La compleja relación entre Estados Unidos y China.
Ariadne Morales Acevedo
Susana Contreras Ahedo
Ninguna relación abarca un conjunto tan amplio de frentes que afectan de manera directa al mundo entero, ninguna relación genera tanta tensión y desconfianza en la actualidad, ninguna relación está moldeando a la comunidad internacional como la relación de Estados Unidos y China.
Estados Unidos y China están en claro desacuerdo sobre cómo debe gobernarse un Estado y una economía. Las dos potencias compiten no solo por la influencia de sus regiones, sino la del mundo entero. Compiten en tecnología y en poder militar, espacial y ciberespacial. Sin embargo, su mayor competencia es la famosa guerra comercial. Aunque, dicha guerra y la creciente tensión y rivalidad que viven estos dos países, no impide que sean importantes socios comerciales y empresariales, lo que hace que su relación sea más compleja que la de la Guerra Fría.
¿Cuál es la relación actual de Estados Unidos y China?
En noviembre se llevó a cabo una reunión virtual entre el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden y el presidente de China, Xi Jinping. Dicha reunión tenía como objetivo calmar las tensiones debidas a la problemática de Taiwán, entre otras cosas. Sin embargo la reunión no produjo ningún avance hacia la mejora de las relaciones. En su lugar, ambas partes reiteraron puntos de desacuerdo que arrastran desde hace ya varios años, acordando únicamente la necesidad de evitar que la competencia se convierta en un conflicto más amplio.
Sólo tres semanas después, la Casa Blanca anunció el boicot de los Juegos Olímpicos de Invierno que se inaugurarán en Pekín en febrero, al no mandar una delegación oficial estadounidense e invitando a sus aliados a seguir el boicot. Fue un sabotaje diplomático que las autoridades chinas prometieron vengar. Australia y Reino Unido siguieron el ejemplo de Estados Unidos, y otros países han señalado que encontrarán formas de protestar contra los abusos de los derechos humanos por parte de China.
Este escenario significa un retroceso en el diálogo y la cooperación entre China y EUA donde un conflicto se ve cada vez más latente.
El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken ha calificado la gestión de la relación con China como “la mayor prueba geopolítica del siglo XXI”.
Xi Jinping, líder de China desde 2013, busca la primacía de la nación en el orden mundial. “Oriente se está levantando, y Occidente está decayendo”, ha dicho el presidente chino.
Hablar de la relación y la historia entre Estados Unidos y China es una tarea compleja y sobre todo, extensa. Solo en las últimas semanas han surgido cuestiones de rivalidad entre las dos potencias en más de un frente. El problema de Taiwán, Derechos Humanos y ahora deportes…Para comprender mejor la relación de los gigantes económicos en la actualidad se tiene que ir por pasos.
Primero, ¿Qué está pasando con el boicot de las Olimpiadas?
Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que el boicot diplomático a los Juegos Olímpicos reflejaba la preocupación estadounidense por la actual represión de China en Xinjiang, la región del noroeste donde cientos de miles de uigures y otras minorías predominantemente musulmanas han sido detenidos para su reeducación y adoctrinamiento.
“No contribuiremos a la fanfarria de los Juegos”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, el 6 de diciembre, señalando que Estados Unidos había definido formalmente el comportamiento de China como genocida.
El problema de las olimpiadas está relacionado con uno de los frentes más importantes en la relación EEUU-China, los Derechos Humanos. ¿Qué está pasando con los Uigures en Xinjiang, China y por qué es una grave violación a los Derechos Humanos?
Los grupos de derechos humanos creen que China ha detenido a más de un millón de musulmanes, sobre todo uigures, contra su voluntad en los últimos años en lo que el Estado denomina “campos de reeducación”, y ha condenado a cientos de miles a prisión. Dicho problema ocurre desde el año 2014.
También hay pruebas de que se utiliza a los uigures como mano de obra forzada y de que se esteriliza a las mujeres a la fuerza. Algunos ex detenidos en los campos también han denunciado que fueron torturados y sufrieron abusos sexuales.
Los Uigures son la segunda etnia musulmana más grande en China.
Estados Unidos es uno de los países que han acusado a China de cometer genocidio en Xinjiang. Los principales grupos de derechos humanos, Amnistía y Human Rights Watch, han publicado informes en los que se acusa a China de crímenes contra la humanidad. Sin embargo, los dirigentes del Partido Comunista han rechazado durante mucho tiempo las críticas externas a su gobierno autoritario, calificándolas de intrusiones en su soberanía nacional. Sin embargo, Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto sanciones a China por la severa respuesta de Pekín a las protestas prodemocráticas de 2019 en Hong Kong, así como a la represión de Xinjiang, entre otras cosas.
