Por Francisco López Vargas
¿Cuál es la diferencia entre José Antonio Meade Kuribreña e Ivonne Ortega Pacheco? No digan las obvias sino las más visibles: el secretario de Hacienda es un personaje intachable, ha colaborado con los gobiernos de Calderón y de Peña y no hay argumentos que le atribuyan corrupción, negligencia y no es priista aunque fue invitado por el presidente a una asamblea del tricolor.
Para Ivonne Ortega el Partido Revolucionario Institucional logrará construir una candidatura presidencial fuerte sólo si el abanderado surge de un proceso abierto donde se registren varios aspirantes y sean los ciudadanos los que decidan quién es el mejor hombre o mujer para contender por ese puesto y no una cúpula, aseveró la diputada federal con licencia.
Para Meade, la candidatura presidencial no es un tema que le quite el sueño. Primer aspirante cuando fue secretario de Desarrollo Social llegó a ser descartado como titular de la Secretaría de Hacienda y nuevamente encartado ya con el Banco de México en su horizonte, pero la candidatura presidencial como una opción ciudadana para alguien que ha colaborado en dos sexenios, ha sido cinco veces secretario con dos gobiernos y un prestigio que le vale reconocimientos internacionales.
Sin embargo, Meade abre esa discusión de si un candidato presidencial del PRI o con el apoyo del tricolor podría ganar una elección ante un desencanto que él, como miembro del gabinete, sabe que podría negársele, sobre todo por el apoyo del presidente Enrique Peña Nieto, el peor evaluado en la historia reciente del país y con el regreso del PRI y su corrupción en la presidencia.
¿Pasaría una candidatura de Meade por el PRI?, ¿sería bien vista y ganadora?, ¿sería mejor postularlo por una coalición de partidos?, ¿habrá priistas puros que acepten su candidatura?, ¿podrá el elector vislumbrarlo como un candidato independiente del PRI a pesar de contender por sus siglas?, ¿podría votar por él la estructura dura del PRI, podría hacerlo la ciudadanía harta de ese partido?
Ivonne Ortega pareciera tener la respuesta a quienes se preguntan si el candidato del PRI debiera salir de una decisión cupular de su partido. En una entrevista con Expansión así lo dice: Me interesa que haya una fortaleza importante en mi partido y una condición de competencia para que independientemente de quién pueda ser la candidata o el candidato avalado por los ciudadanos y los militantes pues llegue en una condición de legitimidad y acompañado por los ciudadanos.
De cara a la XXII Asamblea General a realizarse el próximo mes de agosto, la diputada federal destacó que actualmente la militancia priista está pidiendo que las discusiones internas de los tricolores se abran a la sociedad mexicana.
Explicó que en los últimos años las decisiones sobre las nominaciones de los candidatos del PRI a diferentes puestos de elección popular han surgido del Consejo Político y al final se trata de una cúpula la que decide.
“Lo que está pidiendo la militancia es que sea parte de la decisión, que no sean decisiones cupulares, para que sean respaldadas en los procesos electorales”, abundó.
Mientras la ex gobernadora se expone a las críticas de los yucatecos que conocen su administración, en el PRI se baraja una carta que Andrés Manuel López Obrador ya destapó: José Antonio Meade representa a la mafia del poder y es el candidato de Peña Nieto.
Sin embargo, el factor Meade tiene toda una corriente política que está dispuesta a seguirle hasta la candidatura presidencial o hasta la gubernatura del Banco de México y precisamente ese factor es el que los priistas no están dispuestos a permitir.
Precisamente por ello, la rebelión que ya empezó entre los priistas de segunda fila –los de primera fila no sacan la cabeza- en aras de no perder su chamba y su hueso implica exhibir a un presidente sin liderazgo, sin valor en el priismo como lo rebelan las derrotas recientes y la ausencia de un candidato fuerte del presidente, dentro del gabinete, que no sea visto como más de lo mismo e implique una derrota del partido en el poder.
En algo tienen razón: el candidato de Peña Nieto será el más débil; el candidato oficial, como lo rebela la historia, es el que sale derrotado primero y el que no alcanza la postulación precisamente porque puede ser no atractivo en las elecciones porque representa una continuidad no deseada.
Sin embargo, José Antonio Meade tiene la juventud para ser candidato, tiene la presencia como para valer por si mismo, tiene la formación para ser un profesional confiable y prestigiado, y tiene la experiencia para no ser un presidente que llegue a aprender, que llegue a darle al gobierno el prestigio que necesita, que le urge para erradicar la corrupción, el amiguismo y, sobre todo, la espalda a los ciudadanos.
Meade es garantia de un gobierno de coalición, de un gobierno que incluya a los mejores técnicos, a los mejores políticos y, sobre todo, a una sociedad que está harta de ser gobernada por los politicos tradicionales, aquellos que no dan resultados y sólo viven del erario.
Ivonne Ortega tiene razón en la distancia que el PRI ha tomado de la sociedad, pero no tiene razón al plantearlo ella porque fue secretaria general del tricolor, porque fue gobernadora que perdió Mérida y porque fue acusada de lo mismo que los otros priistas que hoy se encuentran prófugos.
Si alguien estuvo alejada de la sociedad esa fue Ivonne Ortega cuya elección fue no sólo una sorpresa para el panismo tradicional, sino que también dejó claro que los candidatos oficiales no sólo no ganan en el PRI sino que la sociedad se cobra las pretensiones de continuidad como sucedió con Xavier Abreu y el gobierno de Patricio Patrón.
Sin embargo, la rebelión de esos priistas pareciera más un pretexto para evitar que el PRI decida si un no priista va a la candidatura presidencial. La argumentación de una lejanía de la sociedad tiene que ver con esa exigencia de que nadie puede ser candidato más que los que ellos digan y que siendolo pueden gobernar a pesar de las exigencias de la sociedad.
Para la ex gobernadora Ortega lo que su gobierno representó en Yucatán no tiene mayor importancia: su protección en el PRI la mostró como una consentida del régimen, ese que hoy se voltea a criticar en lo que más parece una ambición política de continuidad.
Ivonne no gana una elección en Yucatán, precisamente por eso se opone a que uno priista pueda ser candidato del PRI a la presidencia, especialmente quien puede ser el candidato más viable para un cambio de sistema en el país.