protagonista de la historia sino que deja que sea el espectador quien finalmente decida si existen héroes o culpables de lo que sucedió en aquel fatídico período de tiempo o si simplemente son personas que reaccionaron ante los hechos de acuerdo a posiciones ideológicas y/o intereses personales.
1994 es un documento audiovisual de suma importancia. Lo es porque nos recuerda quienes fuimos en quienes nos hemos convertido a partir de un año en el que tuvimos la sensación de vivir en peligro, al filo de la navaja, y del que somos sobrevivientes. Un año aciago pero al mismo tiempo aquellos 365 días nos hicieron comprender que las cosas ya no podían seguir de la misma manera, que los cambios eran necesarios e inevitables aunque tal vez hayan tardado solamente 24 años en llegar.
Un logro.