Los funcionarios estadounidenses también han expresado su preocupación por los programas laborales que implican a trabajadores de Xinjiang. China asegura que estos programas dan trabajo estable que puede aliviar la pobreza e inculcar la lealtad, pero para los expertos en Derechos Humanos es claro que los programas equivalen a trabajos forzados.
China lo niega rotundamente y dice que sus políticas en Xinjiang están destinadas a frenar el extremismo religioso. China ha calificado las acusaciones de genocidio como la “mentira del siglo”.
El dominio en el pacífico es otro de los frentes importantes en esta conflictiva relación.
Estados Unidos ha utilizado su poder militar naval y aéreo para imponer el orden en la región del Pacífico desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Esta no es una situación que China parece aceptar, y en los últimos años, además de crecer en poder comercial, China creció en poder militar.
A medida que China ha ido aumentando su presencia militar en la región, la administración Biden ha tratado de ampliar las alianzas de Estados Unidos con Australia, Japón, India y otras naciones. Pekín considera estas acciones como peligrosas provocaciones destinadas a asegurar la “hegemonía” estadounidense.
¿Qué está pasando en Taiwán?
Uno de los principales puntos de conflicto actual es Taiwán, la isla democrática y autónoma que el Partido Comunista considera territorio chino. Xi tiene un proyecto que incluye poner a Taiwán bajo control chino. China ha mandado cada vez más aviones de guerra en el espacio aéreo cercano a Taiwán, medida que a Taiwán y Estados Unidos les parece una clara amenaza.
Los presidentes norteamericanos han sido imprecisos durante mucho tiempo en cuanto a la fuerza con la que Estados Unidos defendería a Taiwán. Esta “ambigüedad estratégica” pretende evitar provocar a Pekín. Sin embargo, las administraciones tanto de Biden como del ex presidente Donald Trump han intensificado el apoyo a Taiwán.
En octubre de este año el presidente Biden declaró que Estados Unidos apoyaría a Taiwán en caso de un ataque chino. Añadió que no había necesidad de “preocuparse por si van a ser más poderosos”, porque “China, Rusia y todos saben que somos el ejército más poderoso del mundo”. Sin embargo, la Casa Blanca luego aclaró que esa declaración no significaba un cambio en la política de “ambigüedad estratégica”.
Misiles hipersónicos.
Los misiles hipersónicos son la nueva arma en la carrera armamentística, y el hecho de que China está probando sus nuevos misiles está creando más tensiones entre las dos potencias. Según un reciente informe del Servicio Independiente de Investigación del Congreso de Estados Unidos, Rusia y China poseen los programas de armas hipersónicas más avanzados, aunque el artículo del Financial Times sugiere que China ya tiene la delantera.
Estos misiles tienen diversas ventajas en el frente militar y China no está perdiendo el tiempo. El gigante asiático probó sus armas hipersónicas en julio y agosto de este año, a pesar de que Estados Unidos podría tomarlo como una clara amenaza.
Estados Unidos y China están inmersos en una carrera armamentística para desarrollar las armas hipersónicas más letales, dijo el secretario de la Fuerza Aérea estadounidense en noviembre, mientras Pekín y Washington construyen y prueban cada vez más las armas de alta velocidad.
Como demuestran los últimos acontecimientos, los enfrentamientos con Estados Unidos son cada vez más frecuentes, lo que refleja un enfoque cada vez más disidente tanto de EEUU como del PCC. Ambos Estados parecen tener poco interés en mantener la paz aparente entre ellos, y todo el mundo está pendiente.
El frente más importante en la rivalidad de los dos gigantes, la guerra comercial.
Entre 1980 y 2004, el comercio entre Estados Unidos y China pasó de 5.000 millones de dólares a 231.000 millones. En 2006, China superó a México como segundo socio comercial de Estados Unidos. El avance económico de China durante el siglo XXI logró que EEUU tuviera un déficit comercial con China, es decir, EEUU importa más de China de lo que exporta, y eso genera una gran deuda. China surgió como una potencia en un lapso corto de tiempo. Para el año 2007 China había aumentado su presupuesto militar en un 18%. El entonces vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, dijo que el aumento militar de China “no es coherente” con el objetivo declarado del país de un “ascenso pacífico”. Desde esa década comenzaba a ser clara la amenaza que representaba el país asiático para EEUU.
Sin embargo, la guerra comercial inició oficialmente por la administración Trump. En enero de 2018, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, comenzó a establecer aranceles a China con el objetivo de obligarla a realizar cambios en lo que, según Estados Unidos, son “prácticas comerciales desleales” y robo de propiedad intelectual. El actual presidente Joe Biden mantuvo dichos aranceles a los productos chinos. A pesar de que la guerra está en una supuesta pausa, las tensiones siguen latentes.
