Carta de un joven libanés y el despertar de la unidad social

Ariadne Morales Acevedo
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Contexto

Líbano es un país que se encuentra en Asia Occidental, ubicado en la encrucijada de la cuenca del Mediterráneo. Limita con Siria al norte y al sur con Israel. Debido a la región históricamente problemática en la que se encuentra, la división de religiones que vive desde hace siglos y su independencia tardía, Líbano no ha conocido la paz en muchos años.
El territorio libanés fue uno de los primeros lugares a los que llegó el cristianismo durante el Siglo I. Los Cristianos Maronitas persisten en Líbano hasta hoy en día. Sin embargo, también fue uno de los primeros lugares a los que llegó el Islam cuando surgió en el Siglo VII. Así, aunque el Cristianismo y el Islam cohabitaron pacíficamente en Líbano por siglos, la religión es la causa de la división sistemática que se vive en el país actualmente. Líbano tiene 18 religiones oficiales, sin embargo, las 2 predominantes son el Cristianismo y el Islam, que han coexistido en este territorio desde hace 14 siglos.
El vínculo entre política y religión se vio reforzado bajo el mandato de las potencias coloniales francesas, quienes tomaron el poder de Líbano tras la caída del Imperio Otomano, al fin de la Primera Guerra Mundial en 1920. No fue hasta 1943 cuando Líbano logró su independencia. Sin embargo, los problemas de los libaneses no terminaron ahí. La guerra civil que duró de 1975 hasta 1990 fue una guerra de poder entre los maronitas cristianos y la gran población musulmana que existía en Líbano que contaba con el apoyo de Palestina. Fue en 1990, al término de la Guerra Civil Libanesa y con el Acuerdo de Taif de 1989, que se designó una compleja división de poderes entre los cristianos y musulmanes que existe hasta hoy en día.
Los cargos políticos y el poder en Líbano se reparten de acuerdo al Derecho consuetudinario, es decir que debido a su división religiosa y los problemas que de ella han derivado se llegó a un “acuerdo social” en el que el presidente siempre es cristiano, el primer ministro es musulmán sunní y el portavoz de la cámara es musulmán chií. De esta forma la religión -que tiene un poder tan importante en este país- es representada. Se pensaba que la división del poder entre los grupos mayoritarios resolvería las tensiones entre estas, pero la realidad no fue así. El Derecho civil es inexistente.
En octubre de 2019 se desató la crisis que vive Líbano actualmente, la sociedad libanesa salió a protestar por los nuevos impuestos a las redes sociales. Sin embargo, esa solo fue la punta del iceberg, pues pronto se convirtieron en protestas por un mal gobierno, economía y calidad de vida. Con las explosiones en Beirut el 4 de agosto de 2020, las cosas empeoraron.
El gobierno del Líbano ha sufrido importantes huecos de poder durante esta crisis. El ex primer ministro Saad Hariri -quien ya había intentado renunciar en 2017- renunció en octubre del 2019 debido a las crecientes protestas civiles en el país. Durante 3 meses Líbano tuvo una brecha de poder, y en enero de 2020 el presidente cristiano Michel Aoun nombró a Hassan Diab Primer ministro. Sin embargo, Diab renunció tras la explosión del 4 de agosto de 2020 en Beirut que incrementó la severidad de la crisis en Líbano. En septiembre de 2021, Najib Mikati asumió el poder.
Durante casi un año Líbano prácticamente no tuvo gobierno, experimentó una brecha de poder justo después de una explosión en su capital, una crisis política, social y económica que se arrastraban desde 2019 mientras los ciudadanos libaneses sobreviven de ayuda internacional y solidaridad entre ellos.
Hablando un poco de números, la economía de Líbano ha presentado una fuerte desaceleración del crecimiento del PIB libanés desde 2010. El declive económico se ha visto agravado por la pandemia de COVID-19, así como por la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020. El Banco Mundial estima que la economía libanesa se contrajo un 20,3% en 2020, tras una contracción del 6,9% en 2019.
Además, desde principios de 2020, la escasez de dólares en el mercado ha encarecido las importaciones y ha hecho subir considerablemente los precios al consumidor. En 2020, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estimó que el 55% de los libaneses vivían por debajo del umbral de la pobreza, frente al 28% de 2019.
Esta grave situación sitúa a Líbano y a su gente en una crisis bastante agravada la cual, no ha tenido la visibilidad internacional necesaria y la ayuda requerida.

A continuación se presenta la carta de un joven de Líbano, quien relata desde su experiencia la situación en el país y sus esperanzas para el futuro.

