Editorial La Revista Peninsular
En México nunca deja de ser relevante hablar de la violencia, ya que pareciera que con el pasar del tiempo ésta condición solamente se arraiga más a nuestra identidad nacional. Incluso ahora que nos encontramos en medio de una crisis que nos exige unidad y solidaridad, somos testigos de cómo la delincuencia se fortalece en el país. Continuar esperando a que los gobiernos solucionen éste problema es un error, pues la estrategia dictada por el gobierno federal de centralizar la seguridad pública solo ha generado más violencia en vez de mitigarla, lo que significa que la responsabilidad de erradicar la delincuencia yace en la sociedad, pero para ello es necesario un profundo ejercicio de introspección.
Las cifras son claras; de acuerdo a información publicada por la organización “Alto al secuestro”, se registró un aumento de más del cuatro por ciento en los secuestros registrados en todo el país en mayo, en comparación con el mes de abril. Esto significa que el aislamiento no ha sido un factor que reduzca este delito, por el contrario lo promueve, probablemente por la necesidad que tienen las personas de obtener un ingreso económico ante la falta de trabajo. A diferencia de lo que pudiera suponerse, la titular de la organización, Isabel Miranda de Wallace, señaló que las víctimas no provienen únicamente del sector con mayor poder adquisitivo, sino que afecta a toda la población.
De igual manera, compartió que a pesar de que la cantidad de secuestros aumentó de abril a mayo, el número de carpetas de investigación por éste delito disminuyó en un veintiún por ciento durante el mismo periodo. Podemos ver cómo nuestras instituciones encargadas de preservar el orden social empiezan a perder capacidad de acción, justo cuando más las necesitamos debido a las históricas cifras de inseguridad que estamos resintiendo.
Ésta decadencia en las instituciones se vio materializada de manera cruda y lamentable con el asesinato del juez federal Uriel Villegas Ortiz y su esposa Verónica Barajas dentro de su domicilio en el Estado de Colima el martes pasado. Durante su carrera judicial, Villegas Ortiz conoció de múltiples casos relacionados con el narcotráfico y el crimen organizado, siendo de los más relevantes la movilización de complejo penitenciario del hijo del jefe del Cartel Jalisco Nueva Generación justo antes de su extradición a Estados Unidos.
Tenemos un Estado débil en el que las personas encargadas de impartir justicia no tienen garantizada su seguridad, generando así más incertidumbre en las instituciones públicas y propiciando la impunidad. Me pregunto cómo se puede aspirar a combatir la violencia y el crimen organizado en un país en que sus juzgadores tienen que considerar su vida y la de sus familiares a la hora de ejercer su trabajo; una vez más podemos ver que México es rehén de la delincuencia.
Asimismo, nos encontramos en tiempos de reflexión sobre el papel que actualmente desempeñan las fuerzas policiales y el papel que esperamos que desempeñen, debido a las protestas que han ocurrido en distintos países en contra de la brutalidad policial. La desconfianza en las instituciones de seguridad pública ha aumentado, y se ha propagado un sentimiento de temor, y no de protección, ante la presencia de oficiales; los mexicanos no ven a éstas personas como defensoras del orden, sino como potenciales agresores.
Al observar la crisis por la que están pasando nuestras instituciones de impartición de justicia y seguridad pública, así como la evidente incapacidad, o falta de interés, de los gobiernos para reivindicarlas, está claro que el combate a la delincuencia debe liderarlo la sociedad apelando a sus valores cívicos. Sin embargo, para entender cómo abordar el problema es imprescindible que cada mexicano primero identifique y admita la responsabilidad que tiene en la generación de violencia; no podemos olvidar que los delincuentes emanan de la sociedad misma.
En medida que logremos identificar las actitudes propias que promueven la violencia, que a fin de cuentas componen el actuar colectivo de la sociedad, podremos trabajar sobre ellas para prevenir la propagación de ciudadanos delincuentes, en vez de esperar a que las autoridades reformen a los mexicanos que ya asimilaron la cultura corrupta que nos aqueja…