“Estas políticas han reforzado una dinámica de suma cero en la economía mundial”, dijo Katherine Tai, la representante de comercio de Estados Unidos, en octubre, y agregó que “el crecimiento y la prosperidad de China vienen a expensas de los trabajadores y las oportunidades económicas aquí en los Estados Unidos”.
La guerra de aranceles y contra-aranceles que comenzó en 2018 mostró lo interconectadas que están las economías de los dos países – y lo vulnerables que siguen siendo si cualquiera de las partes hace algo para separarlas.
Esta guerra ha llevado a Xi a declarar que la economía china debe ser impulsada principalmente por la demanda interna y la innovación interna y sólo en segundo lugar por las exportaciones, en lo que él llama una estrategia de “doble circulación”.
Los funcionarios de Pekín dicen que esto no significa que China esté cerrando la puerta a la inversión extranjera y a los productos extranjeros. Pero el nacionalismo económico ya ha despertado un nuevo interés e inversión en las marcas nacionales. Los consumidores chinos son cada vez más intolerantes con las empresas extranjeras que no siguen la línea del PCC.
En pleno siglo XXI en un mundo capitalista, China y Estados Unidos han demostrado que la fuerza real recae en el comercio.
Por último, ¿qué pasa con la rivalidad tecnológica?
Los gigantes de Internet de Silicon Valley llevan años sin poder actuar en China. La última en marcharse ha sido LinkedIn, de Microsoft, que en octubre renunció a gestionar su servicio bajo los requisitos de censura de China.
Sin embargo, muchas otras empresas tecnológicas estadounidenses siguen haciendo grandes negocios en China, como Apple, Tesla, Qualcomm e Intel. Esto alimenta todo tipo de preocupaciones en Washington: que los agentes chinos están desviando la tecnología y los secretos de las empresas, que los productos que fabrican en China son vulnerables a la intrusión china, y que comprometen sus valores por jugar con las reglas chinas.
Es un círculo vicioso. La prohibición de Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones, en EEUU por parte de la administración Trump, ha hecho que Pekín sea más consciente de la facilidad con la que Estados Unidos puede utilizar su influencia económica para limitar el acceso de China a la tecnología avanzada.
“La innovación tecnológica se ha convertido en el principal campo de batalla en el juego estratégico mundial”, dijo Xi en una conferencia en mayo. China, ha dicho en repetidas ocasiones en los últimos años, necesita alcanzar la “autosuficiencia”.
Esto, a su vez, ha hecho que Estados Unidos esté aún más alerta para evitar que los conocimientos técnicos estadounidenses acaben en manos chinas. Las agencias están examinando ahora más de cerca las inversiones tecnológicas chinas. Científicos nacidos en China que trabajan en Estados Unidos han sido arrestados acusados de ocultar vínculos con el Estado chino.
¿Cuál es el objetivo de la guerra entre ambas potencias?
Los líderes chinos ven signos de la decadencia estadounidense en todas partes últimamente: en el mal manejo de la pandemia de coronavirus, en sus divisiones internas, en su caótica retirada de Afganistán.
Quieren tener más voz en el liderazgo mundial. Han buscado un mayor papel en instituciones dominadas por Occidente, como la Organización Mundial de la Salud. Han creado su propia versión del Banco Mundial para financiar el desarrollo de los países pobres. Han tratado de ampliar la coalición de naciones -entre ellas Rusia, Irán y Cuba- que comparten su frustración con el acoso y la intromisión de Occidente.
Los funcionarios de Pekín insisten en que Estados Unidos no tiene por qué ver el ascenso de China como una amenaza. En septiembre, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, dijo que el error de EEUU era deteriorar su relación con China.
Wang citó un dicho chino: “Quien ató el nudo debe desatarlo”.
En las últimas décadas se han visto grandes modificaciones en el funcionamiento del sistema internacional. El sistema ha pasado de la hegemonía de Estados Unidos en términos no solo comerciales y económicos, sino igualmente militares y políticos a un sistema en el que China se ha posicionado al frente. La posición de Estados Unidos se encuentra claramente amenazada. En términos de comercio, China ha logrado sustituir como proveedor principal a Estados Unidos en muchas naciones de América del Sur, Europa, África y sobre todo Asia. Los aranceles de Trump y ahora de Biden son una estrategia que demuestra el temor americano a ser superados. Los dos Estados que son la potencia de su región luchan en los diversos frentes que se mencionaron, pero el objetivo es intrínseco, la hegemonía.
En esta relación hay dos villanos y ningún héroe. Ambas potencias buscan únicamente su beneficio propio y el poder mundial. Dos actores en busca del poder están controlando a la comunidad internacional y nadie parece hacer algo al respecto.
La historia de dos Estados fundamentalmente diferentes con el mismo objetivo: poder.