Beirut, Líbano a 29 de noviembre del 2021
Mi nombre es Antoine, tengo 23 años y soy de Líbano. Considero que llevaba una vida relativamente normal para un joven libanés, pero en 2019 la situación política y social de mi país despertaron un interés en mí. En este año comenzaron las protestas y problemas masivos que han acaparado las vidas de todos en Líbano, problemas que lamentablemente, no han tenido solución ni mucha visibilidad internacional. En esta carta quiero exponer la situación en la que estamos viviendo y los factores que nos han llevado a esta precaria situación.
Si bien el contexto mundial de la pandemia de Covid-19 ha sumado a la división, desigualdad y la crisis en el Líbano, como muchos de los conflictos actuales, el origen está en la historia del propio país.
La historia del Líbano es compleja. Fuimos parte del Imperio Otomano hasta su caída tras la Primera Guerra Mundial. El Otomano fue uno de los Imperios más grandes, poderosos y duraderos de la historia, duró seis siglos. Cuando los Aliados ganaron la Primer Guerra Mundial se repartieron el territorio del Líbano y este se convirtió en un mandato francés. Durante la Segunda Guerra Mundial, en el año 1943, Líbano ganó su independencia.
Casi 80 años desde que nos independizamos y Líbano no ha tenido un periodo de estabilidad real. Apenas estábamos logrando la independencia del país cuando nos vimos envueltos en la guerra Árabe-Israelí en los 40’s, seguida de la Guerra Civil en los 70’s – 80’s. Hemos pasado de conflicto en conflicto hasta llegar a la crisis que vivimos. El Líbano tuvo un breve periodo de estabilidad durante los años 60, pero no fue lo suficientemente largo como para crear un desarrollo y un crecimiento duraderos.
Por otra parte, la religión ha sido un factor constante que causa la división social y política, el principal problema del Líbano. Dicen que “divide y vencerás”, y el gobierno libanés se lo ha tomado muy en serio. El presidente siempre es Cristiano y el Primer ministro es Musulmán, no existe un Derecho Civil como tal, ni leyes que nos ayuden. El Estado se rige por el Derecho Consuetudinario y la tradición. Es claro que este es el resultado de un gobierno que se creó de la nada, que inmediatamente fue sometido a guerras externas e internas, y que lo único que conoce es la división.
La crisis que ahora atravesamos inició el 17 de octubre de 2019. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Yo estaba en clases y las cosas se pusieron sospechosas ya que nos mandaron a nuestras casas, era muy raro que cancelaran clases, así que todos sabíamos que algo estaba pasando.
Ese día estalló la primera de una serie de manifestaciones civiles masivas; en un principio se desencadenaron por los impuestos previstos sobre la gasolina, el tabaco y las redes sociales como WhatsApp –pero el resentimiento de la población rápidamente las convirtió en un juicio contra el gobierno religioso, el estancamiento de la economía, el desempleo, la corrupción, y los fallos del gobierno en la prestación de servicios básicos como la electricidad, el agua y el saneamiento.
Hubo aproximadamente un millón de libaneses protestando en las calles. Un millón de una población de casi 7 millones, una de cada siete personas estaba protestando. ¿Qué significa eso? Claramente estamos cansados del gobierno y de cómo están las cosas aquí.
La pandemia de la Covid-19 solo vino a empeorar la situación, el sistema de salud que ya era malo, empeoró y la calidad de vida bajó -aún más- en todos los aspectos.

Pero el 4 de agosto del 2020 el país colapsó…

Tras la explosión que dejó 207 muertos y más de 6 mil heridos el país terminó de desmoronarse. La ayuda internacional fue lo único que nos mantuvo vivos. Poco después de las explosiones, el gobierno libanés renunció. No tuvimos gobierno por meses enteros. Los libaneses estábamos en las calles reconstruyendo todo y ayudándonos unos a otros. Las crisis de salud, economía, de educación y de transporte tuvieron un auge. Los precios subieron excesivamente, comenzaron a haber mercados negros, de gasolina, de artículos básicos, de medicinas, de todo. Las personas que viajan al extranjero regresan con maletas de medicinas ya que aquí no hay, y las que hay tienen precios imposibles de pagar. Las personas mueren ya que los hospitales no tienen luz ni medicinas. Vivimos y sobrevivimos en la escases.
¡Necesitamos ayuda y no se está hablando de esto lo suficiente!

En Beirut, la capital, no tenemos energía eléctrica por largos periodos de tiempo. En mi edificio cortan la electricidad de 1-6 am, de 10-12 pm y de 4-6 pm, y por eso me considero una persona privilegiada, pues en otras ciudades deben pasar hasta más de 8 horas sin electricidad. En un mundo altamente dependiente de la tecnología y la energía eléctrica esto es desastroso e insostenible pero esto al gobierno parece no importarle.
Estoy consciente de que como país y sociedad hemos tocado fondo, y que es nuestro momento para levantarnos y buscar nuestra recuperación y bienestar. El contexto nacional ha impulsado un sentimiento de unidad y solidaridad entre las y los libaneses. Hemos logrado anteponernos a la pandemia y las secuelas de la explosión gracias a esta unidad y la ayuda que hemos recibido de la comunidad internacional.
Con este sentimiento de que unidos podemos salir adelante ha surgido un movimiento social, formado en su mayoría por jóvenes, quienes hemos puesto nuestras esperanzas en las próximas elecciones de 2022 y en la oportunidad de por fin tener un gobierno laico, que vele por los intereses de toda la sociedad. Personalmente creo que este movimiento social unido y con un sentido de nacionalismo y pertenencia será una parte crucial para encontrar una solución a la crisis que vivimos.
No quiero terminar esta carta sin expresar mi agradecimiento a la comunidad internacional y a las ONG’s que han apoyado a la sociedad libanesa, la realidad es que sin ustedes la situación sería aún más grave. Juntos estamos luchando por salir adelante y cambiar la triste retórica de la historia del Líbano. Les comparto algunas formas de continuar ayudando, todo el apoyo es bienvenido.

Atentamente, Antoine.

https://www.impactlebanon.org/ https://beitelbaraka.org/ https://offrejoie.org/

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