Por Alonso Cuevas
A diferencia del PRI, que navega con un candidato falto de convencimiento, en el PAN la semana pasada fue de intensidad y de ajustes a su estructura de cara al periodo formal de campaña –aunque llevamos varios meses de campaña informal-.
De entrada, el anuncio del ex diputado Joaquín Díaz Mena –el popular Huachito-, quien a principios de la semana renunció al PAN después de sembrar bastante y cosechar aún más en las filas de ese instituto político. A decir de los panistas que lo conocieron de cerca, era algo que tarde o temprano se veía venir, ya que Huacho entró al blanquiazul por mero interés personal y ahora se sale por la misma razón.
Independientemente de, que tanto afuera como adentro del PAN coinciden que la senaduría para Raúl Paz fue un agandalle de los tres que resultaron candidatos a los principales puestos en disputa –agandalle avalado por el Comité Ejecutivo Nacional-, lo único que demostró Díaz Mena es que está en la política por los beneficios del puesto siguiente y no por el Bien Común y la transformación de la sociedad. Resultó se otra figura, que como muchas otras, han sucumbido a su soberbia y optaron por las migajas del resultado a corto plazo en vez de la recompensa mayor que es un liderazgo transformador que imprime el ejemplo de un político cabal.
Aunque se tomen medidas para controlar esta hemorragia en las venas azules, lo cierto es que la soberbia demostrada por el Comité Ejecutivo Nacional y el Comité Directivo Estatal del PAN, pagará su costo con un buen porcentaje de votos a favor del casi seguro candidato a la gubernatura de MORENA. Hay quienes pronostican que el porcentaje de votos a favor de Huacho estaría entre el 8 y el 12%; lo cual representa un buen número de votos que le serán robados al PAN y que tal como se anticipa la contienda, van a ser muy necesarios en las encuestas y a la hora del conteo final.
Y es precisamente que para hacer contención de daños, el fin de semana hubo cambios en los Comités Directivos Estatal y Municipal de Acción Nacional. En el primero, básicamente se dejó en manos de gente al servicio de Vila la conducción del partido y la campaña. Édgar Ramírez, Víctor Hugo Lozano y Roger Torres Peniche, entran de manera emergente a enderezar una directiva estatal que debió ser removida hace varios meses si se quería ganar la elección. Los panistas sabían que con Raúl Paz y los integrantes de su directiva la elección al gobierno del estado estaba casi sentenciada, ya sea por incapacidad o por interés. Hay quien sigue opinando que Raúl Paz está vendido al gobierno del estado.
Con Édgar Ramírez, quien ya fue presidente del Comité Directivo Estatal, lo más seguro es que se busque que siendo un panista de cierto prestigio se pueda aglutinar al panismo que se ha alejado por la fallida presidencia de Paz Alonzo. Tarea que no se antoja nada fácil.
En la parte operativa, Roger Torres tendrá ahora una cartera desde la cual operar de manera formal lo que ha venido haciendo en los últimos meses, lo cual es lógico si se toma en cuenta que es la estrategia donde más en desventaja está el PAN ante la segura intervención del gobierno del estado para crear estructuras territoriales a favor de sus candidatos que al parecer no van a levantar nada sin el cobijo de Rolando Zapata.
Ya veremos si este enroque de los panistas rinde sus frutos a tiempo o el movimiento fue demasiado tarde.