El 2006

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas

Bajo el título, ¿Quién cree en el “fraude” electoral de 2006? La revista Nexos publicó un trabajo de Rodrigo Castro Cornejo en el que los rumores políticos, percepciones erróneas y el razonamiento motivado en México conformaron esta especie de efeméride electoral que ahora es parte del lenguaje del nuevo gobierno, autor de esa teoría conspiratoria contra su candidato.
Aquí el trabajo.

Uno de los eventos que se ha convertido en una efeméride electoral en México es la elección presidencial del 2006 y la protesta postelectoral que el movimiento lopezobradorista encabezó en el Paseo de la Reforma. De hecho, hace unos días, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador e incluso el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) —dependiente de la Secretaría de Cultura— recordaron lo que el lopezobradorismo ha llamado el “fraude electoral” de 2006. De manera poco sorprendente, en redes sociales se generó polémica por la declaración del Presidente y que el INEHRM diera eco a una efeméride partidista dado que, si bien forma parte de la memoria colectiva en un sector importante de la sociedad mexicana, realmente no tiene sustento basado en evidencia. Como lo comenta José Woldenberg en su editorial en El Universal de hace una semana, no existe evidencia que se hayan alterado los votos o que se hayan contado sistemáticamente de manera errónea. Por el contrario, existe evidencia robusta que los votos se contaron correctamente incluyendo el PREP, los conteos rápidos, los cómputos oficiales, y el recuento parcial ordenado por el Tribunal Electoral.

En este artículo analizo el proceso por el cual la identidad partidista influye en la forma como los votantes procesan información sobre este tipo de eventos, lo que estudios académicos en opinión pública califican como “percepciones erróneas” (misperceptions). En otras palabras, cuando los individuos tienen “una creencia falsa o que no cuenta con el sustento de la mejor evidencia disponible.”1 Como analizo en este artículo, datos de una encuesta original2 levantada durante la campaña presidencial de 2018 muestra que el 24% de la población en México considera “totalmente cierto” que hubo fraude electoral en la elección presidencial de 2006. En las siguientes líneas analizo algunas hipótesis por las cuales este segmento significativo de la sociedad en México tiene esa percepción.

Fraude electoral, razonamiento motivado e identidad partidista en México

De acuerdo con diversos estudios académicos en opinión pública,3 los individuos tienden a aceptar la información que refuerza sus predisposiciones políticas, mientras que rechazan la información que las contradice, y no sólo eso, los individuos —particularmente los más partidistas— también tienden a creer eventos que confirman sus predisposiciones partidistas, pero que no necesariamente tienen sustento basado en evidencia. Este proceso se conoce como “razonamiento motivado”, y ocurre cuando los votantes procesan información con el objetivo de llegar a una conclusión predefinida. De hecho, los individuos también pueden llegar a moldear esa información —retorcerla— para que sea consistente con sus lealtades partidistas.

Este fenómeno ha sido estudiado en Estados Unidos para entender la forma en que los votantes y activistas republicanos rechazan datos factuales. Por ejemplo, la creencia que el Presidente Obama era musulmán4 y que no había nacido en EUA o el rechazo al cambio climático5 a pesar del consenso científico en torno al calentamiento global como producto de la actividad humana. Otro tipo de estudios académicos también han evaluado percepciones como la forma en que los votantes actualizan sus opiniones en temas económicos. Por ejemplo, muchos votantes republicanos antes de la toma de protesta de Donald Trump expresaban una evaluación bastante negativa sobre la economía estadounidense. Sin embargo, pocos días después del inicio de la presidencia trumpista, la percepción de los votantes republicanos mejoró exponencialmente a pesar de que el estado de la economía “objetiva” del país no había cambiado durante esos pocos días. En este caso, la identidad partidista es el motor que permite entender el cambio en la evaluación sobre la economía —dado que el nuevo gobierno comparte su identidad partidista— y a pesar de que el estado real de la economía no cambió en tan pocos días.

Si bien en México no tenemos casos tan dramáticos, sí existen temas en los que los votantes parecen ajustar sus opiniones para no contradecir sus lealtades partidistas. Este parece ser el caso de la percepción sobre fraude electoral en la elección presidencial de 2006. Para estudiar este caso y entender el perfil de los votantes que consideran cierto que existió un fraude electoral levanté una encuesta telefónica con representatividad a nivel nacional durante la pasada campaña presidencial de 2018. En esta encuesta no sólo evalué la creencia en el “fraude electoral” de 2006 sino también otros rumores de la política mexicana que me permitirán contextualizar la creencia en el supuesto fraude electoral de 2006. Diversos estudios de opinión pública definen los rumores políticos como “información en circulación no verificada que surge en contextos de ambigüedad que ayudan a las personas a dar sentido a hechos políticos”.6 Como aparece en el cuadro 1, la encuesta midió el porcentaje de votantes que considera cierto los siguientes rumores: 1) la existencia de una “mafia del poder” integrado por empresarios y políticos que conspira en contra de los intereses del pueblo, 2) que aunque tuviera más votos, a López Obrador no le iban a respetar su triunfo en caso de que ganara las elecciones presidenciales, 3) que México se convertiría en Venezuela si López Obrador gana la presidencia, y 4) que López Obrador pactó con Enrique Peña Nieto para que pudiera ganar la presidencia.7 Todos estos rumores constituyeron información potencialmente verdadera pero no verificada —e incluso, difícilmente verificable— que se han difundido recientemente en México.

Adicionalmente, la encuesta también evaluó dos hechos que son consistentes con la definición de “teorías de la conspiración”. Las teorías de la conspiración buscan “explicar un evento o práctica haciendo referencia a maquinaciones de personas poderosas que tratan de ocultar su rol”.8 Específicamente, evalué el porcentaje de votantes que considera cierto las siguientes teorías de la conspiración: 1) que el gobierno mexicano sabía que los terremotos de 2017 iban a suceder, pero que no quisieron alertar a la población y que 2) los grandes eventos como guerras mundiales o el resultado de las elecciones son controlados por pequeños grupos que conspiran en secreto a nivel mundial.

El cuadro 1 presenta el porcentaje de personas que cree que dichos rumores políticos y teorías de la conspiración son “totalmente cierto”. La existencia de la mafia del poder es el rumor político con mayor respaldo entre la opinión pública (37% “totalmente cierto”), seguido por el rumor que, aunque tenga más votos, “a López Obrador no le van a respetar su triunfo” (25% “totalmente cierto”). Los rumores que tienen menor respaldo es la creencia que México se convertiría en Venezuela si López Obrador gana la presidencia (19%, “totalmente cierto”) y que López Obrador pactó con Enrique Peña Nieto para ganar la presidencia (13%, “totalmente cierto”). Aunque son una minoría, un porcentaje notable (15%) considera “totalmente cierto” que los grandes eventos como guerras mundiales o el resultado de las elecciones son controlados por grupos que conspiran a nivel mundial. En tanto que un 6% considera “totalmente cierta” la teoría de la conspiración que el gobierno mexicano sabía que ocurrirían los sismos del año 2017, pero que no quisieron alertar a la población. Estos datos muestran que la creencia en el fraude electoral de 2006 (24%) es menor que la creencia en la mafia del poder (37%) pero mayor que la creencia del rumor político que a López Obrador no le iban a permitir ganar la presidencia en 2018 incluso si obtenía más votos (19%).

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