Por: Aida Maria Lopez Sosa.
“El carácter de lo
prohibido que aparece
en la prohibición de la caza es por lo demás
un carácter general de toda prohibición.
Insisto sobre el
hecho de que, de manera global,
existe una
prohibición de la actividad sexual”.
Georges Bataille.
El Erotismo
Con el sugestivo título, Amores Veganos
(2021), el escritor Adrián Curiel Rivera (CDMX, 1969), nos ofrece un menú
variado de nueve relatos sui géneris bajo
el sello de Lectorum en la Colección Marea Alta. Título que nos lleva a pensar
en amores sin carne, espirituales, siendo todo lo contrario, ya que la
debilidad de la carne es lo que lleva a los protagonistas al pecado capital no de
la gula, sino de la lujuria: “Sus labios encontraban
sin dificultad los de Fabiola, que se abrían y cerraban suavemente. Se separaron
y volvieron a besarse…luego no eran solo las bocas, sino también las
lenguas…Una mano se posó unos instantes sobre su entrepierna, después subió con
destreza encima del cinturón y desabotonó varios ojales”.
“Una criatura del aire”, “Goggles”, “Hijos huevo”, “Iguanas”,
“Día de patineta”, “De la justicia nada poética de los linchamientos (el caso
de Zacarías Justo)”, “Pirate and Cabin
Boy”, “Loft” y por supuesto el cuento que da título al corpus, “Amores veganos, son relatos que nos hablan de la vida, de
los acontecimientos a los que estamos expuestos, de la familia, las relaciones
de pareja, de hermanos, de la sexualidad, peripecias, aventuras, de personas
que se enfrentan a retos y toma de decisiones.
Adrián es un escritor que domina el
lenguaje, su escritura es irónica, original, inteligente, amena; laberíntica en
ocasiones, fluida cuando apremia. El manejo de los anticlímax y las digresiones
van hilvanando con destreza su prosa. A 20 años de su primer libro de cuentos:
“Unos niños inundaron la casa”, reeditada en 2020 por la editorial Ficticia,
ahora sorprende con Amores Veganos, según refiere más adelante, historia
ficcionada de largo aliento, inspirada en una vivencia personal.
La historia oscila entre el drama y la
comedia, entre CDMX y Mérida, donde viven Fabiola Campos (la vegana,
hipocondriaca, manipuladora, obsesiva…) y Rodrigo Villa (el villano, cuarentón
en crisis, carnívoro, adultero…), respectivamente. Personajes disímbolos, dos
rectas perpendiculares en un plano coordenado que el destino cruza pero que no mantiene
por mucho tiempo, a pesar de los esfuerzos del protagonista para sostener la
relación después de perder su matrimonio con Mireya por la infidelidad.
Nunca se termina de conocer a la pareja
hasta que se convive con ella, el sexo no es suficiente cuando los estilos de
vida se convierten en un impedimento para compartir la mesa y también la cama. Amores
veganos lo expone a través de una pareja cuyo perfiles físicos y psicológicos
están magistralmente creados por el escritor, tanto que nos deja reflexionando
al final, hasta qué punto un hábito alimenticio puede determinar y terminar una
relación, aunque estén tan enamorados y el sexo sea espectacular. “La extrema seducción, colinda con el horror”,
escribió el pensador francés Georges Bataille, para referirse a la
afectación de los prejuicios sobre la intimidad.
Adrián Curiel Rivera concede una
entrevista para La Revista Peninsular, donde nos revela la génesis de su libro,
las razones de sus ambientes narrativos y su propuesta literaria.
A.L. —Paraíso en casa es
tu más reciente novela. ¿Por qué optas ahora por un libro de relatos?
A.C. Creo que la pandemia
fue la que impuso mi ritmo de escritura el año pasado. En el encierro sobra
tiempo. Paradójicamente, es difícil concentrarse. Necesitaba centrarme no en un
proyecto de largo aliento sino en contar historias sobre la familia y sus
complejas relaciones, sobre la hipocresía de nuestra sociedad y lo
extraordinario que se oculta en la vida cotidiana.
A.L. —Los relatos de
Amores veganos, dentro de un registro realista, presentan situaciones
sorprendentes. ¿Por qué decidiste ambientar todas las historias en la Península
de Yucatán?
A.C. Una crítica ha
señalado que yo soy el fundador de un nuevo género de la literatura mexicana:
la narrativa del “huach”. Según ella, a diferencia, por ejemplo, de Juan
Villoro, yo escribo desde la perspectiva del fuereño que ha dejado de ser
turista. Lo cierto es que radico en Mérida desde 2003 y todas mis vivencias,
goces y padecimientos están anclados a esta geografía. Amores veganos no es un
libro sobre Yucatán sino desde Yucatán, que trasciende lo regional para
profundizar en problemas humanos universales.
A.L. —Y, hablando del
relato que da título al volumen, Amores veganos, una historia cargada de
sexualidad sobre un hombre carnívoro que pierde su matrimonio al acostarse con
una vegana, la pregunta es inevitable: ¿Te pasó a ti? ¿Se trata de una
confesión?
A.C. Bueno, dicen que los
escritores siempre acaban haciendo, si no autobiografías, textos
autorreferenciales. Me sucedió algo parecido. En una época sostuve una relación
con una defensora de la naturaleza y de la comida saludable que actuaba como
una flor carnívora y asesina. Imagínate, yo tenía que picar muy fino una
salchicha y cubrir los pedacitos con salsa de tomate en un sartén para que
ella, que me vigilaba desde la cámara de su teléfono, creyera que eran
pedacitos de zanahoria y me diera permiso de comer. Por supuesto, no se trata
de un calco de la realidad, pero algo he tomado prestado de ella.
A.L. —También hay una
tripulación de piratas homosexuales, una historia muy original y divertida. Y
un experto en masculinidades tóxicas que cae en la trampa de su propia retórica
y es linchado en redes sociales.
A.C. Mi libro propone un
cuestionamiento a la tiranía de la corrección política. Sin desconocer la
rampante violencia social que impera contra la mujer y otros sectores vulnerables,
advierte sobre los riesgos de una nueva policía del pensamiento que en su
reduccionismo y repetición de clichés pretende regular incluso cómo debemos
hablar y expresarnos.