Por: Aida Maria Lopez Sosa.
Después
de Dios y Jesús, el Rey David es el personaje bíblico más mencionado, cuando
menos en México. A diario se recuerda en algún lugar del país cómo cantaba “Las
mañanitas” a la gente agraciada, “guapos y bonitas” tienen la fortuna de
escuchar el canto que supuestamente una vez entonó. Músico y virtuoso de la
lira por la gracia divina, compuso “Los salmos”, poemario devocional en tres
estilos: asirio, babilónico y sumerio.
David
por ser el menor de ocho hermanos era a quien le correspondía el pastoreo, se
desconocen los motivos de Dios para elegirlo como el segundo rey de Israel. Las
condiciones se dieron para demostrar su valentía y para que con su música
encantara al monarca Saúl ajeno al designio divino. Para llegar al trono según
la línea de sucesión, tenía que desposar a una de las hijas, pero antes tenían
que morir el rey, sus tres hijos varones y el esposo de la hija mayor. David no
dudó en eliminarlos para proclamarse rey, añadiendo nuevas ciudades a su reino,
incluso filisteas.
El
Rey David -el elegido de Dios, el amado- es un personaje seductor y al que se
asocia con la proeza de descalabrar al gigante de la ciudad de Gat, Goliat -el que vive peregrinando- y cortarle la
cabeza después de cuarenta días de asedio al ejército de Israel. El filisteo
Goliat y el israelita David eran de bandos contarios, tenían problemas por la
posesión del Arca de la Alianza donde se guardaban los diez mandamientos. Los
filisteos –pueblo de bronce- adorando a otro dios se hicieron de ella y en la
lucha el guerrero fue derrotado por el pastor. El pasaje bíblico no ha podido
ser comprobado por los investigadores, aunque consideran la veracidad tomando
en cuenta que es posible que el paladín del ejército filisteo de 2.90 metros de
altura sufriera de gigantismo y esto lo habría vuelto torpe e inestable
provocando su caída al reaccionar a la piedra lanzada por David. La valentía del
joven fue su atractivo para conquistar a las mujeres que celebraban cantando y
danzando con panderos la hazaña; al Rey Saúl no le hizo gracia compartir el protagonismo con el
músico de su corte. Si bien no hay certeza de que haya ocurrido, la historia
continúa sirviendo de ejemplo para demostrar que cuando se tiene habilidad y
decisión se puede derrotar a alguien no importando qué tan grande sea o parezca.
David
cuando no estaba en al campo de batalla, relajaba con su arpa al monarca. Se
enamoró de su hija mayor, Merab, a quien quiso desposar. Saúl para concederla
en matrimonio pidió una misión imposible: traerle cien prepucios de sus
enemigos los filisteos. David para asegurar el casorio mató al doble de hombres.
El monarca pensando que nunca volvería entregó a Merab en matrimonio a Adriel.
Mical, la hija menor y enamorada de David, se convirtió en su primera esposa en
sustitución de su hermana por una dote de doscientos prepucios.
Si
en un principio Mical estaba embelesada con David, se desencantó cuando desde
su ventana lo vio danzando para celebrar la entrada a la ciudad del Arca de la
Alianza, una vez que fue rescatada de los filisteos. El motivo fue suficiente para
que no tuvieran descendencia al trono y el monarca comenzara sus aventuras
amorosas en busca de un hijo que lo sucediera, llegando a más de una decena de
esposas; igual número de concubinas e hijos. ¡Así de fácil!
El
profeta Samuel, quien lo había ungido por orden divina, en su primer libro testimonia
una de sus muchas conquistas, la manera como el carismático rey “sonrosado,
de hermosos ojos y bien parecido” se hizo de Betsabé, la esposa de su fiel
soldado Urías. Lo mandó a matar para quedarse con la mujer y engendró al futuro
rey de Israel: Salomón. Dios envió al profeta Natán para decirle a David que el
crimen perpetrado levantaría el mal en su propia casa y que la espada no se
apartaría de ella. ¡Anuncio fatal!
El
monarca no tenía inconveniente en asesinar, ya lo había demostrado en su
juventud con los prepucios, mataba hasta a los mensajeros sin importar si las
noticias que llevaban eran buenas o malas. En “El Libro de los Reyes” consta la
violación de su hija Tamar perpetrada por su hermanastro Amnón, el primogénito,
contrario a lo que se hubiera esperado del rey, lo único que externó fue
sentirse molesto por el agravio. La joven terminó ahorcándose por la deshonra
sin que su padre hiciera nada. Su hermano Absalón enloqueció y por venganza
comenzó a asesinar a cuanta joven seducía en venganza por la violación de Tamar,
así también propició la ocasión para que los sirvientes mataran a Amnón. ¡La
casa de David estaba maldita!
El
Rey David fue bendito, pero sus actos deleznables desencadenaron los
infortunios en su reino al perder la gracia divina. Designó a Salomón que
también tuvo que eliminar a uno de sus hermanastros que aspiraban al trono. Dios
le dio sabiduría para llevar a su pueblo al esplendor que su padre no
consiguió.
El
origen de” Las mañanitas” no se sabe con certeza, es probable que la letra haya
llegado al continente durante la conquista y se musicalizara en el siglo XIX
por el compositor y músico mexicano Manuel M. Ponce. Se dice que el Rey David
tocando el arpa y entonando salmos anunció la llegada del Mesías. Se cree que
tuvo muchas mañanitas con “muchachas bonitas” que pasaban las nochecitas en su
lecho y “se las cantaba así” para despertarlas cuando ya los pajarillos cantaban
y la luna se había metido, esto por si acaso se les pegaban las sabanas.