Construyendo, por: Raúl Asís Monforte González.
La iniciativa preferente para reformar la Ley de la Industria Eléctrica, que el Ejecutivo Federal ha enviado al Congreso
para su aprobación, con la orden explícita de que no se le cambie “ni una coma”, es una iniciativa absurda que los
diputados deberían rechazar por ser notoriamente inconstitucional, ya que claramente se opone a lo que ordena
el Artículo 25 de la Constitución, que otorga al estado el honroso privilegio de ser rector del desarrollo nacional,
pero al mismo tiempo le señala la alta responsabilidad de ejercerlo con el objetivo de “garantizar que sea integral
y sustentable, que fortalezca la soberanía de la Nación y su régimen democrático, y que, mediante la
competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la
riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos”.
Dice también que hay que entender la competitividad “como el conjunto de condiciones necesarias para generar
un mayor crecimiento económico, promoviendo la inversión y la generación de empleo”. En su párrafo noveno
ordena alentar y proteger “la actividad económica que realicen los particulares”, y proveer “las condiciones para
que el desenvolvimiento del sector privado contribuya al desarrollo económico nacional, promoviendo la
competitividad e implementando una política nacional para el desarrollo industrial sustentable”.
La pretendida reforma, hace precisamente lo contrario a lo que señala la Carta Magna. Al pretender cambiar el
orden de despacho de la energía eliminando el criterio de costos, sustituyéndolo por una preferencia sin sustento
a la energía producida en plantas propiedad de la CFE, aniquila la competitividad. Al ordenar la cancelación de
contratos, debido a la presunción de vicios no comprobados, amenaza el estado de derecho. Cuando otorga
privilegios a una empresa del estado por encima de las que son propiedad de particulares, evade la obligación de
alentar y proteger la actividad económica privada.
Pero eso no es todo, el verdadero y mas grande problema, es que nos distrae, y como decía la gran poeta chilena
Lucila Godoy, mejor conocida como Gabriela Mistral, “la guerra es para distraernos de lo bueno”. Así que aquí
estamos los mexicanos distraídos, discutiendo, tratando unos de hacer entender los peligros de que se apruebe
esta reforma, y por otro lado los oficialistas que por obediencia repiten las falsedades que provienen de palacio
nacional, y aprobarán su reforma sin importarles un carajo el bien de la nación.
La distracción es la obstrucción de la construcción. Todos los países del mundo están construyendo, unos mejor
que otros, la necesaria transición hacia un sistema energético mas robusto, sostenible, justo, productivo, garante
del crecimiento y la prosperidad de sus habitantes. Distraídos como estamos, no estamos considerando aprovechar
el enorme potencial que tiene la energía eólica off-shore en nuestras costas, estamos aumentando el rezago en
desarrollar proyectos de almacenamiento de energía en baterías, nos estamos perdiendo de fomentar las
capacidades del talento humano que podría desarrollar sistemas de gestión basados en inteligencia artificial,
internet de las cosas y la ciencia de datos, hemos perdido valioso tiempo que debimos haber usado para
prepararnos mejor en el despliegue de la movilidad eléctrica que arrasará con el motor de combustión interna en
un breve lapso, se nos escapa la oportunidad de explorar nuevas formas de empoderar a los ciudadanos en la
gestión de sus recursos energéticos, y estamos amenazando la salud de los seres humanos, no solamente de los
mexicanos, al insistir en la quema de combustibles fósiles que nos han postrado en una crisis climática existencial
sin precedentes.
¡Recobremos el foco, hagamos lo correcto, no esperemos a que sea tarde!
Raúl Asís Monforte González
© Copyright 2021. Raúl Asís Monforte González. Todos los derechos reservados.
Mérida, Yucatán a 20 de febrero de 2021
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